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Requena ( 25/07/18). El observatorio del Tejo – Julián Sánchez
En el ambiente futbolístico en general no resulta fácil distinguir, aunque si presumir, si la forma de comportamiento comunicativa entre sus gentes se efectúa empleando las neuronas cerebrales o, por el contrario, viene a ser la testosterona originaria en el aparato reproductor la que ocupa el protagonismo de uso en la frecuencia de la necesaria comunicación entre partes. Mas bien estamos acostumbrados a experimentar más el argumento segundo que el primero.

Recientemente hemos tenido la experiencia de un caso muy explícito al mayor nivel. Todos hemos sido conocedores de la actitud del nuevo presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, tratando de mostrar un auténtico compendio de testosterona al tener que dilucidar la resolución al controvertido asunto Lopetegui, cuya incomprensible resolución llevó a causar un enorme perjuicio, tanto en lo referente a la economía, como también al inmediato futuro deportivo de la Selección Española de Fútbol. Seguramente el resultado hubiese sido otro muchísimo más favorable, si el señor Rubiales hubiese optado por emplear para su resolución las neuronas de su cerebro en lugar de la testosterona emanada de su personal órgano reproductor, todo ello en razón de que, si Dios o la naturaleza, decidieron dotarnos a los humanos de unos órganos específicos para cada función, la disfunción surge precisamente cuando se confunden el empleo de éstos y el uno se ocupa de realizar la función que debe efectuar el otro, entonces puede surgir algo así como el efecto Frankenstein.

Me he extendido un poco en el preámbulo a efectos de propiciar una similitud con lo que últimamente viene ocurriendo en el funcionamiento de nuestro querido Sporting Club Requena, una de las principales entidades requenenses de las que disponemos la cual, a sus noventa años de histórico recorrido, acaba de experimentar una sacudida que ha venido a conmocionar los medios institucionales de nuestra ciudad. La testosterona ha vuelto a aparecer usurpando con una notable arrogancia la acción específica de las neuronas, por lo tanto, el esperpento ha saltado.

Jamás en 90 años de historia en el fútbol amateur requenense, se ha producido nunca la circunstancia de que, desde dentro de una misma junta directiva, se haya pretendido romper el órgano directivo, intentando anular la voluntad del presidente, pretendiendo dejar inactiva a dicha junta en sus funciones con la supuesta intención de provocar la convocatoria de un proceso electoral.

La pretensión fue establecida cogida con alfileres, tanto viene a ser así, que al efecto alcanzar una mayoría dimisionaria, los renunciantes pretendieron adherir a la causa al propio presidente Ernesto Atienza quien, tras una acalorada discusión (otra vez la testosterona), anunció su dimisión que posteriormente se encargó de desmentir. En consecuencia, la pretendida dimisión nunca fue efectiva como consecuencia de que nunca fue formalizada como reglamentariamente se determina, pero que incomprensiblemente los divergentes la pretendían práctica, sin alegar base jurídica alguna. A este respecto habría que aclararles que se repasen lo dispuesto en el artículo 147 del R.D. 1784/1996, donde se indica la forma en que debe presentarse la dimisión por el responsable o administrador de una entidad a efectos de que ésta alcance a ser efectiva, o sea, para resumir, firmada y por escrito, entre otros requisitos.

Pero no vino a ser esta circunstancia la única en producir un efecto inusitado a la delicada situación creada a voluntad en la entidad, la cosa se vino a complicar cuando se llegó a comprobar que la supuesta Asamblea General de Socios, órgano competente, según los estatutos del propio club, para convocar el inusitado y nunca realizado proceso electoral no existía, y no existía como consecuencia de que, por las características de estos clubes amateurs, donde le relumbra poco, se trabaja mucho y se cosechan disgustos y pérdidas económicas de forma considerable, nunca ha venido siendo plato apetecible para las aspiraciones de nadie, el presentarse a competir electoralmente para ostentar un cargo que cristalizaba más bien en una carga. Por el contrario, el acceso solía efectuarse mediante el otorgamiento en cuestión a alguien afín al gobierno municipal gobernante quien, un poco por la presión, y un mucho por amor a la ciudad y al club que la representa, solía hacerse cargo del “marrón” y empeñar su personal prestigio para llevar la nave a buen puerto.

En consecuencia, la gallina fue pillada comiéndose los huevos y, donde debió de haber una asamblea de socios estatutariamente constituida, únicamente se encontraba un conglomerado de abonados, cuya única potestad que reglamentariamente tenían reconocida venía a ser la de tener vía franca de acceso al estadio los días de partido, ni siquiera disponían de la concesión de ostentar un asiento asignado al efecto como en otros clubes de funcionamiento similar.

