La comunidad de peces autóctonos que habitan los ríos y embalses de la Meseta de Requena-Utiel está compuesta por ocho especies distintas. Estas se distribuyen por aquellos biotopos cuyas características físicas, químicas, climáticas e incluso biológicas han sido seleccionadas a lo largo de su reciente historia evolutiva.
La ocupación de los distintos cauces, o tramos dentro de ellos, obedece a los requisitos de cada especie, a veces ciertamente exigentes, y que han condicionado su distribución actual. No obstante, afecciones de origen humano como la alteración del régimen hídrico, la polución de las aguas, la modificación de los hábitats, la existencia de barreras infranqueables como las presas o los azudes, la competencia con especies foráneas, la contaminación genética por cruzamientos con variedades alóctonas procedentes de repoblación, o la sobrepesca han colocado al borde de la extinción a algunas de ellas o han hecho menguar considerablemente las poblaciones de otras.
En este Cuaderno de Campo se presentarán de una manera escueta las distintas especies teniendo en cuenta las limitaciones de espacio que un artículo divulgativo de estas características lleva consigo. No obstante se intentará prestar atención a sus características morfológicas, sus modos de vida y su situación actual en la comarca.
Sin embargo y antes de empezar con ello, para una mejor comprensión global de la temática se cree conveniente aportar alguna idea acerca de la estructura física de nuestros ríos, típicos representantes de los cursos fluviales de la vertiente mediterránea, y que condicionan la fauna ictiológica que ha llegado aquí.
El clima en Requena-Utiel es típicamente mediterráneo. Se caracteriza por presentar dos períodos en que las precipitaciones son normalmente más elevadas: la primavera y, sobretodo, el otoño. Lógicamente, esta marcada temporalidad tiene repercusiones en el régimen hídrico de sus ríos y ramblas. De hecho no son raras las riadas en esta última estación. Muchas veces las inundaciones son de tal magnitud que modifican notablemente la morfología del propio cauce.
Y en el lado opuesto está la otra situación; la de las duras sequías de los meses estivales que a veces se prolongan más de lo esperado y que llegan a dejar a los ríos bajo mínimos. Incluso, como ocurre en alguna rambla secundaria, pueden llegar a secarse tramos enteros temporalmente, dejando como mucho alguna poza como reservorio de vida.
La variedad en los lechos fluviales también es un factor fundamental que condiciona la presencia de las distintas especies. Así, hay cauces o tramos con más o menos disponibilidad de grava o arena o con mayor o menor presencia de vegetación subacuática, que facilitarán o no las puestas y el refugio y alimentación de los alevines. También la abundancia de tollos o remansos puede mejorar notablemente las densidades numéricas y el refugio en épocas críticas de algunas de sus especies.
En cualquier caso, una óptima diversificación de los microambientes acuáticos de los que dispone un curso fluvial, o al menos algún sector de ellos, favorece una mayor riqueza en especies, y facilita su preservación en el tiempo.
En general, y por la situación geográfica de la comarca, los ríos con los que se cuenta pertenecen o se encuadran a la tipología de cauces de curso medio. Aún así hay zonas con mayores pendientes relativas, que proporcionan valores más elevados de oxigenación en sus aguas, y que facilitan la existencia de peces más habituales en tramos de montaña, de curso más alto o simplemente que cuenten con rápidos y buena calidad de las aguas. Serían los casos de la trucha común, principalmente, y del raro barbo colirrojo, ambas especies de presencia muy puntual en el ámbito del Cabriel; en ciertos tramos para el caso de la trucha, o en uno de sus afluentes como es el barranco de Hórtola, para el caso del barbo.
La trucha común Salmo trutta en España puede llegar a alcanzar tallas superiores a los 60 cm de longitud, aunque en nuestra comarca es muy raro encontrar ejemplares que se acerquen a esas medidas. Presenta una librea de coloración variable en la que aparecen unas características manchas rojas y negras.
Se distribuye de manera muy escasa por tramos de aguas rápidas del Cabriel, entre Conteras y El Retorno aproximadamente. Se sabía también de su existencia en la cabecera del río Reatillo, probablemente como consecuencia de una antigua introducción, pero actualmente ya no hay. En el Cabriel la población actual presenta problemas de contaminación genética por hibridación con ejemplares centroeuropeos repoblados durante muchos años.
El barbo colirrojo Barbus haasi es una especie endémica española cuya distribución se circunscribe al cuadrante nororiental peninsular. Allí habita los cursos altos de los ríos que vierten al Ebro y algunos de menor entidad de la vertiente mediterránea de Cataluña y la Comunidad Valenciana.
En la Meseta de Requena-Utiel únicamente ha podido ser citado en un único paraje, el barranco de las Salinas de Hórtola; y muy recientemente, ya que no fue hasta 2015 y des pues en 2016 cuando personal especializado del Centro de Conservación de Especies Dulceacuícolas de la Comunitat Valenciana situado en El Palmar (Valencia) y dependiente de la Generalitat Valenciana lo detectó allí. Una grata sorpresa, pues sus poblaciones conocidas más cercanas se sitúan fundamentalmente en ríos del Rincón de Ademuz y del interior de la provincia de Castellón; de hecho sus mejores densidades se dan en el río Villahermosa y en sus afluentes, en la comarca del Alto Mijares.
