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Requena ( 22/08/17) Cuaderno de Campo. La Naturaleza en la Meseta de Requena-Utiel
Javier Armero Iranzo

Con este artículo acaba la trilogía dedicada a los peces de nuestros ríos y embalses. Si en el capítulo anterior se hablaba sobre las especies autóctonas que habitan en estos medios acuáticos, en este se abordan aquellas otras que han sido introducidos por el ser humano y que, lamentablemente son ya mayoría.

Nada menos que 10 especies de peces exóticos distintos se distribuyen ya por cauces y pantanos de la comarca, un número muy alto que amenaza seriamente la estructura natural de los ecosistemas fluviales y pone en peligro la continuidad de las especies nativas.

Los peces introducidos tienen un impacto muy serio sobre las especies originarias en los ríos al competir por el espacio y por los recursos tróficos. Así por citar un ejemplo que podría explicar la tremenda rarefacción de nuestro pez más amenazado, la madrilla del Júcar Parachondrostoma arrigonis, la aparición de la boga del Tajo Chondrostoma polypelis en la cuenca hidrográfica del Júcar ha podido ser la causa desencadenante de su desaparición de amplias áreas en Castilla-La Mancha en apenas tres décadas. Afortunadamente no se ha detectado la presencia de ese pez en aguas comarcales.

Pero los peces foráneos también pueden suponer una amenaza importante por depredación directa sobre ellos. Se sabe muy bien que especies introducidas como el lucio, la lucioperca o la perca americana son voraces consumidores de otros peces, lo que representa una afección considerable a las especies indígenas naturales.

Esto, en realidad, es una cuestión de ecología básica. Cada ecosistema tiene su red alimentaria característica y en ella existen unas lógicas fluctuaciones naturales de los elementos que la constituyen en relación a las tasas de reproducción, mortalidad o movimientos migratorios. Pero sí aparecen miembros extraños, como pueden ser peces nuevos, que por un motivo u otro han sido introducidos en ese ecosistema el equilibrio natural que había se ve seriamente alterado.

Si esa especie se adapta a la nueva situación y es capaz de explotar sus nuevos recursos se va haciendo un hueco en la estructura del ecosistema, pero a fuerza de desplazar a otras especies que estaban allí desde tiempos inmemoriales y que ahora no pueden competir con esos factores extraños para los que su historia evolutiva no le ha preparado. Esa es la causa de que unas especies sean cada vez más raras en contra de otras, nuevas, que van expandiéndose de una manera, en muchas ocasiones, ciertamente rápida.

Esto no sólo afecta a los peces autóctonos, sino que en realidad puede tener consecuencias en otros grupos de animales del medio fluvial, como los anfibios que desgraciadamente han sido muy perjudicados por depredación directa de sus puestas, larvas o incluso de adultos por la proliferación de nuevos peces depredadores.

Pero incluso tiene afecciones negativas sobre la estructura de la vegetación, especialmente la que cubre el fondo de los ríos donde han aparecido ciertos peces. Quizás los casos de las carpas y de los carpines rojos sean los más significativos. Las primeras, por ejemplo, al alimentarse sobre el lecho fluvial dañan las raíces y destruyen la vegetación subacuática, lo que origina una mayor turbidez en el agua además de importantes impactos sobre la comunidad de invertebrados que allí viven.

La introducción de enfermedades y parásitos también es una afección conocida de esta cohorte invasora. E incluso la pérdida de calidad genética en algunas especies es otra cuestión importante a considerar. Así, la hibridación entre especies próximas es frecuente entre ciertas especies ibéricas que por medio de translocaciones entre cuencas hidrográficas ahora conviven juntas; por ejemplo entre distintas especies de madrillas. Aquí en Requena-Utiel tenemos el caso particular de la trucha, que ha perdido parte de su calidad genética al mezclarse con individuos de procedencia exógena mediante repoblaciones.

El fenómeno de la introducción de especies junto con la pérdida de hábitats naturales son los principales causantes de la desaparición de especies a lo largo del planeta en la actualidad. Por tanto lo que se está contando aquí no es un  tema menor, ni mucho menos. Además la velocidad a la que se están produciendo estas invasiones en los ecosistemas es muy superior a la capacidad de reacción por parte de las administraciones que velan por el cuidado del medio ambiente.

En lo que se refiere a la presencia de peces invasores en los ecosistemas acuáticos continentales de la Comunidad Valenciana los datos que se manejan no ofrecen ninguna duda sobre la

celeridad del proceso. Así, a primeros del siglo XX, solamente se conocían dos especies foráneas cuya introducción obedecía a intereses piscícolas (caso de la carpa) u ornamentales (caso del carpín rojo).

A partir de entonces y hasta la década de los 80 se aclimataron con éxito cuatro especies más fomentadas por la administración pública: la gambusia, por motivos sanitarios; y la trucha arco-iris, la perca americana y el lucio, para fomentar la pesca. Algo más tarde se trató de reintroducir la tenca, aunque nunca llegó a cuajar en nuestras aguas.

Y desde entonces hasta ahora la lista se ha ido incrementando con al menos ocho especies más. Cinco de ellas relacionadas también con la pesca deportiva: gobio, alburno, lucioperca, siluro y misgurno; y otras tres seguramente por sueltas deliberadas de mascotas: perca sol, gupi y pez gato

En Requena-Utiel, a día de hoy, se corrobora la presencia de poblaciones de todas ellas asentadas en sus ríos y embalses, a excepción del gupi, del pez gato, del misgurno y del siluro; aunque, desgraciadamente, de este úlimo pez se corrobora su asentamiento en el cercano embalse de Forata, en el río Magro. Vamos a describirlas brevemente.

