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Cuaderno de Campo. La Naturaleza de la Meseta de Requena-Utiel

Javier Armero Iranzo   /   26 de noviembre de 2019

El río Cabriel, por fin Reserva de la Biosfera.

El pasado 19 de junio una magnífica noticia relacionada con la conservación de la naturaleza asaltaba a los titulares de los medios de comunicación de todo el país: la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), declaraba el Valle del Cabriel como Reserva de la Biosfera. Así lo decidió en París el máximo órgano de Gobierno del Programa Persona y Biosfera (MaB) en su 31ª edición del Consejo Internacional de Coordinación, del que España forma parte.

Un magnífico reconocimiento a un espacio de indudable calidad ambiental y del cual la Meseta de Requena-Utiel aporta una considerable superficie. Nada menos que 761,457 km2 aparecen dentro de los límites del nuevo marco de protección repartidos entre la totalidad de los términos municipales de Villargordo del Cabriel,Venta del Moro y Caudete de las Fuentes, así como casi la mitad del de Requena(concretamente los 383 km2 de su jurisdicción que forman parte de la cuenca hidrográfica del Cabriel).

La nueva Reserva de la Biosfera se extiende a lo largo de cuatro provincias correspondientes a tres comunidades autónomas diferentes (Aragón, Castilla-La Mancha y Comunidad Valenciana) y cubre la totalidad de sus municipios por donde discurre el río o al menos por aquellos en que sus términos presenten más de un 15 % de su extensión en su vertiente hidrológica. En concreto son cinco municipios de Teruel, 37 de Cuenca, 6 de Albacete y los cuatro citados anteriormente para la provincia de Valencia. Curiosamente la única localidad excluida de todo el ámbito territorial considerado es Cofrentes, donde el Cabriel ya confluye con el río Júcar.

En total el Valle del Cabriel aporta a la Red de Reservas de la Biosfera de España 4.217,66 km2, lo que la sitúa en cuanto a extensión en el quinto lugar tras las de la Meseta Ibérica, Mediterráneo Intercontinental, Tajo Internacional y Dehesas de Sierra Morena. En su conjunto España tiene declaradas un total de 52 que abarcan más de 60.000 km2, lo que implica a un 12% del territorio nacional, siendo el país con mayor número de espacios protegidos de este tipo a nivel mundial.

Las Reservas de la Biosfera reconocen aquellos territorios ambientalmente bien conservados en los que sus habitantes mantienen unos modos de vida sostenibles con el medio natural que ocupan. Con la declaración de estas figuras de protección internacional se pretende compatibilizar y conciliar la preservación de los distintos espacios naturales con el desarrollo social y económico de las personas que viven allí. En definitiva se aboga por un aprovechamiento equilibrado de los recursos naturales y que contribuya a mejorar la calidad de vida de las poblaciones humanas asentadas en ellas.

Cuchillos del Cabriel y puente de hierro

El territorio declarado como Reserva de la Biosfera debe contar con una estructuración en torno a tres zonas complementarias y bien integradas entre sí: núcleo, tampón y de transición. La Zona Núcleo es la menos alterada por el ser humano y cuya función principal es la de conservación del medio natural. Por ello suele coincidir con figuras de protección de la naturaleza ya previas. La Zona Tampón es un área de protección de la zona núcleo por lo que las actividades humanas en ella han de ser compatibles con la conservación de aquella y contribuir, además, al mantenimiento de los modelos tradicionales de aprovechamiento del territorio así como al desarrollo de la educación y de la investigación. La Zona de Transición, por último, es aquella en la que acoge a la mayor parte de las poblaciones y a las actividades económicas de sus habitantes. Aquí se deben promover y experimentar acciones de desarrollo socioeconómico siguiendo siempre criterios de sostenibilidad.

Así, en nuestra comarca la Zona Núcleo de la nueva Reserva de la Biosfera abarca la totalidad del Parque Natural de las Hoces del Cabriel, mientras que la Zona Tampón coincide con la zona de amortiguación del mismo. Por último, la Zona de Transición se extiende por el resto del territorio considerado.

