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Fuente elmundo.es /JAIME NICOLAU Valencia

Hace unos días era el vino francés el que pedía ser declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. También lo han hecho algunas zonas productoras españolas. Pero ahora lo hace la más antigua, la que puede atestiguar apoyándose en datos científicos que fue la primera zona productora de la Península: la comarca de Requena-Utiel. No en vano, el yacimiento de Las Pilillas, uno de los pilares más importantes del proyecto Territorio Bobal, tiene atestiguada una antigüedad de 2.700 años. O lo que es lo mismo, que en la zona se hacía vino en el siglo VII a.C. También ofrecen el mismo resultado los estudios realizados en la cerámica encontrada de esa época. El camino está iniciado y unido a muchas partes que han decidido sumar fuerzas bajo ese paraguas de Territorio Bobal.

Una de las personas que más empeño ha puesto es Carmen Pérez que, además de directora gerente del Instituto Valenciano de Conservación y Restauración, es de la zona y también se sigue sintiendo agricultora. «Tenemos una gran ventaja que nos hace ser optimistas y es el hecho de contar con el yacimiento de las Pilillas, entre otros emplazamientos, que data de los íberos, cuando otras zonas presumen de yacimientos romanos. Desde entonces nunca ha dejado de hacerse. Ni siquiera cuando la plaga de la filoxera arrasó el viñedo europeo», reflexiona. El camino ahora iniciado no va a ser corto, entre 2 y 6 años, pero Pérez tiene claro que el proyecto tiene a favor y los que pueden perjudicarlo. Entre los primeros hay que situar «la autenticidad, la perdurabilidad en el tiempo durante todos estos siglos y que el paisaje es único y especial», señala. En contra, apunta Carmen Pérez, «el que España sea con Italia el país con más bienes culturales patrimonio de la Unesco».

Además, en su quimera Carmen ha sido capaz de ‘enganchar’ a Territorio Bobal a la denominación de origen Utiel-Requena y un buen número de bodegas que llevan la bandera de la variedad autóctona por todo el mundo. «Si lo conseguimos va a ser un valor añadido enorme para el vino de la comarca».

Territorio Bobal

La manifestación cultural, económica y paisajística que representa el cultivo de la vid en la meseta de Requena-Utiel aporta como atributos una antigüedad acreditada; la continuidad a lo largo de los siglos y un elemento diferenciador de primer orden que descansa en la variedad autóctona Bobal. El ámbito geográfico de la denominación de origen es el espacio físico y cultural en el que se han encontrado algunas de las evidencias arqueológicas más antiguas sobre la producción de vino y su comercio y en el que la actividad vitivinícola se ha mantenido de forma ininterrumpida hasta hoy.

Estos dos atributos: antigüedad y continuidad ambos acreditados por numerosos estudios e investigaciones, han dado como resultado un paisaje geográfico, humano y cultural único, que tiene como símbolo y expresión última de su continua evolución a la variedad autóctona Bobal y que lo hacen acreedor del reconocimiento de la UNESCO.

Se trata, probablemente, del objetivo más ambicioso y complejo acometido en la comarca en los últimos años, aunque el esfuerzo realizado es compensado con creces con los beneficios que aportaría la declaración. Lograrlo es objetivo de todos los que han trabajado en el proyecto hasta ahora, pero también fundamentalmente de la población local. Ése es ahora mismo el principal objetivo del grupo y por ello, entre otras iniciativas, se ha constituido la Asociación Territorio Bobal, un vehículo para apoyar y participar en el desarrollo de este proyecto.

Las Pilillas

El yacimiento de Las Pilillas es un asentamiento íbero considerado como el centro productor de vino más antiguo de España. Ubicado en el margen derecho de la rambla de Los Morenos, próximo a la pedanía de Los Duques (Requena), contiene grandes bloques calizos en los que desde finales del s.VII a.C. se excavaron lagares para el pisado y la extracción del mosto que, con la fermentación, se convertiría en vino. Se trata de dos pilas a diferente nivel y comunicadas por unos orificios que permiten que el mosto pase de la pililla superior a la inferior para su recogida y fermentación.

«Todo el complejo entorno al lagar se organizó en función del transporte de la uva y la elaboración del vino por medio de potentes terrazas que permitieron salvar los desniveles de la ladera», señala la arqueóloga Susi Pérez. En cuanto a la elaboración de vino, los primeros testimonios arqueológicos que permiten hablar de producción en la Península se encuentran en L’ Alt de Benimaquia y Pilillas, pero sólo aquí existe un complejo creado exclusivamente para la producción de vino.

En resumen, que la quimera no lo es tanto y los datos científicos parecen respaldar el hecho de que el vino de la Península naciera en esta comarca. El expediente está en marcha, ahora es el Ministerio el que debe tomar el guante, y defenderlo en Europa. Será entonces cuando la Unesco tome la palabra.

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