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LA BITÁCORA DE BRAUDEL. JCPG

No saben lo que dicen los de Convergencia catalana cuando proclaman que lo de Pujol es un asunto de familia. Nos recuerdan a la gran familia Corleone, protagonista de películas memorables en las que no era la virtud, el civismo y el sentido humanitario lo que más predominaba. La familia de marras acumula ya muchos asuntos turbios: negocios sucios con las ITV de Cataluña, el viejo tema de la Banca Catalana, evasión fiscal multimillonaria, vicios caros, … La evasión fiscal parece haber sucedido hacia Andorra, aunque también parece que algunas perras han fluido hacia Suiza. Suiza es tierra ajena, pero Andorra es tierra familiar, pues se inscribe dentro de un territorio que el pujolismo y el mismo catalanismo consideran propio de Cataluña; vamos, que Andorra es un componente más de los famosos Països Catalans. En otras palabras, que nos pueden decir que no hay evasión, porque en realidad lo han guardado en casa. 34 años nada menos para poner en orden el dinero evadido, hurtado a la hacienda de todos.

La familia, en este caso los Pujol, está implicada hasta las cejas. Pero tales latrocinios nunca se han hecho desde la soledad. La complicidad de unos cuantos es casi siempre una condición indispensable. La cosa viene de lejos, porque la corrupción, familiar o no, no ha parado de producir lodo, parafraseando un extraordinario dibujo de El Roto. Haré un paréntesis que creo es necesario: hablar de política abiertamente en un país donde la atmósfera está tan envenenada es peligroso, pero trataré de evitar las opiniones y las vanas descalificaciones.

La absoluta credulidad en los políticos puede originar deformaciones casi tan graves como las que provoca el escepticismo excesivo. El líder nacionalista catalán comparte con todos los seres humanos la condición de individuos finitos, pues como mucho se nos adjudica en nuestro país una esperanza de vida de unos ochenta y tantos años. En 1500, la esperanza de vida no superaba los cuarenta y tantos, pero la corrupción estaba tan extendida como ahora, e incluso quizás más en muchas esferas de las sociedades mediterráneas.

Entonces, buena parte de la provincia de Cuenca, a la que nuestra comarca estaba adscrita, estaba dominada en mayor o menor medida por las actividades económicas de diferentes clanes familiares. Estos grupos familiares, auténticas compañías de negocios de la época, se dedicaban a cerrar tratos sobre lanas y otras materias, incluso con comerciantes internacionales que luego exportaban estas mercancías a diferentes centros industriales de Europa. Los Alcalás conquenses habían alcanzado una alta reputación en estos negocios y su nivel de beneficios era singular a principios del XVI.

Los Pujol comparten con los conquenses Alcalás el dedicar sus esfuerzos a los “asuntos de familia”. Dejaron a deber a un tal Mendaño una abultada cantidad, procedente de una contratación de lana precisamente cerrada en Camporrobles. El tal Mendaño, que quería cobrar, apeló hasta donde pudo, incluso se dirigió a la Corte, que en 1515 estaba en Valladolid. La raíz del impago de los Alcalás a Mendaño no era una falta de liquidez.. Tenían perras para pagarle. Había un asunto de faldas por medio: los amoríos de Juan de Alcalá con la novia de Mendaño.

Tensión. En el asunto Pujol también hay una valiente novia de por medio denunciando el latrocinio en una tierra, la catalana, donde esta familia es o ha sido todopoderosa. Pugna política, también: los Alcalás son regidores, arrendadores de rentas en Cuenca, etc. El pulso llega al mismo consistorio conquense. Durante un tiempo todo pareció calmarse. Salvo Mendaño, que no cobraba y seguía dando por saco. Llegó la oportunidad de la venganza: delatar el criptojudaísmo de los Alcalá ante los inquisidores. Era jugada arriesgada, porque decir tal cosa de sus deudores podía despertar el interés por sus creencias de los mismos inquisidores. Pero se echó la manta a la cabeza y allá que fue contra los Alcalá.

Los asuntos de familia se resuelven en familia. A no ser que no sean tan familiares. A no ser que impliquen a más personas, a toda una organización. El tema de Mendaño sacaba a la luz unas prácticas comerciales legales. Pero también asuntos más turbios, como el sexo entre Juan y la novia de Mendaño; y lo que era más importante: los amaños de precios de las suertes del pastoreo en la sierra, asunto este que rebasaba lo sexual y familiar para desvelar una ancestral práctica del poder, que es la de ser ejercido muchas veces en beneficio de una familia o de un grupo. Hacia 1520, los Alcalá llevaban casi un siglo ostentando cargos en el ayuntamiento, en el núcleo del poder conquense. Contrapartida: los demás también pierden porque no acceden en igualdad de condiciones al posible negocio.
Hay que ver cómo se parecen algunas actuaciones de nuestros antepasados a las de nuestros contemporáneos. Se dirá que la naturaleza humana es la que es, y en esto hay poco que hacer, a lo que parece. Pero es más que vergonzoso que quienes han dirigido esta sociedad no se hayan aplicado a sí mismos la misma receta. Sean sinceros en sus declaraciones de renta, se nos ha dicho. Hacienda somos todos, se nos ha repetido. Hemos comprobado cómo el fisco nos perseguía por doscientos o trescientos euros que un día se quedaron sin declarar. Evidentemente no teníamos una familia tan protectora y amorosa como la de los Pujoles, Alcalás y tantas otras.

El patriarca de la familia Pujol ha salido a defender a sus polluelos reconociendo que durante treinta y tantos largos años ha estado engañando y robando a los españoles. El patriarca de los Alcalá, don Pedro, dio con sus huesos en las cárceles del Tribunal de la Inquisición y jamás salió de allí; no por corrupción, sino por realizar prácticas religiosas prohibidas, esto es, por practicar el judaísmo. Afortunadamente nadie hoy va a la cárcel por adorar tal o cual Dios. De momento, por corrupción hay unas cuantas celdas ocupadas. Los judeoconversos perseguidos de nuestro pasado levantan nuestra indignación y nuestra compasión; sentir compasión por un elemento como Pujol es, como mínimo, una tomadura de pelo.

En Los Ruices, a 28 de julio de 2014.

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