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Conocemos de cerca la historia de la bodega Sebirán junto a Ken Wagener, gerente de la misma

Requena (05/09/2021)- Yolanda Hernández S.

Hoy os invitamos a conocer más de cerca la Bodega Sebirán, y a uno de los propietarios, que la regenta desde hace 10 años: Ken Wagener.

Una bodega anclada en Campo Arcís, que perteneció a la familia de Oria, con 45 hectáreas de viñedo y que data de 1914. Estos fueron sus principios en la historia para más tarde pertenecer al conocido como “El Francés” (que de francés tenía poco, pero vendía el vino a Francia), más tarde a la familia Ribes y por último al “afro-alemán” Ken Wagener y a su socio “El Sueco”.

Y es que nos cuenta nuestro protagonista de este reportaje, que esta decisión de comprar la bodega, surge de una cena en Marbella, quizás llevados por un punto de locura, dudando “si montar un restaurante o una bodega, y a unas malas, si no funcionaba, se podían beber los vinos que hicieran”.

Sus vinos son todo un espectáculo, entre letras, gallinas y pcr anda la cosa. Pero sin duda, el punto fuerte es su vermut tinto, “Fernanda Fernandes”. El éxito del mismo ha sido su fórmula secreta, que solo Ken conoce. Además, en un futuro bastante cercano llegará “Maripuri”, un vermut blanco que seguro sorprenderá.

Desde luego Ken, tras tantos años afincado en España, ya se siente muy de nuestra tierra, y no se va a ir de Requena porque adora este estilo de vida y el mar de viñas que nos rodea. Recuerdo una frase que me dijo en una anterior entrevista: “una bodega es el peor negocio para el bolsillo, pero el mejor para el corazón”. Quizás por ello quiere tomarse un respiro: tiene en venta Sebirán, ha dejado tras 3 años y medio la presidencia de FereVin, y quiere disfrutar como agricultor. Pero los que le conocemos, sabemos que no sabe estarse quieto, que su futuro seguirá ligado al vino, de una u otra forma, y que pronto se le ocurrirá otro negocio y otra aventura para vivir. ¡Te seguiremos de cerca en la próxima locura!

NOTA DE CATA : VINO ROSADO “PCR”

Sin duda, resaltar su nombre y el marketing de la botella, donde nada es lo que parece. Su nombre, PCR, que en este caso no tiene nada que ver con las pruebas de diagnóstico del Covid, sino, “Prueba de Cantidad Restante”. Una forma de medir cuánto vino nos queda por disfrutar.

Destacar su alta intensidad aromática que nos recuerda a piruleta, chuches, fresa. Aromas propios de la variedad con la que ha sido elaborado, la bobal.

En boca una acidez equilibrada que le da notas de frescura muy agradecidas en esta época de verano. Y entre copa y copa, la botella denota que has llegado a la pcr negativa, que implica empezar otra botella para disfrutar, a ser posible, con los amigos.

Comparte: UN PASEO POR BODEGAS SEBIRAN CON KEN WAGENER