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EL OBSERVATORIO DEL TEJO / JULIÁN SÁNCHEZ

Según el economista jefe de economías desarrolladas de BBVA Research, Rafael Doménech, “España no solo tendrá que consolidar su recuperación, sino que deberá preparar su economía para una próxima crisis que se producirá tarde o temprano, con el objetivo de que no se vuelva a repetir esa intensa destrucción de empleo, impropia de una economía como la española”.

No deviene gratis esta afirmación, toda vez que, según datos que publica Europa Press, provenientes del observatorio de Bruselas, la Eurozona cerró 2015 con una tasa de paro del 10,4%. Esta cifra es un punto inferior a la registrada hace un año, en diciembre de 2014, cuando dicha tasa se situó en el 11,4%, lo que además supone la tasa más baja desde septiembre de 2011, según los datos ofrecidos este martes por Eurostat. Sin embargo, España vuelve a situarse como el segundo país con mayor tasa de paro de toda Europa (20,8% el doble de la media europea), sólo por detrás de Grecia, cuya tasa está en el 24,5%.

También sería interesante considerar los datos ofrecidos en referencia al desempleo juvenil, habida cuenta que las mayores tasas en esta materia se observaron en Grecia (un 48,6% en octubre de 2015), España (46%), Croacia (44,1%) e Italia (37,9%). Por su parte, los países con menores tasas de desempleo juvenil fueron Alemania (7%), Dinamarca (10,3%) y República Checa (10,9%).

Estamos escuchando estos días muchas propuestas y ofrecimientos programáticos encaminados hacia la derogación de las últimas reformas laborales, pero ninguna de ellas muestra alguna iniciativa creíble dirigida a contraponer el sistema que propicie que los denominados avances sociales no se constituyan como un freno hacia el empleo, en lugar de propiciar la generación de los parámetros específicos destinados a que éste se fomente y se consolide.

Tal y como en algunas otras ocasiones hemos comentado, la dualidad es la circunstancia que más dificulta la justicia social en el panorama laboral español. Los privilegios de los consolidados, se contraponen a los de los desempleados, especialmente a nuestros jóvenes demandantes de empleo a la hora de conseguir el acceso al mercado laboral con las debidas garantías. En consecuencia, las alternativas al empleo por cuenta ajena, pasan por educar a la juventud hacia el emprendimiento desde la propia escuela, tal y como se viene realizando en los sistemas educativos nórdicos con unos resultados verdaderamente espectaculares.

La enseñanza del emprendimiento viene a propiciar un carácter constatadamente beneficioso a la economía de un país, habida cuenta que dicho sistema capacita a la juventud para asumir la responsabilidad y la eficacia intrínseca a la hora de acometer sus responsabilidades ocupacionales, y además desarrolla sus facultades individuales mediante el fomento de la autoestima y la confianza en sus propias capacidades.

Desde muy jóvenes, los futuros emprendedores (todos los estudiantes en potencia), son formados en el perfeccionamiento de sus actitudes, comportamientos y habilidades que les capacitan progresivamente para su irrupción en el mundo del trabajo y el progreso en sus futuras carreras profesionales, así como en el conocimiento de las herramientas precisas para mejorar la interactuación en la comunidad entre la que deberá desenvolverse en el futuro, contribuyendo a la viabilidad de ésta.

En los países más avanzados de Europa, como podemos considerar a Alemania, Dinamarca, Austria, Reino Unido e Irlanda, la formación integral sobre el emprendimiento es practicada desde la escuela básica, apoyada directamente mediante la comparecencia en las aulas de emprendedores autónomos, comerciantes y empresarios de distinto nivel, quienes informan a los alumnos desde niños tanto de las oportunidades a emprender, como del conocimiento de los diversos riesgos a asumir y las experiencias obtenidas en su discurrir cotidiano.

En la didáctica de estos países deviene fundamental el implantar desde una temprana edad la asimilación de los conceptos básicos de la economía, todo ello como un concepto esencial que adquiere características de normalidad en el sistema, al tiempo que va formando al futuro profesional a obtener una mejor idea de los engranajes del procedimiento, le capacita para la identificación tanto de los posibles errores, como de la captación de las oportunidades, aprendiendo a crear mediante la iniciativa y la imaginación, huyendo en todo caso de la comodidad del “pelotazo” sin riesgo.