La Reserva de la Biosfera del Valle del Cabriel, con el tiempo, deberá disponer de un Plan de Acción que coordine las estrategias y los programas de actuaciones de cara a conseguir los objetivos generales planteados en estas figuras de protección. Con todo ello, aparte de conseguir la preservación de los valores naturales que han motivado su declaración, se intentarán mantener las formas tradicionales de aprovechamientos de los recursos que han facilitado que el espacio natural haya llegado en aceptables condiciones a día de hoy.

En este sentido los habitantes de la Reserva podrían beneficiarse de determinadas medidas que deberían contemplarse en dicho Plan. Principalmente éstas serían las encaminadas a la promoción de inversiones, a la captación de subvenciones para el territorio, a la diferenciación de sus productos con un distintivo de calidad que favorezca su puesta en valor y una mejor comercialización, y a la atracción de visitantes que, bien canalizados, podrían aportar nuevos recursos a la economía local. No hay que olvidar que el conjunto territorial que conforma esta nueva Reserva de la Biosfera, y no son excepción aquellos términos pertenecientes a la Meseta de Requena-Utiel, estámostrando una dinámica demográfica muy recesiva que lo está llevando a una acelerada y preocupante despoblación en las últimas décadas.

El enorme valor geológico, biológico, etnológico y cultural de esta amplia región de la península Ibérica ha merecido con creces el galardón internacional que ahora disfruta. Desde el nacimiento del río, allá en el término de El Vallecillo (Teruel) en un magnífico rincón de los Montes Universales, hasta su unión con el Júcar en tierras valencianas, recorre nada menos que 220 kilómetros de espectaculares y preciosas riberas repletas de formaciones geológicas de interés y ricas comunidades de seres vivos. Un espacio natural de los más completos de España que ahora, por fin, ha encontrado en la figura de Reserva de la Biosfera un reconocimiento muy acertado.  

Mariposa del madroño

En sucesivos Cuadernos de Campo se presentarán, eso sí sucintamente, algunos de los principales valores naturales que presenta el Cabriel en el ámbito territorial valenciano. Ámbito que pertenece casi totalmente a la querida comarca a la que se dedican estos modestos ensayos de divulgación: la Meseta de Requena-Utiel. Ojalá su lectura sirva para descubrir y disfrutar de sus parajes más interesantes y también, y por supuesto, para animarse y visitar los espectaculares tramos que se encuentran río arriba, en las magníficas riberas de Cuenca y Teruel.

El artículo de hoy comienza, pues, allá donde el río entra en tierras valencianas. En el municipio de Villargordo del Cabriel. Y allí se topa ya con un elemento artificial que va a condicionar notablemente la dinámica fluvial hasta el fin de su recorrido: la presa de Contreras.

Su construcción se terminó en 1974 y originó un enorme embalse que abarca parte de los términos conquenses de Minglanilla, La Pesquera, Enguídanos y Mira, aparte del ya citado de Villargordo. Cientos de hectáreas de territorio salvaje que quedaron sumergidas para siempreen pro del beneficio humano.

Pero no acabaron ahí los problemas ambientales. La retención de sus aguas origina una brusca desnaturalización del régimen hídrico del río con serias afecciones a la vegetación acuática y especialmente a su fauna asociada. Además, la salida de aguas de la base del embalse también tiene connotaciones negativas en la biocenosis fluvial en cuanto el agua sale varios grados más fría de lo que sería normal e incluso con cierta carga de sedimento que parece arrastrar del lecho del propio vaso. Por otro lado, la presa, de hasta 129 metros de altura, supone un obstáculo infranqueable para la fauna piscícola que hace que aísle totalmente unas poblaciones de otras. Incluso la creación del embalse ha facilitado la suelta y aclimatación de muchos peces alóctonos de esta cuenca con el consecuente impacto para las especies nativas. En fin, un deterioro ambiental de considerables consecuencias para todo un ecosistema acuático ligado al medio fluvial y ripícola.

No obstante, no todo ha sido malo en Contreras por la construcción del embalse. La aparición de una masa de agua embalsada ha posibilitado la aparición, al menos durante la invernada, de algunas especies de aves acuáticas ligadas a lagos y a humedales. Así, en las fechas en que nos encontramos, no es difícil detectar ávidos consumidores de peces como cormoranes grandes Phalacrocorax carbo o somormujos lavancos Podiceps cristatus, principalmente.

