Tierra Bobal contará con más de 200 km de ciclorrutas señalizadas
Leer más
El Ayuntamiento de Utiel muestra su apoyo a los agricultores en el desarrollo de las jornadas estatales sobre políticas públicas en el sector vitivinícola
Leer más
Recomendaciones del Centro de Salud Pública Utiel ante efectos del humo tras el incendio de San Antonio
Leer más
Cuaderno de Campo. La Naturaleza en la Meseta de Requena-Utiel
Javier Armero Iranzo     /   1 de noviembre de 2016

Uno de noviembre. Festividad de Todos los Santos. Uno de esos días que en nuestra tradición histórica tenemos bien marcados en el calendario. Es día de recordar y de honrar a nuestros difuntos, aquellos que físicamente ya no están, pero los tenemos bien presentes.

Sin embargo, desde hace no mucho, una costumbre importada de fuera está arraigando con fuerza en España, y por descontado también en nuestro entorno más inmediato. Se trata de celebrar la fiesta de Halloween con toda suerte de recordatorios a la muerte, quizás excesivamente grotescos y exagerados. Lo que teníamos de tradición sobria y llena de respeto, parece convertirse ahora en jolgorio monotemático. En fin, cosas de los tiempos.

Pero, ¿qué tiene que ver esto con los Cuadernos de Campo que tan a gusto escribo sobre naturaleza comarcal? Pues algo a lo que dedicará el ensayo de hoy: los murciélagos y el uso de su imagen como animal maligno y relacionado con la muerte. Nada más lejos de la realidad.

Paseando estos días por Requena, he visto muchos chiquillos con dibujos, pegatinas, muñecos e incluso disfraces con alusiones a los murciélagos. Pobres animales. Si desde antiguo ya había una cierta superstición negativa para con estos animalillos, cargados de demasiados prejuicios, ahora con esta moda que está influyendo de manera considerable en nuestros hijos, la situación se extrema.

Sus hábitos nocturnos, lo desconocido de su biología y su extraña apariencia, muy diferente a la del resto de mamíferos, le han costado la desconfianza, e incluso la aprensión por parte del ser humano. Por si fuera poco, el impacto mediático que supuso la publicación de la novela de Bram Stoker, Drácula, y las numerosas películas basadas en ella, en que un hombre-murciélago causaba el terror allá en la lejana Transilvania, ayudó muy poco en que la imagen de estos interesantes animales mejorara.

Ya está bien de utilizar los animales para expresar el subjetivo desagrado humano hacia determinadas situaciones de la vida. Es una pena tildar de malos presagios a los cuervos, por el mero hecho de contar con el color azabache de su plumaje. O la fama inmerecida que ostentan las serpientes y culebras, señaladas en la Biblia como el propio Diablo por darle la manzana envenenada al bueno de Adán. ¡Qué malas son las serpientes! Y las pobres, no levantan cabeza desde entonces. Y ahora en Halloween, también las arañas, los murciélagos y otros animales, víctimas de la desconsideración más vil por nuestra parte.

Con el de hoy se dedicarán dos artículos a los murciélagos con el objetivo de dar una visión más real de lo que son estos animales, abordando aspectos de su biología y de los servicios que ocasionan, ya no solo en el medio ambiente sino incluso para los intereses del ser humano.

Y quizás, una buena forma de empezar sería contraponiendo esa imagen citada con la noble consideración que la heráldica le ha proporcionado a estos animales a lo largo de la Historia. Así, los murciélagos forman parte de algunos escudos y emblemas de ciudades importantes y cercanas; en concreto, aparecen en los de Valencia y Palma de Mallorca, pero también lo ostentaron en el pasado urbes como Barcelona y Teruel, todas ellas pertenecientes a la antigua Corona de Aragón.

La figura del murciélago es uno de los emblemas más conocidos de la ciudad de Valencia, pero el origen de tal animal en su escudo aún es cuestión controvertida. Hay varias leyendas que relacionan el murciélago con la misma conquista de Valencia por el rey Jaime I, en el que el mamífero podría haber alertado al monarca de la inminente presencia de las huestes enemigas durante una noche en pleno asedio a la ciudad, y que gracias a ello pudo terminar con éxito.

Sin embargo, parece más factible que el origen del murciélago en el escudo de la ciudad sea una simple corrupción o transformación del símbolo a partir del emblema original de dragón (Vibra o víbora) usado en la cimera como emblema personal del rey Pedro IV el Ceremonioso. En cualquier caso, un símbolo para todos los valencianos. Motivo más que de sobra para honrar y respetar a estos animales voladores.

Y una cosa lleva a otras, y que también despiertan grandes sentimientos de identificación y unión: el murciélago de los escudos de ciertos equipos de fútbol. Así equipos tan importantes como el Levante Unión Deportiva o el Valencia Club de Fútbol, o incluso foráneos a la ciudad del Turia como el Albacete Balompié o el Club Deportivo Alcoyano, hacen gala también en su enseña de un murciélago, que hace las veces de simpática mascota del club.  Pero, hablemos ya de su peculiar biología.

Los murciélagos se incluyen taxonómicamente en el orden de los quirópteros. Este grupo lo conforman algo más de 1.000 especies que se reparten por todos los continentes a excepción de la Antártida. En la península ibérica, con los últimos conocimientos que se tienen, se sabe que habitan 31 especies; un número muy alto si lo comparamos con el número total que se distribuye por todo el continente europeo. Hay que recordar que el origen evolutivo de este tipo de animales parece situarse en áreas tropicales del mundo y que a partir de ahí fue colonizando otras latitudes; en Europa, sólo llegaron a hacerlo unas pocas familias. La privilegiada situación geográfica de la península ibérica, a caballo entre África y el resto de Europa, lógicamente ha contribuido a esa rica diversidad de quirópteros.

