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EL OBSERVATORIO DEL TEJO

En un mitin electoral celebrado en Mérida el pasado viernes, el expresidente de la Junta de Extremadura y socialista de rosa en puño, Juan Carlos Rodríguez Ibarra se mostró claro y taxativo: “Deberíamos transmitirle a Pedro que le diga al «Coletas» que no, «No vamos a pactar contigo» en la vida. ¿Queremos gobernar? Sí. Pero cuando Iglesias dice el PSOE tiene dos opciones: o pactar con el PP o con Podemos, yo digo que hay una tercera: si la gente quiere que nosotros gobernemos que nos voten, que seamos el partido más votado. Y si no somos el partido más votado ni con Podemos ni con el PP, ¡A la oposición! Donde hemos estado toda la vida menos 22 años. Lo que no vamos a hacer es pervertirnos, ni travestirnos ni pactar con los comunistas. Nunca pactamos con los comunistas ni lo vamos a hacer”.

Coincido plenamente con quien fuera mi compañero de fatigas (cada cual en su ámbito), durante una transición, donde la cordura, la altura de miras, el bien común y el sentido patrio primaron muy por encima de intereses individuales y partidistas, llevando con ello a propiciar para nuestro país unos índices de libertad y progreso desconocidos en forma precedente. En consecuencia, para quienes vivimos activamente aquel periodo, las peripecias, enredos, joyeles y estrategias de alguien quien se ha creído el nuevo Lenin que va a tomar el cielo por asalto, no suelen significar gran cosa, realmente nos causa muy poca impresión, pero no poca preocupación al observar que, la buena voluntad de unos, la candidez e inexperiencia de muchos y la irresponsabilidad de bastantes, pueden poner en peligro aquellos logros que costó tanto de conseguir y que vamos observando que puede suponer muy poco la circunstancia de volverlos a perder.

No conozco a ningún socialista con experiencia que aplauda un acuerdo entre la verdadera y única socialdemocracia española y esa pandilla de neocomunistas que prometen lo que no tienen y ponen como modelo socioeconómico las “bondades” de Grecia y Venezuela. Si alguien realmente puede caer en la tentación de ese nuevo “progresismo” arrasador de libertades y prometedor de cielos etéreos, son esa nueva hornada de núbiles de la neopolítica, quienes han atendido los cuentos y bondades maximalistas que escuchamos nosotros en su día y que conllevaron al bloque europeo que los asumió a la miseria más absoluta y al sometimiento humano más cruel y dilatado que la reciente historia pueda acreditar.

Podemos estar de acuerdo en la evidencia de que los partidos políticos más significativos en el panorama político español, han colaborado más que activamente a consecuencia de sus constatables abusos corruptivos, hacia la formalización de esta nueva bestia demagógica que adopta, según conviene, hoy formas socialdemócratas, ayer comunistas y mañana Dios dirá. Todo ello significa poco para ellos, habida cuenta que lo importante es tomar el poder y después, los amos absolutos. Lo dijo Iglesias en uno de sus pensados twists: “Para hacer el amor hay que estar desnudos, pero, para ligar hay que vestirse bien”. No puede quedar más claro.

Hasta el propio, e intermitente, Juan Carlos Monedero se muestra más que explícito en un mitin celebrado en Cartagena, donde vino a clamar por un Gobierno de Podemos que dé órdenes a jueces y guardias civiles. Circunstancia la cual fue rápidamente puesta en cuestión por personalidades tan cualificadas como Ignacio González Vega, portavoz de Jueces para la Democracia, quien salió al paso del dislate manifestando: «Es un disparate. Desconoce la separación de poderes y los principios básicos del Estado de derecho». También Álvaro García, miembro de la Unión Progresista de fiscales, manifestó al respecto: «Parece un monólogo del club de la comedia. Y sería gracioso si no fuera porque hay una expectativa de Gobierno».

Esa es la gravedad, que tamañas barbaridades son expresadas por miembros dirigentes de un partido que atesora expectativas de gobierno, en consecuencia, la temeridad, unida a la inexperiencia de esta gente, si no se les sitúa en su consecuente lugar, puede acarrear derivaciones verdaderamente imprevisibles.

Y todo esto lo conoce perfectamente Juan Carlos Rodríguez Ibarra, quien habló el pasado viernes por boca de muchos miles de socialdemócratas que pensamos lo mismo que él, pero que no teníamos acceso a la tribuna que el ostentaba. Habló por todos nosotros y para toda España, no pudo hacerlo más claro, más conciso y más definitorio.

No es verdad que el Partido Socialista deba de acudir a la vía PP o Unidos-Podemos de forma alternativa o exclusiva, existe, tal y como Rodríguez Ibarra asevera, una tercera vía la cual debería tomar Pedro Sánchez caso de no ser el ganador de las elecciones a celebrar el próximo día 26, esa alternativa debería ser la oposición y descartar mezclas que desnaturalicen una pureza de criterios y sentimientos más que centenaria. A la oposición y a organizarse para acceder en la próxima ocasión con fuerzas renovadas a la toma de responsabilidades que continúen la senda de progreso y libertad trazada para nuestro país con la Constitución de 1978. Las llamadas de sirenas saduceas de quienes desean fagocitar a la izquierda como primer paso hacia una sociedad cautiva y sometida no traerán otra cosa de ser atendidas, sino la reducción al mínimo de las esperanzas socialdemócratas de todo un país, sino a su entera desaparición.

El Partido Socialista podrá perder unas elecciones, pero, lo que no debe nunca perder, tal y como manifiesta Juan Carlos Rodríguez Ibarra, es la decencia y la sensatez: «Hay que decirle a Pedro Sánchez: no te vas a consolidar con Podemos, te vas a consolidar con ganar o perder decente y honradamente. Nunca vamos a pactar con nadie que defienda el derecho de autodeterminación». Lo dicho, Juan Carlos Rodríguez Ibarra sigue en plena forma, no cabe la menor duda al respecto.

Julián Sánchez

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