Sobre la misma presa o en los cortados naturales de sus cercanías no es raro detectar aves rupícolas tan interesantes como los roqueros solitarios Monticola solitarius o las collabas negras Oenanthe leucura;o incluso, en invierno, de aves ciertamente raras en la demarcación comarcal como el acentor alpino Prunella collaris o el mismísimo treparriscos Tichodroma muraria.

Presa y puente de la carretera vieja de Contreras

La construcción de la presa sirvió para ubicar en ella la antigua carretera de Madrid, la Nacional-III. Pero mucho antes que ella existiera ésta ya pasaba por el bonito puente de mampostería que el ingeniero Lucio del Valle construyó para salvar el río a escasa distancia aguas abajo. De hecho este ingeniero diseñó y construyó la carretera vieja de Contreras entre los años 1845 y 1851 y de la cual este puente forma pare.

Según tengo entendido, la ejecución de este trazado, acomodado a una orografía muy compleja, es un referente en muchas escuelas de obras públicas y además ha sido reconocido como Bien de Interés Cultural por la administración valenciana por su enorme valor patrimonial con el objetivo de preservarlo de cara al futuro.

Bonita carretera y bonito paraje donde se encuentra. Hoy, el camino de Madrid, ni pasa por aquí ni pasa por la presa sino que salva el propio embalse a su través convertido en una autovía con tres carriles por cada sentido aprovechando el quebrado paraje del Rabo de la Sartén, que ha quedado convertido en una isla en medio del pantano.

Venta de Contreras.

En Contreras se encuentra una antigua venta que evoca épocas pasadas en que el paso por el revirado puerto bien merecía un punto de avituallamiento y pernocta en el camino hacia la lejana capital. Trayecto que, si atenemos al precioso plano dibujado sobre una de sus paredes, se hacía en torno a una semana desde Valencia en diligencias tiradas por caballos. Plano en que se representan las diferentes posadas en que paraba en tan aventurado periplo y que hace volar la imaginación a quien lo contempla pensando en esos montes y páramos de singular belleza que encontraría el viajero, como estos a orillas del Cabriel.

Bajando el curso fluvial aparece enseguida un tramo de aguas remansadas en el bravo río. La razón no es más que otra construcción que represa el cauce, aunque esta de modestas dimensiones. Se trata de la presa de Mirasol, que favorece en su somera lámina de agua la presencia de gallinetas Gallinula chloropus y ánades azulones Anas plathyrynchos y, en ocasiones algunas fochas Fulica atra, zampullines comunes Tachybaptus ruficollis y garcetas Egretta garzetta, que recalan aquí durante sus devaneos migratorios por estas latitudes.

Plano del camino real de Madrid. Venta Contreras.

Y ya desde allí se divisa una magnífica lección de geología al aire libre: el paraje de Los Cuchillos. Un formidable escenario pétreo que no deja de sorprender al naturalista  aunque lo haya contemplado decenas de veces.

Resultado sublime de miles de años de erosión diferencial en unos agrestes estratos calizos de curiosa disposición vertical. El agua de lluvia, en su lenta acción geológica sobre los materiales más blandos, ha ido modelando un paisaje poco frecuente en nuestros montes. Crestas, agujas y caídas verticales de decenas de metros impresionan la retina del eventual espectador que se acerca a sus pies. Sencillamente, colosal.

Y bajo esas paredes llaman la atención las aguas cristalinas del río. En el cauce aparece una rica vegetación subacuática constituida por Potamogeton densus y Potamogeton pectinatus, berros Rorippa nasturtium-aquaticum y berrazas o apios acuáticos Apium nodiflorium y que contrasta con unas riberas bien arboladas con distintos tipos de sauces: Salix eleagnos, Salix purpurea y Salix atrocinera, álamos blancos Populus alba, e incluso algún fresno de hoja estrecha Fraxinus angustifolia. Pero, quizás lo mejor de la riqueza florística aparece en el monte inmediato, y especialmente en las impenetrables umbrías que separan los enormes cantiles rocosos. Allí se encuentra un verdadero jardín mediterráneo lleno de interés para los aficionados a la botánica. En laderas inaccesibles y al amparo de magníficas condiciones de humedad crecen carrascas Quercus ilex, quejigos Quercus faginea, madroños Arbutus unedo, durillos Viburnum tinus, labiérnagos Phillyrea angustifolia, aladiernos Rhamnus alaternus, espinos negros Rhamnus lycioides, sabinas negrales Juniperus phoenicea, enebros de la miera Juniperus oxycedrus, lentiscos Pistacia lentiscus, brezos Erica multiflora, ruscos Ruscus aculeatus y torviscos Daphne gnidium entre otras muchas especies de plantas. Rincones vírgenes, no pisados por el hombre, que muestran su esplendor vegetal en excepcionales rocallas naturales.

