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EL OBSERVATORIO DEL TEJO. JULIAN SANCHEZ                                                     

Lo manifestó recientemente el presidente de AVA-ASAJA en declaraciones efectuadas a un medio radiofónico de ámbito nacional: “Las consecuencias de los errores que propician las decisiones de ciertos políticos, son directamente padecidas y sufragadas por otros quienes no tienen nada que ver con los motivos de dichas decisiones”.

                Cristóbal Aguado se estaba refiriendo a las derivaciones de las sanciones que la UE acordó dirigir contra Moscú a consecuencia de su papel en el conflicto de Ucrania, al haber decretado medidas contundentes sobre el sector alimentario, financiero, energético y militar. No había ocurrido nada parecido desde el final de la Guerra Fría, un auténtico puñetazo sobre la mesa que lanzaron desde Bruselas momentos antes de largarse de vacaciones sin aparentemente calibrar las secuelas que abría de producir los perniciosos efectos de dicha decisión.

No deja de tener fundamento la declaración de uno de los dirigentes más representativos  de nuestra sufrida agricultura, puesto que las consecuencias directas de dicha acción, para quienes únicamente cometieron el error de pasar por allí en dicho momento, no se han dejado esperar. Consecuentgemente, en rápida respuesta a las medidas aplicadas por la UE y EEUU contra Rusia por su papel en la crisis de Ucrania, el primer ministro tuso, Dmitri Medvédev se aprestó en anunciar «la prohibición total durante un año, contado a partir del pasado 7 de agosto, de la importación de ternera, cerdo, verduras y hortalizas, frutas, carne de ave, pescado, quesos, leche y productos lácteos» desde la Unión Europea, Estados Unidos, Australia, Canadá y Noruega.

Obviamente los burócratas de la UE, debieron adoptar la estrategia del denominado “poder blando”  descartando una operación militar que seguramente devendría muy peligrosa para la estabilidad mundial, centrándose en el desafío económico, sin tener en cuenta los gravísimos perjuicios que dicha provocación habría de producir sobre unos sectores tan esenciales como extenuados, de la economía europea, especialmente en la agricultura.

Como compensación, las clarividentes mentalidades de Bruselas ofrecen a todos los agricultores perjudicados en todo el ámbito de la UE, una cantidad próxima a los 125 millones de euros dirigidos a medidas de desarrollo agropecuario. Una auténtica burla, si consideramos el monto de las pérdidas que va a experimentar el sector toda vez que, solamente en el caso de la UE, principal socio comercial de Rusia hasta estos momentos, las importaciones agroalimentarias ascendieron a 12.000 millones de euros contabilizados el año pasado. Meramente remitiéndonos a nuestra propia Comunidad Valenciana, el cierre de fronteras podría repercutir en unas pérdidas económicas próximas a los 100 millones de euros.

Pero no únicamente la ruina del sector va a patentizarse mediante las consecuencias temporales del affaire con Rusia, el peligro de la pérdida definitiva de los mercados con nuestro principal socio, planea amenazante sobre el engorroso panorama recientemente creado.

Mientras que los burócratas europeos marchaban despreocupadamente al sagrado disfrute de sus vacaciones, Vladimir Putin  permanecía en Moscú inquiriendo la rápida indagación de nuevos mercados que propiciasen la compensación de las carencias alimentarias que las expeditivas medidas de la UE habrían de infligir a su país. De esta guisa, ordenó los oportunos contactos con la pretensión de que  Egipto y la Unión Aduanera, agrupación de países integrada por Rusia, Bielorrusia y Kazajistán, estudiasen crear una zona de libre comercio, decisión que el presidente ruso adoptó tras reunirse en el balneario de Sochi con su homólogo egipcio, Abdelfatah al Sisi, quien adquirió el compromiso insitu de incrementar sus exportaciones en un 30%, quedando en disposición de volver a incrementar en un futuro dicho porcentaje en igual cuantía.

Pero no viene a quedar solamente la cosa ahí, paralelamente el ministro de Agricultura ruso Nikolái Fiódorov manifestó que su ministerio ya negocia con numerosos países, entre ellos Brasil, Argentina, Marruecos, Irán, Israel y Turquía, con intención de sustituir los productos que dejarán de importarse desde la UE, EEUU, Noruega, Canadá y Australia.

También la estrategia rusa para reducir al mínimo los efectos de la pretendida sanción puso sus ojos en el espacio iberoamericano. A tal efecto el director del Servicio ruso de Inspección Agrícola y Ganadera, Serguéi Dankvert, se aprestó en programar una reunión urgente con los embajadores ecuatoriano, chileno, argentino y uruguayo en Moscú y anunció igualmente la  previsión de hacer lo mismo con representantes de Brasil.

A la salida de dicha reunión, el embajador ecuatoriano en Moscú, Patricio Chávez en declaraciones efectuadas a la agencia Efe comentó: «Hemos abordado la posibilidad de aumentar y diversificar exportaciones. Esperemos que la coyuntura actual no sea temporal».

Según manifestó el propio Cristóbal Aguado, una cadena de distribución alimentaria cuesta muchísimos años y muchísimos sacrificios el poderla establecer y muy poco tiempo, tal y como estamos comprobando, el destruirla. Los burócratas de cuello duro que desde los despachos y sin preocupaciones aparentes de sueldo ni prebendas, no dudan en adoptar decisiones más o menos arriesgadas sin que peligre su estatus ni el de su familia, pero sus consecuencias pueden arrastrar a la ruina y a la miseria a miles de familias cuya principal preocupación consiste en supervivir lo más decentemente posible.

Las medidas adoptadas por la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá, Australia y Noruega contra el estado ruso, no aparentan ser otra cosa sino un pulso de poder sin otra pretensión que el dominio del espacio globalizado En consecuencia no aparenta importarles lo más mínimo las derivaciones que esa pretensión de hegemonía pueda aportar a quienes, con sus impuestos mantienen esa absurda burocracia que aparentemente les favorece muy poco. Y más les valiera a nuestros continentales dirigentes, sacar sus cuerpos de las doradas playas caribeñas y volver a sus acomodados despachos de Bruselas para propiciar la adopción de las correspondientes medidas diplomáticas encaminadas a la urgente recuperación el mercado ruso perdido, así como proponer una reforma mucho más realista y efectiva de la Organización Común del Mercado (OCM) de frutas y hortalizas encaminada a la obtención de precios más justos, evitando de esta forma que se hunda esta clase de producción agrícola que ya hace tiempo que clama en el desierto por una adecuada solución.

Para eso les elegimos y para eso les pagamos. Que se dejen de una vez por todas de cogérsela con un papel de fumar y se pongan a trabajar con realismo y eficacia, o que se marchen definitivamente a su casa y dejen paso diáfano a alguien más activo y positivo, sencillamente por que la cosa no está como para muchas bromas.

Julián Sánchez

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