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LA BITÁCORA DE BRAUDEL/JCPG

Este próximo fin de semana, celebramos en mi pueblo, Los Ruices, las fiestas anuales. Son sencillas y breves; lo que se puede permitir una aldea pequeña. No consisten más que en comidas populares, algo de música nocturna, chocolatada aún más nocturna y procesión (como mandan los cánones) el domingo 1 de mayo. Pena tengo yo por no estar más este año; pero la familia manda y sólo podré ir el domingo. En todo caso, el aire festivo que ya me va llegando me ha permitido recordar cómo tuve mi primer contacto con el Quijote. A esto le daba vueltas con el nerviosismo propio del que añora volver a los orígenes ruiceños, mientras pensaba este artículo semanal.

No recuerdo bien. Alguien traía libros para prestar a los lectores en Los Ruices. Tuvo que ser en los lejanos años 1980, pero los primeros. Sólo recuerdo que elegí el Quijote, en una edición monumental, con tapas durísimas y pesadas, y con dibujos y todo. Hace algunos años volví a leerlo. En esta ocasión en una edición que el erudito (y tan reidcho él) Francisco Rico hizo en Círculo de Lectores. Últimamente lo intento, pero la cabeza se me vence (como dicen en ciertos lugares de Albacete, cuando el alma está poseída por las preocupaciones y las tendencias melancólicas).

Cúmplese el cuarto centenario de la muerte de Miguel de Cervantes. Y, oh alegría, muchos han podido comprobar que el Quijote es un libro que existe y que se puede leer.

Mucho ruido, pero pocas nueces. Que conste aquí la envidia que da la celebración mastodóntica que los ingleses están haciendo de su Shakespeare. Dejemos esto. Nadie ha planteado una política de popularización de la obra cervantina. Se ha relacionado a Cervantes con un plasta, un pesado insoportable, y a su Quijote con un monumental tostón. Hay muchas formas de leer el Quijote. Una de ellas es la de la lectura pausada, recreándose en los recónditos significados de las palabras y expresiones. Otra es disfrutarlo como obra de ironía, de humor. A esto nos ayuda, eso creo, la biografía recientísima de Jordi Gracia. Tal vez así le quitemos trascendentalismo a lo que rodea a Cervantes; tal vez así ayudemos a leer esta obra.

En Los Ruices, a 27 de abril de 2016.

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