Frente al modelo paternalista tradicional acometido en España, y promesas asistencialistas del populismo desincentivadoras de iniciativas y de esfuerzo, cuyas negativas consecuencias son más que evidentes, en los países de vanguardia se viene procediendo a propiciar el auténtico diálogo entre escuela, universidad, empresas y administración gubernamental, eludiendo todo monólogo paternalista entre instituciones y la búsqueda del voto del incauto.

La juventud europea es iniciada hacia el conocimiento de la realidad socioeconómica, constituyéndose desde el principio en parte fundamental del constante diálogo que debe fluir para conocimiento de los gobiernos de las dificultades propias del devenir diario del funcionamiento empresarial a la hora de propiciar la riqueza y el empleo de cada país. Países como Dinamarca la promoción de la educación para el emprendimiento se efectúa mediante la coordinación de la acción por dos ministerios, el de Ciencia y el de Educación, mediante el desarrollo de un programa activo conjunto de educación para el emprendimiento a nivel estatal.

Según el innovador empresario Alan Gibb, Ingeniero y Economista neozelandés, inventor de un modelo de cuatro factores que se complementan para obtener como resultado el proceso empresarial para la constitución y desarrollo de la nueva empresa, “la educación adecuada en el mundo empresarial, desde la escuela a la universidad, no únicamente ayuda a la creación de un tejido empresarial más sólido y productivo, sino que propicia la transición de la pequeña a gran empresa, así como al desarrollo tecnológico”.

Es evidente que los partidos políticos españoles, a derecha e izquierda del espectro, no juegan en el mismo campo que sus homólogos europeos. En nuestro país se antepone la demagogia inherente a la oferta asistencialista del escaso esfuerzo, a la implantación de un sistema de formación para el emprendimiento generador de capacidades y de riqueza. Y todo ello por la incapacidad manifiesta de nuestros responsables políticos para adoptar la concepción de planes de actuación específicos a efectos de superar definitivamente esta insoportable lacra que origina la ralentización de la actividad económica, cuyas consecuencias vienen a desembocar en la irremisible condena al paro y a la desesperación a más de veintitrés millones de personas.

Acontece impresentable la actitud de nuestros responsables políticos de toda índole, así como su incapacidad de consensuar un sistema el cual ya se constata experimentado y con notable éxito en los países más desarrollados del contexto al que pertenecemos. La derecha, más preocupada de defender sus privilegios que a liberarse de sus complejos más ancestrales, no acierta a anteponer el interés general a su insaciable apetencia de dominio económico. Y la izquierda, atenazada por sus regresivos tics colectivistas y asistencialistas, no ve más allá de su concepción sainetil y folclorista propia de un sistema caduco y trasnochado, el cual, lejos de propiciar la creatividad y el esfuerzo, anima al estatismo y la inactividad más retrógrada.

Nada que ver en referencia a los políticos de hoy con aquellos que en una dura transición dejaron de lado sus puntos de vista para, elevando sus miras, consensuar una salida digna a una sociedad masacrada por cuarenta años de dictadura. Verdaderamente el tiempo transcurrido ha agriado el vino en la barrica de nuestra política.

Deseo concluir el presente artículo mediante la exposición de una reflexión efectuada por el escritor y maestro de yoga Ramiro A. Calle, quien nos envía un mensaje que bien les valía hacerles pensar a quienes dentro de unos días van a inundar nuestros medios de comunicación con soflamas y demagogia, en el circo de un espectro guionizado de postureo y ficción hacia la añagaza política: “El poder debe ejercerse sobre sí mismo para lograr la evolución consciente y humanizarse. El poder por el poder, dictado por la ofuscación, la avidez y el odio, siempre es putrescible y trae fatales consecuencias. Es el lado más oscuro, siniestro y destructivo del ego. Donde hay poder no hay amor y donde no hay amor no hay esperanza”.

Lo verdaderamente preocupante de ello suele ser que estas cosas no se escuchan, y si llegan a escucharse, no interesa para nada su asimilación.

Julián Sánchez

6-5-2016

Comparte: El empleo, la crisis y la política