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Requena (27/04/17). LA BITÁCORA. JCPG

Una de las figuras más importantes del panorama historiográfico es la de los hispanistas, quienes, interesados y fascinados, en mayor o menor medida, por nuestra historia y nuestra cultura, han escrito memorables páginas sobre la misma. En los oscuros tiempos del franquismo, el imperio de la censura significó que las obras escritas por ellos tenían unos quilates de calidad y sobre todo aportaban la perspectiva del forastero, aquel que, con ojos habituados al análisis de otras realidades, investigaba y escribía sobre las españolas sin las ataduras propias de los investigadores españoles, mediatizados por la mordaza de un sistema político dictatorial.

Aunque hoy puedan escasear, existen historiadores e historiadoras de extraordinaria calidad. En estos breves párrafos me ocupo de la figura de Sara T. Nalle, a la que hace algunos años conocí en Cardenete. Desde antes de conocerla personalmente, ya seguía, en la medida de lo posible, su obra. En particular, me interesó mucho su God in La Mancha, porque era un estudio, en muchos aspectos pionero, sobre la incidencia del cambio religioso de los tiempos modernos en el área conquense. La obra era sumamente original, desprovista de las tendencias de muchos historiadores -algunos conquenses- a plagiar estudios de sus colegas alejados en el espacio; como si por estar al otro lado del charco, ya pudieran impunemente copiar la investigación original realizada por otra persona. La obra está fuertemente documentada: esencialmente se fundamenta en las fuentes inquisitoriales, los documentos emanados de sínodos diocesanos y las Relaciones Topográficas. Las conclusiones a que llegaba en la obra permitían afirmar que la colaboración entre el Trono y el Altar fue muy eficaz al instalar en el imaginario de los conquenses y manchegos la renovación religiosa propulsada desde el Concilio de Trento. El estupendo análisis que efectúa sobre la imagen religiosa es novedoso incluso metodológicamente, al fundarlo, no en los inventarios post-mortem (listados de pertenencias de los difuntos), sino en los testamentos, en los que la carga emocional y otros detalles son sumamente ricos. Aunque no fuera muy correcto políticamente hablando, el estudio revelaba también que existía un fuerte respaldo popular a la Inquisición, pues la inmensa mayoría de las delaciones al tribunal provenían de gente ajena al mismo. En cualquier caso, venía a confirmar que la nueva religiosidad contrarreformista avanzaba por todas partes, especialmente en aquellas prácticas formales y exteriores, como las procesiones, las misas de difuntos. Los españoles se convirtieron en fieles cumplidores de una religiosidad externa. Y también los propios requenenses.

Este libro de Nalle fue objeto de muchas críticas, algunas más fundadas en razones “personales” que en factores estrictamente académicos.
        Esta incursión en las fuentes inquisitoriales no sería la única a que Sara dedicaría una gran investigación. Precisamente la conocí en persona en Cardenete, cuando decidió ofrecer una charla sobre la génesis de su estudio sobre Bartolomé Sánchez, el Mesías de Cardenete. Partiendo de la pobreza de la tierra, analiza la figura del cardador Sánchez y, sobre la sólida documentación de la Inquisición, traza una personalidad forjada en la dura complejidad cultural, religiosa y social de la primera mitad del siglo XVI. Se dijo que su estudio era un nuevo ariete en la microhistoria; no cabe duda que se centraba en la trayectoria de una persona, pero el amplio panorama trazado alrededor de Bartolomé (no olvidemos tampoco la figura excepcional del inquisidor Cortes), con una modélica contextualización, le ha permitido mantenerse como una de las grandes historiadoras dedicadas a España, en paralelo a una Natalie Z. Davis, volcada en el mundo francés.

A pesar de ciertos celos, los historiadores hispanos han tenido que rendirse a la evidencia: estamos ante una historiadora de raza, fundamental en la comprensión de la edad moderna española.
        En cualquier caso, lo importante es que el próximo viernes la tendremos en el Aula Yeves. El tema que analizará será la revolución de las Comunidades, en Moya y Requena. Esta es una perspectiva interesantísima. No debe olvidarse que, aunque hoy en Valencia, desde el siglo XIII a 1851 pertenecimos a Castilla, a la provincia de Cuenca. Lo castellano marca y es la esencia de nuestra personalidad. Los requenenses pudieron describir cierta connivencia con las germanías en los años de 1520, pero también se movilizaron parcialmente en las Comunidades. Quizás la movilización reveló intereses locales muy definidos y esto chocó con los intereses de Moya, tal como ya analizó Nalle en un trabajo hace bastantes años.

Es decir, que Nalle, dado su amplio conocimiento de la religión, la política y la cultura de la Castilla oriental, nos entregará una perspectiva rica en matices sobre las Comunidades y el papel de Requena para contribuir a desterrar las muchas sombras y aspectos oscuros que aún pesan sobre nuestra historia. Ya me gustaría estar el viernes en el Aula Yeves, que nuevamente se convertirá en cita ineludible de la cultura de una comarca.

En Los Ruices, a 25 de abril de 2017.

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