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Los Combativos Requenenses/Víctor Manuel Galán Tendero.

Somos históricamente un país de papeleo burocrático, o al menos tal se aseveraba antes de la digitalización. Azorín no dejó de introducir entre sus guerrilleros a uno que daba acuse de recibo a un espía inglés. Lo que tanto enoja y extraña tiene una gran utilidad para la historiografía, pues por falta de documentos no será, especialmente en Requena.

Alfonso X impulsó una magna obra cultural y cancilleresca, de la que resultaron documentos tan emblemáticos para nosotros como la Carta Puebla de Requena, del 4 de agosto de 1257, escrita en castellano y no en el latín todavía preponderante entre las cancillerías de otros reinos. El cultivo de las letras no fue en absoluto desdeñado por los aguerridos nobles castellanos, empezando por el infante don Juan Manuel, que no dejó de poner su mirada en la estratégica Requena. La pluma podía ser tan efectiva como la espada para ganar batallas y las leyes brindaban amplios frentes de guerra.

Los caballeros requenenses, fueran hidalgos o no, se imbuyeron de esta cultura letrada, máxime cuando tíos o hijos eran sacerdotes con capacidad notarial plena para dar fe. El documento, el privilegio dado por el rey, se convertía en un importante objetivo de guerra. En 1392, los caballeros de la nómina impetraron la protección del rey Enrique III frente a unos regidores que les habían promovido un tumulto, tomándoles documentos de sus arcones particulares. Juan Martínez de Domingo Gómez fue su mayordomo y procurador en esta y en otras lides.

En la Castilla bajomedieval se afianzaron una pléyade de oligarquías que dominaron la vida de sus concejos, lo que no ahorró en absoluto disputas muy vivas. Las turbulencias del Reino, desde la contestación de Sancho el Bravo a los Comuneros, les infundieron nuevos motivos. En 1441, un acosado Juan II amenazó a las parcialidades requenenses para que no sumaran sus fuerzas a las de los infantes de Aragón. Sin embargo, por mucho que se combatieran con saña, todos coincidieron en que a la autoridad real correspondía administrar justicia a través de sus servidores, algo que también dio pie a dimes y diretes de enjundia. Los regidores se encararon con la Real Chancillería de Enrique III por considerar de su estricta competencia el pleito de las rentas de los caballeros de la nómina.

Con tales fundamentos, se entiende mejor la obra de los Reyes Católicas, la doma real que sometió a los distintos grupos sociales por el uso del palo y de la zanahoria, con las leyes y su aplicación más estricta por medio. Acabar con duelos y venganzas familiares que se eternizaban no fue tarea nada sencilla, ni en Requena ni en el vecino reino de Valencia. Con todo, los conflictos fueron encauzándose por las tortuosas vías de los tribunales. Un 6 de septiembre de 1470 don Álvaro de Mendoza entregó sus derechos sobre Requena, pero hasta el 28 de febrero de 1504 (ya conde de Castrogeriz) libró otra guerra en los tribunales por sus rentas. Si combatirlo dejó muertes y destrucciones causadas por los tiros, pleitear con él supuso sus buenos gastos.

Tucídides ya advirtió que el dinero era el nervio de la guerra y el concejo requenense se proveyó de sus bienes de propios, entre los que tanta importancia tuvo el terreno adehesado, para acudir a lances de todo tipo. Con sus dineros se pagaron embajadas y enviados duchos en el trato social y en el laberíntico mundo legal, en la Granada de la Real Chancillería y en la corte fijada finalmente en Madrid. En 1588, el abogado Berlanga tuvo que actuar en aquélla contra las ínfulas honoríficas de Juan de la Cárcel y de los alcaldes de la Hermandad, pero los adversarios también serían externos.

El cobro de la borra por los vivaces seguidores del Rey Pájaro ocasionó un larguísimo pleito con el Honrado Concejo de la Mesta entre 1514 y 1553. La segregación de Mira en 1537 dio pie a otro no menos vidrioso, con el aprovechamiento de la dehesa de la Fuencaliente por medio. No menos preocupaciones y gastos ocasionaron la separación de Camporrobles en 1782. En estas contiendas, era imprescindible disponer del arsenal documental a punto, con sus privilegios convenientemente confirmados por Su Majestad, otra nueva ocasión de dispendio para que el engranaje papelero moviera tan singular mundo, en el que se gastaban fortunas de maravedíes para conseguir papeles que rindieran más maravedíes, al menos en teoría.

Fuentes.

Requena documenta: documentos del mes del Archivo Municipal de Requena 2012-2019, Archivo Municipal de Requena, Ayuntamiento de Requena y Fundación Lucio Gil de Fagoaga, 2019.

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