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Los Combativos Requenenses.// Víctor Manuel Galán Tendero.

Requena (19/08/19)

Concluida la Guerra Civil, España era un país arruinado y roto. El régimen de Franco debía parte de su triunfo a la Alemania nazi y a la Italia fascista, que empujaron a la II Guerra Mundial, iniciada el 1 de septiembre de 1939. Los alemanes lograron grandes éxitos militares al principio y ante el quebranto francés España cambió el 12 de junio de 1940 su neutralidad por la no beligerancia, dando a entender su alineamiento a favor del III Reich y su posible entrada en guerra. En círculos del franquismo se acarició entonces la idea de conseguir un nuevo imperio español en África y ciertas preeminencias, pero la entrevista de Hendaya (23 de octubre de 1940) no contribuyó para nada al entendimiento entre Franco y Hitler. Los alemanes habían proyectado la conquista de Gibraltar para golpear duramente a la resistente Gran Bretaña, que observó con atención la vida española. Su cónsul en Valencia refirió el descontento de gran parte de su población por los problemas de abastecimiento y varios altos mandos franquistas advirtieron del peligro de romper hostilidades con los británicos. La invasión de la Unión Soviética permitió apoyar a los alemanes sin romper con los británicos con el envío de la División Azul, aprobada en Consejo de Ministros del 23 de junio de 1941. En Londres se llegó a discutir la ocupación de las Canarias, pero al final no se declararon las hostilidades.

Los soviéticos aguantaron la embestida nazi y el 7 de diciembre del 41 los japoneses bombardearon Pearl Harbor. Estados Unidos entraba en el conflicto con su enorme poder industrial. Con todo, sus fuerzas tuvieron que prepararse y en junio de 1942, en vísperas de la gran batalla de Stalingrado, los dirigentes soviéticos reclamaron de sus aliados la apertura de un segundo frente para aliviar la presión alemana. El Estado Mayor norteamericano era partidario de atacar directamente el Norte de Francia, pero el británico lo consideró prematuro y recomendó operar en el África del Norte. Los generales estadounidenses lo juzgaron una subordinación a los intereses imperiales británicos en el Mediterráneo, pero el presidente Roosevelt impuso la cooperación en tales términos. Quería evitar que su país se centrara en las campañas contra los japoneses desentendiéndose del escenario europeo.

Se comenzó a preparar la Operación Antorcha, pero se temió por la actitud que podía tomar la España de Franco, que quizá permitiera el paso por la Península de tropas del III Reich, atenazando a los aliados entre el estrecho de Gibraltar y Tunicia, donde el hábil Rommel había concentrado sus fuerzas. En julio del 42 trazaron aquéllos el Plan Backbone o Columna vertebral, en el que se proyectaron ataques de fuerzas acorazadas contra el Marruecos español y bombardeos contra puntos de la Península. A 4 de septiembre Eisenhower previno al respecto dos divisiones acorazadas y fuerzas aéreas.

Las autoridades españolas eran muy conscientes del peligro, pues sus servicios de inteligencia tenían cumplidas noticias de los propósitos aliados en el Norte de África. Avisaron a sus homólogos alemanes puntualmente, que no acertaron a analizar la cantidad de datos recibidos de distintos puntos. Al final, decidieron concentrarse en sus posiciones tunecinas, con el inconveniente de la Malta británica, que cortaba sus comunicaciones con Sicilia.

El general Asensio, Arrese y Girón eran partidarios de entrar en guerra, pero en aquel mes de septiembre se impuso en el Ministerio de Asuntos Exteriores el general Jordana, desplazando al germanófilo Serrano Suñer. Se sabía que el ejército español se encontraba falto de recursos y con muchos soldados nada adictos al régimen. La prudencia se impuso. El 23 de octubre los británicos emprendieron su nueva ofensiva contra El Alamein y el 8 de noviembre 70.000 soldados aliados desembarcaron en Safí, Casablanca, Orán y Argel, en territorio de la Francia de Vichy, subordinada al III Reich.

Conscientes del riesgo, las autoridades franquistas se prepararon para la guerra. A Requena llegaron entonces distintos requerimientos, no consignados en las actas municipales con prudencia.           Por una información que debemos a Álvaro Ibáñez Solaz, sabemos que el gobernador civil se interesó el 24 de octubre por el personal y el número de enfermos que acogía el Hospital de San Francisco con vistas a la defensa pasiva. Se llegó a ordenar la movilización militar parcial, pero no se alteraron por el momento los servicios de enseñanza. El Ministerio de Educación apuntó el modo de entrega de las instalaciones del Instituto de Bachillerato requenense, alojado aquellos días en El Carmen, en caso de requerimiento militar. También se daría cuenta del personal movilizado para cubrir vacantes. La falta de profesorado había castigado al Instituto durante la Guerra Civil.

De momento la sangre no llegó al río. Aunque la España franquista llegó a planear atacar Portugal, por su proximidad con los círculos diplomáticos británicos, entre el 18 y el 22 de diciembre se reforzó el Bloque Ibérico. Roosevelt y Churchill se dieron cita en Casablanca del 14 al 24 de enero de 1943, sin dar muestras de hostilidad contra España. Desde el Ayuntamiento requenense se atendieron por aquellos mismos meses las prórrogas de incorporación de seis reclutas y se atendió a la pobreza de los mozos. Con todo, el peligro no había pasado.

Se requirió con energía el 28 de enero el teléfono del Instituto y de su director, en caso de alarma. El 17 de febrero apuntó el Ministerio que todos los profesores estuvieran asignados a su guarnición local por la orden de movilización. Sus horarios, por tanto, deberían acomodarse a las necesidades de instrucción. La España de Franco todavía esperaba la guerra.

Sin embargo, Gran Bretaña archivó sus planes contra España a principios de marzo. Hacía escasamente un mes que los alemanes habían encajado la derrota de Stalingrado y la suerte comenzaba a serles adversa en el Frente Oriental. Posteriormente, la guerra se trasladaría del Norte de África a Italia y la España de Franco sobreviviría a la contienda. Mucho se ha especulado sobre cómo hubiera sido nuestra Historia de haberse entrado plenamente en la II Guerra Mundial, de haber considerado con más detenimiento los alemanes las informaciones españolas. Nuestra geografía hubiera padecido terribles batallas. Lo que sí sabemos es que tan devastadora posibilidad inquietó más de lo que ha venido reconociéndose habitualmente, mostrándose a día de hoy desde el búnker de Zahara de los Atunes a los registros del Archivo del IES UNO.

ARCHIVO HISTÓRICO IES UNO.

Carpetas de documentos de entradas de 1942 y 1943.

ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE REQUENA.

Actas municipales de 15 de diciembre de 1941 a 14 de diciembre de 1942 (3593) y de 21 de diciembre de 1942 a 1 de febrero de 1944 (3594).

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