Polipodium cambricum.

Y precisamente es en los paredones calizos donde se refugian otras especies mucho más exigentes. En pequeñas fisuras o en improvisados salientes rocosos se agarran algunos taxones de mayor interés en conservación: las plantas rupícolas. Así, es todo un espectáculo descubrir allí a las bonitas saxífragas (latepetiolata y tridactylites), con sus características rosetas basales de hojas, o en los parajes más oscuros del cantil a helechos variados como el Polypodium cambricum, o distintas especies de Asplenium, como fontanum o ruta muraria, entre otros.

Por último cabe mencionar también que en la zona de margas a los pies de Los Cuchillo, ya al inicio del valle de la Fonseca, podemos encontrar plantas de interés como el tomillo de Aranjuez Thymus lacaitae o la Hormathophylla lapeyrusiana que son taxones que, salvo excepciones, prácticamente quedan recluidos aquí a nivel comarcal.

La flora de los Cuchillos del Cabriel da mucho de sí, desde luego. Y la verdad, lo mejor es verla, estudiarla y analizar su distribución en función de los distintos microhábitats que allí se dan. Todo un reto para el paciente aficionado a la naturaleza, y en concreto, para el aprendiz de botánico que se motiva con sus propios progresos en el medio natural.

Reserva de la Biosfera. Reserva de vida silvestre. De plantas y también de animales. Un grupo de cabras monteses se asoma desde el precipicio. Ahora no son difíciles de ver, incluso los grandes machos. Salidos de lo más profundo del monte, los viejos monteses cortejan insistentemente a las hembras. Se hallan en plena época de celo. Estas montañas, de abundante y variada vegetación, conforman un territorio magnífico para las cabras. Los roquedos y las laderas empinadas se antojan un refugio ideal para una especie que durante muchos años ha sido muy perseguida por el ser humano.

Afortunadamente la cabra montés Capra pyrenaica vuelve a ser aquí un icónico animal de los parajes más agrestes. Como lo es también ese otro habitante de estos escarpados escenarios: el halcón peregrino Falco peregrinus. Un soberbio ejemplar chilla característicamente desde un prominente torreón. ¡Kii,kii,kii,kii, kii! retumba en el quebrado paraje; la voz de los Cuchillos del Cabriel.

Es emocionante escuchar al proyectil alado. Nada sería igual en las angosturas pétreas del paraje si faltara esta bella criatura. Allá está, otra jornada más mostrando su compacta silueta desde lo más alto del trono. El rey del cielo. El halcón peregrino. ¡Qué bonito es el halcón!

Halcón peregrino. José Ventura

Al acecho de las chovas piquirrojas Phrrocorax phyrrocorax, de las escasas zuritas Columba oenas o de las más abundantes torcaces Columba palumbus, no deja de mirar a su alrededor. Al poco cambia de posadero y se dirige hacia Los Carcachales, en el límite de un municipio con otro. De hecho, la solana de aquella larga masa caliza corresponde ya al término de Venta del Moro.

Buen momento pues, para dejar para el siguiente capítulo la descripción de las bondades del Cabriel en riberas venturreñas. Mucho habrá que contar, pero nunca será lo suficiente para poder comprender realmente lo que da de sí la naturaleza de este lugar. En fin, al menos se intentará.

Mientras tanto, anímense a visitar esa joya natural que es el Cabriel y en cualquiera de sus tramos. Joya, sí; porque en todos y en cada uno de ellos se reconoce perfectamente la valía que lo ha hecho merecer el galardón internacional que ahora luce. El Valle del Cabriel, Reserva de la Biosfera.  Un orgullo para todos.

JAVIER ARMERO IRANZO

Agradezco a José Ventura por la cesión de su fotografía del halcón peregrino y a Víctor París por sus aportaciones en el conocimiento de la botánica del paraje de Los Cuchillos. 

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