Se distingue del más habitual barbo común por su tamaño más discreto, ya que no suele llegar a los 20 cm; por sus labios más gruesos, especialmente el inferior que cuenta con un lóbulo medio muy desarrollado; por el moteado oscuro de su piel, y sobre todo por presentar las aletas inferiores de una característica tonalidad anaranjada que incluso llega a intensificar en época de cría.
En general, la comunidad de peces que habitan Requena-Utiel está dominada por los ciprínidos, con cinco especies más aparte del citado barbo colirrojo. Normalmente este tipo de peces no habitan ríos que sobrepasen los 800 metros de altitud ni aguas cuyas temperaturas mínimas medias estén por debajo de la isoterma de los 2ºC.
Así, uno de ellos que aparece de manera ciertamente habitual en todos nuestros cauces, es el cacho, interesante endemismo español. Y entre los barbos aparece aquí el mediterráneo. Mientras que entre las madrillas tenemos dos especies según a la cuenca hidrográfica a que pertenezcan: la madrija o madrilla del Turia y la loina o madrilla del Júcar.
El cacho Squalius valentinus, otra especie endémica de ciertos ríos ibéricos, es un pequeño pez que raramente supera los 20 cm de longitud. De color plateado llama la atención que las bases de sus escamas están teñidas de negro. La boca es prácticamente terminal y presenta una posición súpera lo que denota una alimentación en superficie, principalmente de pequeños artrópodos.
Es una especie muy adaptable ya que consigue vivir en microambientes muy variados. Por ello mismo en Requena-Utiel es una especie ciertamente común y habitual en todos sus cauces. Así se le encuentra por todo el Cabriel y por gran parte del Magro, desde los alrededores mismos de Caudete de las Fuentes hasta distintas localidades de la sierra de la Herrada y Martés, pasando por varias localidades de la Vega de Requena. También aparece por diversos sectores del Reatillo y del Regajo.
El barbo mediterráneo Luciobarbus guiraonis, por su parte, está entre las especies mejor conocidas por el paisanaje local. Su gran tamaño, que puede superar incluso el medio metro de longitud, y que contrasta con una cabeza relativamente pequeña y dotada de cuatro conspícuos barbillones, le confiere un aspecto característico e inconfundible.
Como el cacho, se distribuye muy bien por todos los ríos de nuestro entorno llegando a ser común en muchas localidades, aunque conviene resaltar que su tendencia parece regresiva en otras. Es una especie de hábitos principalmente bentónicos ya que se alimenta de invertebrados que busca activamente por el fondo de los cauces. Al igual que otros peces ya citados, el barbo mediterráneo también es una especie de distribución restringida a ciertos ríos peninsulares; otra especie endémica más. En concreto se localiza en aquellos cursos fluviales de la vertiente mediterránea al sur del Ebro hasta el Vinalopó, aunque también se le ha citado en algunos cauces tributarios del alto Guadiana.
La madrija Parachondrostoma turiense se localiza en dos cauces tributarios del río Turia: el Regajo y el Reatillo. En realidad se trata de otro valioso endemismo ibérico cuya distribución natural queda restringida a las cuencas de los ríos Turia y Mijares.
Es un pececillo del que la mayoría de individuos no suelen superar los 20 cm de longitud total. Presenta un cuerpo ciertamente alargado, la cabeza pequeña y la boca característicamente situada en su parte inferior y que le posibilita raspar las algas que quedan adheridas en substratos rocosos.
Puede vivir en cualquier tipo de aguas, incluso remansadas, pero en época de cría busca aguas corrientes y algo rápidas con lechos en los que abunden las gravas para desovar.
Pero es otra madrilla, la loina Parachondrostoma arrigonis, la que tiene una mayor importancia por estar sus escasas poblaciones en grave riesgo de desaparición. De hecho se trata de un endemismo exclusivo de la cuenca hidrográfica del Júcar y en la actualidad apenas cuenta a nivel mundial con unos pocos núcleos poblacionales principalmente en el río Cabriel a su paso por nuestra comarca, pero también en algún cauce tributario del Júcar como el barranco del Nacimiento en Millares o cierto sector del tramo medio del río Magro a su paso por Montroy o Turís, por ejemplo.
Las razones que le han llevado a esa alarmante situación parecen residir en dos factores fundamentales. Por un lado por la introducción de especies foráneas, como por ejemplo la boga del Tajo Chondrostoma polypelis, cuya competencia con la loina la ha hecho desparecer de amplias zonas de Castilla-La Mancha. Afortunadamente esta especie no se ha localizado en el ámbito valenciano.
