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Requena (17/08/17)

LOS COMBATIVOS REQUENENSES. /Víctor Manuel Galán Tendero.

Alfonso XII fue aclamado como el Pacificador tras la liquidación de la tercera guerra carlista. A su factótum Cánovas del Castillo no le hizo la menor gracia el pronunciamiento de Martínez Campos, pues pretendió subordinar el poder militar al civil y reducir gastos de un presupuesto muy comprometido. No obstante, los combates prosiguieron en Cuba hasta 1878, cuando se firmó la paz de Zanjón tras diez años de guerra.

El régimen de la Restauración hizo uso de la ley de reemplazos del 30 de enero de 1856. Por indicación de la superioridad, los gobiernos civiles provinciales ponían en marcha los mecanismos de funcionamiento locales.

El 8 de marzo de 1877 se recibieron en Requena las órdenes del gobernador civil. Se preparó en consonancia el acto de llamamiento y declaración de soldados. Los mozos en edad, los del reemplazo, debían ser convocados, reconocidos y sorteados, un ritual que databa de décadas anteriores y que se prolongaría con matices mucho después.

El Ayuntamiento era esencial en estas tareas. La cooperación entre la administración del Estado centralista y las fuerzas vivas locales fue una nota muy característica de la Restauración, la del llamado caciquismo. El municipio escogía los talladores y los facultativos para reconocer a los mozos. Los elegidos fueron los profesores de medicina y cirugía Felipe Mislata, José García Sisternas, Pascual Ripollés, Heliodoro Montés y Julián Ferrer, y los cirujanos Gregorio Navarro, Juan y Nicolás Zanón.

A continuación, se dirigía al comandante de la plaza, con potestad para designar a los oficiales y sargento que estimara oportunos.

El 23 de junio se entregó en la Caja de Reclutamiento a los cincuenta soldados que le correspondían a Requena por cupo, según el reparto de la Diputación del 29 de mayo. El socorro a los mozos era de cincuenta céntimos diarios, a cargo del secretario municipal.

No todos los agraciados con el sorteo acudieron al servicio activo, ya que se toleraron las sustituciones, llenas de más de una arbitrariedad. Los hijos de las familias adineradas podían redimir con una suma su servicio militar activo por otro mucho más tranquilo y alejado de riesgos. En la Requena de 1877 encontramos que Juan Berlanga autorizó a su hijo Gregorio a sustituir al mozo Francisco Navarro el 5 de julio, y Rafael Martínez también lo concedió a su hijo Cecilio para sustituir a Sebastián García Ponce en el servicio activo el 12 de julio. La obligación de servir a la patria no se aplicó de igual manera a todos los varones, lo que no dejó de tener desagradables consecuencias.

Fuentes.

                ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE REQUENA. Actas municipales de 1877-79, nº. 2770.

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