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El tiempo de carnaval con sus mascaradas de raíz pagana y mayor permisividad anticipa la rigurosa y austera cuaresma. En Requena siempre han tenido un fuerte arraigo los carnavales y se encuentran bien documentados ya en el siglo XIX.

El “baile de máscaras”, no siempre asociado al carnaval, fue muy del gusto de la época del XIX y en varias actas del Ayuntamiento se conceden permisos para celebrarlos, a veces con afán recaudatorio para alguna causa, como por ejemplo para la Milicia Nacional en febrero de 1855.

En febrero de 1866 se solicitó el claustro del ya exconvento del Carmen para realizar bailes de máscaras durante el carnaval.

El carnaval en Requena era una fiesta bien organizada y estructurada a partir de comparsas con un preludio organizativo serio en el que se optaba por un tipo de disfraz uniforme y una buena música ensayada. No se trataba de murgas espontáneas y meramente burlescas. Se escogían tres o cuatro canciones modas (chotis, polka, valses, mazurcas, jotas, seguidillas, pasodobles) y se les acoplaban unas letras satíricas e ingeniosas relacionadas con sucesos de la población o letras pretendidamente románticas. En algunos casos, la música era de autores de prestigio como Mariano Pérez Sánchez o escritas por autores como Venancio Serrano Clavero.

Un baile de maestros, el llamado “Baile de los Lanceros”, iniciaba el baile de gala del Carnaval hasta antes de la Guerra Civil. La Glorieta y el Teatro Circo eran los sitios elegidos de celebración del carnaval hasta la Guerra de 1936.

La gran crisis de finales del s. XIX en Requena es perfectamente retratada en la mascarada del Carnaval de 1894 denominada “¡Buena está Requena” donde se describe la fuerte crisis víticola: “!Adiós, majuelos, / adiós, tinajas, / adiós, bodegas / de esta ciudad! No hay en Requena / ni un perro chico…/ ¡Vaya un entierro / fenomenal!”. También en 1900 la comparsa se dedicó al vino con el título aclaratorio de “Arroz y ratas con vino de Requena”. Son muchas las comparsas de la época que nos han dejado sus textos:”Los cocineros” (1888), “Los sopistas” (1890), “Los clowns” (1892), “Marinos del Amor” (1892), “Los Parrandas” (1896), “Los Pierrots” (1898)…

Tras la Guerra Civil se prohibieron los disfraces y constan multas gubernativas de 10 pesetas en 1949 a dos vecinas por pasearse por diversas calles de Requena con disfraz de máscaras con antifaz por motivo del Carnaval.

Tras la prohibición, el Carnaval se recuperó en 1990 a propuesta de la Coordinadora de Actividades Teatrales Arrabal instaurándose la figura del Botarga Ceporrón como sucesor de los antiguos graciosos. El Botaga fue reemplazado por el actual del Rey de Cepas al año siguiente (1991) junto con inclusiones de parte de la estructura actual de la fiesta: pregón anunciador , entrega de llaves, entierro de la sardina… Se incluyó actos como la “carnavalada” del sábado por la mañana, la confección de “judas” para los niños a modo de cucañas o la banda de tambores del Rey de Cepas. La crítica ciudadana siguió formando parte de las coplas como expresaban en 1993 “La murga del arquitecto” o se hacía eco de algún suceso como el descubrimiento del tesoro de los Ferrer de Plegamans en “Los tesorillos”.

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