El otro factor que la ha debido afectar negativamente es la regulación de las aguas del Júcar y del Cabriel por los desembalses, por ejemplo los que se dan en Contreras. Estos hacen oscilar bruscamente el caudal natural de los ríos y deben influir negativamente tanto en sus fuentes de alimento como en su proceso reproductor, al impedir sus desplazamientos hacia las zonas adecuadas de freza o al eliminar sus puestas directamente. En este sentido cabe destacar el papel que hacen las ramblas aledañas, como Caballero, al servir de refugio vital ante esas exageradas crecidas de agua durante semanas enteras.
Y ya pertenecientes a otras dos familias taxonómicas muy diferentes aparecen dos especies de peces de morfología y hábitos realmente peculiares. En concreto, y restringido al Cabriel, se cuenta con un representante de aguas continentales de la familia de los blénidos, como es el fraile. Hay que recordar que esta familia tiene mucha variedad en aguas marinas de donde tiene su origen evolutivo.
Del fraile Salaria fluviatilis muchas cosas llaman la atención. Por ejemplo destaca su cuerpo alargado y carente de escamas, en el que sobresale una cabeza robusta, lo que le da un aspecto ciertamente curioso. Es realmente un animal pequeño porque su longitud máxima es de apenas 15 cm aunque en la mayoría de casos ni siquiera llega a los diez.
La coloración es variable aunque en la mayoría de veces se distingue muy bien un patrón de bandas oscuras transversales. Los machos presentan una especie de casco que en época de celo es muy evidente y les confiere un aspecto desde luego inconfundible.
Tiene hábitos bentónicos por lo que frecuenta los fondos pedregosos del Cabriel. Allí, al amparo de las piedras del fondo, deposita su puesta y es el macho el que cuida de ella. Realmente interesante, desde luego.
A nivel nacional sus poblaciones están en declive, aunque parece que en el Cabriel sus efectivos numéricos parecen mantenerse a pesar de una excesiva cohorte de especies invasoras que amenazan su posición. Su calificación como Vulnerable en el Catálogo Valenciano de Especies Amenazadas le confiere una importancia relativa en el conjunto de peces valencianos. Se recomienda, por tanto, que se priorice en su seguimiento científico por parte de la administración valenciana competente para actuar de la manera más rápida y eficaz posible ante cualquier eventual cambio que pueda comprometer su situación actual.
El otro pez es la anguila, circunscrito no sólo al Cabriel sino también al Magro y al Reatillo. Habita principalmente tramos de aguas remansadas en los que gusta situarse en zonas vegetadas de las orillas y cerca del fondo.
La anguila es una especie catadroma. Esto significa que realiza espectaculares migraciones entre las aguas continentales y las oceánicas en determinados momentos de su complicado ciclo biológico; o al menos lo hacía antes de que nuestros ríos estuvieran interrumpidos con demasiados ingenios hidráulicos que le restringen totalmente sus movimientos. En concreto su reproducción se da en el mar de los Sargazos a grandes profundidades. Tras el nacimiento, las larvas emprenderán un largo viaje ayudado por las corrientes, especialmente la del Golfo, que les llevará hasta las costas europeas y norteafricanas. En ese trayecto pueden invertir varios años, de tal manera que cuando llegan a nuestros estuarios y desembocaduras la larva adquiere ya el aspecto cilíndrico de la angula.
Actualmente y debido a esa imposibilidad de remontar los ríos por la existencia de presas que les cortan el paso, los ejemplares de anguila Anguilla anguilla que habitan la comarca proceden de sueltas a partir de angulas capturadas en las desembocaduras de los ríos y que la Generalitat Valenciana venía haciendo desde hace años a partir del Centro de Cultivo de Peces de Aguas Templadas situado en Polinyà del Xúquer. En la actualidad la suelta se sigue haciendo, pero la Piscifactoría de Tuéjar.
Su identificación en el medio natural no ofrece ninguna duda al presentar una constitución morfológica, alargada y de sección cilíndrica, que más recuerda a un ofidio que a un pez. Presentan además una única aleta que le recorre el cuerpo longitudinalmente al haberse fusionado la aleta dorsal con la caudal y la anal.
De tamaño medio a grande, supera fácilmente el metro de longitud e incluso algunos ejemplares se acercan al metro y medio y hasta los seis kilogramos de peso. Su coloración varía según los ejemplares habiendo individuos más verdosos, marrones, plateados o incluso amarillentos. Un animal magnífico, desde luego, que diversifica aún más el valor de nuestros ríos y embalses.
Y es que cabe reivindicar el papel que los peces aportan al patrimonio natural de la comarca. Aunque no son muchas especies, sí son muy interesantes por formar parte fundamental de las cadenas alimentarias de los medios fluviales. Además la proporción de especies endémicas es muy superior a cualquier otro grupo taxonómico animal.
Tenemos la suerte de contar con especies realmente valiosas y únicas no sólo a nivel nacional sino también internacional. Pero también una responsabilidad que debemos gestionar con interés y seriedad. Y como siempre, la mejor manera de promover la protección del medio natural es primeramente conocerlo y así valorarlo en su justa medida.
Otra vez más ese es el objetivo del Cuaderno de Campo. Esperemos que este artículo haya sido de su interés y vean a los peces de una manera distinta a partir de ahora.
JAVIER ARMERO IRANZO