Tratando de aportar mi modesta opinión para llevar a buen puerto la enconada e insólita situación producida acudí, en calidad de un abonado más, a la reunión informativa convocada por la junta directiva del Sporting en la sala municipal Feliciano Yeves el pasado jueves día 19, donde pude comprobar en persona el nivel de testosterona que se sigue empleando en estos medios, donde más bien se confirman como un prolongamiento de las actitudes llevadas a cabo en los terrenos de juego, que de un foro de civilizada discusión y debate a efectos de propiciar un estatus mejor para la entidad.

Los debates atropellados, hablando varias personas al mismo tiempo. Gente que se pronunciaba sin pedir la palabra. Cuando al fin pude hablar, tratando de focalizar la controversia de la división en lo que unos y otros reconocían en la persona del entrenador Javier Berasaluce Vila, traté de salir en defensa del técnico argumentando que no era posible que en la temporada pasada todos le reconocían como un gran técnico por su experimentada labor con la plantilla, y, sin embargo, este año de súbito sea catalogado como el malo de la película. Por lo tanto, si la directiva que era la misma, la temporada anterior se colgaba medallas, que no busque ahora excusas para cargar sobre una persona un supuesto fracaso el cual, conociendo bien las controversias del propio fútbol puede derivarse hacia otras circunstancias.

Toda esta argumentación era la que pretendía exponer, pero quedó en una simple pretensión, habida cuenta que, encontrándome en pleno uso de la palabra, un individuo, al que no conozco, porque nadie me lo presentó ni antes ni después, y que se encontraba próximo a mí, levantándose de la silla gritando como un poseso me manifestó algo así como que él no se ponía medallas, que únicamente su labor era la de trabajar y quitar “mierda” (sic.), que las medallas de las ponían otros.

He de reconocer que cuando le advertí que no me levantase la voz, me pidió disculpas, todo hay que decirlo, pero vino a ser el primer exponente de empleo de testosterona que nos trajo la noche.

El segundo razonamiento con idéntica substancia vino a ser todavía más espectacular, y digo espectacular porque fue propiciado por un señor quien, para más inri, es responsable de un programa deportivo de un reconocido medio local. Pues bien, este señor, cuando al parecer perdió sus argumentos de oposición a lo que yo proponía, se levantó a voz en grito tomando el camino de la salida. Cuando intenté advertirle requiriéndole me manifestase si era esa toda la educación de la que disponía, la respuesta que recibí vino a ser textual y significativa: ¿Educación…? ¡A la mierda!. Y dando un portazo se marchó para no volver. Como para llegar a seguir escuchando a este individuo en próximos programas, ya no tengo duda ninguna de sus intenciones cuando emitía opiniones sobre la gestión de la directiva sin identificación del emisor, verdaderamente bochornoso.

Un punto importante vino a ser la circunstancia de que tras ser interpelada en repetidas ocasiones por el abonado Luis Capapé, la directiva procedió a dar cuenta de la contabilidad del ejercicio que concluía. Jamás entenderé el porque no se produjo de iniciativa propia, toda vez que las cuentas se presentaron saneadas y hasta con superávit, por lo que algo bien aparentan haber hecho estos directivos, por supuesto los vigentes y los dimisionarios, la gestión en estos casos siempre es solidaria, para lo bueno y para lo malo.

En resumen, después de tantos avatares y posiciones encontradas, se vino a reconocer por parte de los presentes que había que crear la asamblea de socios, cuya cuota anual les sería restada del importe de los abonos, a efectos de no gravar en demasía su economía, llevando su control en listas separadas, por un lado los socios con todos sus derechos y obligaciones, y por otro los abonados, quienes podrán ser socios o no, a voluntad. Además se revisarán los estatutos mejorándolos en los que se consideren conveniente, cuya aprobación definitiva habrá de ser llevada a cabo por la nueva Asamblea General de Socios de próxima creación.

Expuesto todo esto, a mí, como aficionado y abonado de tantos años solamente me quedó en mi subconsciente una duda, la cual agradeceré que algún día llegue a esclarecérmela alguno de los miembros dimisionarios con los que más amistad me une. Esta duda se remite a lo siguiente: ¿Qué persona podría encontrarse detrás de los dimisionarios con interés de provocar un proceso electoral –experiencia, como dijimos, nunca vivida en este club-, en una época tan crítica en orden a fichajes y procedimientos organizativos para la próxima campaña? Así como por qué no pudieron esperar a la finalización del mandato, que sería ésta misma temporada, para organizarse y hacerse cargo de la dirección del club de forma pacífica, tal y como siempre se ha venido haciendo en referencia a esta entidad.

Espero recibir algún día una sincera respuesta, aunque asuma mis dudas al respecto.

Mas neuronas y menos testosterona, el cerebro para pensar y el otro órgano para reproducir, cada unidad para lo suyo que la naturaleza muestra siempre ser muy sabia, toda vez que, permutando los términos, la situación únicamente podrá conducirnos a la gestación del monstruo, y como en lo acaecido en la famosa novela de la británica Mary Shelley, los monstruos siempre se vuelven en contra de su creador.

Julián Sánchez

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