Son los únicos mamíferos ibéricos que pueden volar; y lo hacen a la perfección. Para ellos han desarrollado una serie de adaptaciones anatómicas que son realmente fascinantes. Así, sus brazos son muy alargados, y los dedos de la mano también, a excepción del pulgar. De hecho los otros cuatro son realmente desproporcionados y unen una piel membranosa, denominado patagio, al cuerpo y a las patas posteriores y a la cola, o al menos a parte de ella. De esta manera presentan unas alas características que le permiten volar activamente impulsadas por una fuerte musculatura que insertan en una poderosa quilla situada en el esternón.

Pero no sólo destacan por su capacidad de vuelo. Sus hábitos crepusculares o nocturnos les condicionan otros comportamientos singulares. Tienen un sistema extraordinario de orientación en la oscuridad y de captura de presas voladoras mediante ecolocalización. Un aspecto de la biología de los quirópteros que ha sido motivo de estudio, e incluso, de desarrollos tecnológicos tan importantes como el radar de los aviones y de los aeropuertos, o el sonar de barcos y submarinos. Consiste en la emisión de ultrasonidos por una laringe muy modificada, los cuales rebotan en los distintos obstáculos de su espacio aéreo inmediato y cuyos ecos recogen por sus pabellones auditivos, extraordinariamente peculiares y sensibles. La información recogida la convierten de alguna manera en un mapa espacial con el que interpretan la fisonomía de su entorno. Incluso esta técnica también les sirve para la captura de los animales que constituyen su dieta. Realmente espectacular.

Esta adaptación única entre los animales terrestres peninsulares le ha servido para ocupar una gran cantidad de nichos ecológicos durante los crepúsculos y las noches, haciendo de estos animales unos característicos seres nocturnos.

En la Meseta de Requena-Utiel, los murciélagos están bien distribuidos. Así, los podemos encontrar por todos los ambientes posibles. Los hay en nuestros bosques, alimentándose del rico plancton aéreo supraforestal; en las sierras más escarpadas, buscando refugios en fisuras y grietas del roquedo; en las riberas de ríos, donde alguno incluso está especializado en la captura de pequeños animales sobre la misma superficie del agua; y también en medios antropizados como campos de cultivo y cascos urbanos de pueblos y aldeas, tan comunes en un paisaje de poblamiento disperso como el que se da en la comarca.

Pero hay más cosas que llaman la atención de estos extraños animales, y son motivo también de admiración de los naturalistas y personas de campo que sienten curiosidad por ellos. Un ejemplo sería su modo de reproducirse; y es que es realmente singular entre los animales de nuestro entorno. Los apareamientos se producen en otoño, pero el desarrollo de los embriones y los partos se producen en primavera, después de que estos animales concluyan un período de hibernación que dura varios meses. Esto es posible porque las hembras disponen de un sistema para conservar fértil el esperma de los machos mientras se encuentran en ese período invernal de aletargamiento.

Ese período de hibernación es totalmente necesario en este tipo de animales; por lo menos para los que habitan nuestra comarca, donde se alcanzan valores térmicos muy bajos durante los meses invernales. Con esas condiciones los recursos tróficos de los que dependen los murciélagos prácticamente desaparecen, obligándolos a guarecerse en refugios a la espera de mejor climatología. Cuevas, simas, oquedades naturales en cintos rocosos o en árboles, e incluso construcciones humanas con un cierto grado de tranquilidad son buscadas activamente por los quirópteros para tal efecto.

Desde luego que la vida de los murciélagos ofrece aspectos realmente interesantes y que maravillan a cualquier persona que dedique parte de su tiempo a contemplarlos. Pero es que además proporciona una serie de beneficios que repercuten notablemente en la dinámica de los ecosistemas, e incluso en los intereses económicos y/o de calidad de vida de las propias personas. La totalidad de especies que habitan la comarca son ávidos consumidores de insectos nocturnos. Ingentes cantidades de polillas y mosquitos, entre otros insectos, son consumidos por nuestros murciélagos. Se ha podido calcular que un solo ejemplar es capaz de comer la mitad de su propio peso en una noche, lo que puede suponer entre 500 y 1000 insectos.

Por ejemplo, se sabe que el murciélago más habitual en nuestros pueblos, el murciélago común o enano Pipistrellus pipistrellus, puede engullir unos 700 insectos voladores en una única jornada. Ello da fe de la capacidad que tienen estos animales de controlar las plagas urbanas y de hacernos la vida más cómoda y saludable a las personas que vivimos en esos núcleos. Y en los campos y montes la situación no es demasiado diferente, por lo que el papel de estos animales en el control de plagas agrícolas o forestales está más que demostrado. ¿Por qué entonces esta aversión generalizada hacia estas criaturas?

Los murciélagos no sólo son unos animales fascinantes en cualquiera de sus aspectos biológicos, sino que también cumplen un papel fundamental en el control de presas potencialmente peligrosas para el equilibrio de los procesos naturales. Son nuestros mejores aliados en la lucha de plagas. Y, de verdad, hasta son realmente bonitos. Muy bonitos.

Verlos volar en los atardeceres sobre los edificios de la ciudad o rondando las farolas iluminadas en busca de las polillas que allí se acercan es algo sumamente agradable. Su estética, su extraña apariencia, su modo de vida tan diferente y la variedad de sus formas y aspectos, los hacen muy atractivos para el amante de la naturaleza. Anímense a verlos con otros ojos. Merece la pena.

Tengan un buen día de Todos los Santos; o de Halloween, si lo prefieren.

JAVIER ARMERO IRANZO

Comparte: Los Murciélagos