Siguiendo un orden taxonómico se citará en primer lugar a la trucha arco-iris Oncorhynchus mykiss. Originalmente se distribuye por ríos norteamericanos que desembocan en el océano Pacífico. Se distingue de la trucha común por las manchas negras y la conspicua banda lateral irisada que presenta a lo largo de su cuerpo. Además, aunque también prefiere caudales fríos, limpios y oxigenados, no es tan exigente como esta en relación a la calidad de aguas que necesita para vivir.

En la comarca los individuos liberados en las sueltas no son capaces de reproducirse en libertad. Se ha citado su presencia en el tramo medio del río Cabriel, entre los parajes de Los Cárceles y El Retorno, aproximadamente, así como en el embalse del Buseo y aguas abajo del mismo, en el río Reatillo.

El lucio Esox lucius es un impresionante pez depredador originario de los ríos del centro y norte de Europa, de Siberia y de America del Norte. Algunos ejemplares pueden llegar a medir más de un metro de longitud y quince kilógramos de peso; una verdadera bestia de río.

Se distribuye por todo el ámbito  del río Cabriel, desde Contreras a Embarcaderos, sobre todo en tramos de aguas más calmadas o remansadas y con una buena cobertura vegetal en las orillas, en donde gusta refugiarse. También ocupa el embalse del Buseo, en el río Reatillo y, ya en las cercanías de la comarca, el de Benagéber en el Turia.

Su técnica de ataque consiste en el acecho desde las profundidades. Espera pacientemente a que la presa esté lo suficientemente cerca para impulsarse contra ella y capturarla con firmeza con sus mandíbulas, fuertemente armadas con afilados dientes.

Y de un extremo al otro: el alburno Alburnus alburnus. Se trata de un pequeño pez de origen centroeuropeo que cuenta con unas medidas ciertamente modestas, ya que lo normal es que se sitúen entre los 12 a 15 cm como máximo. De coloración típicamente plateada y de cuerpecillo alargado y estrecho, destaca la posición súpera de la boca, que denota una alimentación exclusiva a base de pequeños invertebrados que encuentra en la superficie.

Fue introducido por pescadores deportivos para usarlo como cebo vivo para la captura de otras especies. A nivel comarcal se ha aclimatado muy rápidamente por los principales cursos fluviales. Así, por ejemplo, se sabe que desde que en 1995 apareciera en los embalses de Contreras y Embarcaderos ya se ha extendido actualmente por todos los sectores del río Cabriel.  También se ha constatado su presencia en el Magro, a partir de Hortunas, y en el Reatillo, tanto en su cabecera como en el embalse del Buseo.

De origen asiático, el carpín o pez rojo Carassius auratus es un animal bien conocido por la mayoría de los paisanos por su presencia ornamental en estanques y balsas de fincas de recreo, jardines o parques. En la comarca también se sabe de su existencia en el río Cabriel, concretamente en los embalses de Contreras y de Embarcaderos; en el Magro, a partir de Hortunas de Abajo y en el cercano embalse de Forata; y en el Reatillo, concretamente aguas arriba de la presa de Buseo.

Como su nombre indica, el rasgo más identificativo de este bonito pez es el color de su cuerpo, aunque es verdad que en las formas silvestres predominan tonos más castaños, verdosos o, como mucho, dorados. Lo normal es que no suela superar los 30 cm de longitud total. También se caracteriza por presentar la boca desnuda de barbillas sensoriales, a diferencia de la carpa que sí que las presenta.

La carpa Cyprinus carpio además tiene otras diferencias. La primera y más evidente es el tamaño, ya que no es raro que alguna de ellas pueda llegar a superar los 70 cm de longitud corporal. La boca, terminal y protráctil, cuenta con los citados barbillones con los que detecta la presencia en el fondo de la materia de la que se alimenta: productos vegetales, invertebrados acuáticos e incluso restos orgánicos del fango.

Es originaria de los ríos y lagos del Asia central, desde donde fue colonizando nuevos territorios ya en épocas históricas tanto por su interés piscícola como ornamental. De esta manera llegó a Europa por la dominación romana, y concretamente a España en el siglo XVII por la casa de Austria en los reales estanques de recreo como un elemento decorativo más en sus jardines. El paso a los ríos y pantanos no se hizo esperar mucho y hoy aparece en los principales cursos fluviales ibéricos.

En Requena-Utiel y su entorno inmediato habita en todos sus embalses: Contreras, Embarcaderos, Forata, Buseo y Benagéber. Además se ha citado también en diversos tramos de aguas tranquilas del río Magro a su paso por las vegas de Requena y de Hortunas.

La tenca Tinca tinca, de modo similar a lo que pasa con la carpa, también prefiere zonas remansadas. Se sabe, incluso, que es capaz de soportar en verano las altas temperaturas y vivir en aguas escasamente oxigenadas, con apenas el aporte del preciado gas que se difunde desde el aire. Es, por tanto, un pez más habitual en el curso bajo de los ríos. A nivel nacional hay dudas referentes a si sus poblaciones son autóctonas o alóctonas. A pesar de la intentona de reintroducción por parte de la Administración Valenciana a día de hoy no ha llegado a asentarse en la comarca.

Otro ciprínido exótico, pero de dimensiones más reducidas, es el gobio Gobio lozanoi. Tiene la boca situada en la parte inferior de su cabeza y provista de dos barbillones sensitivos. En su cuerpo destacan unas manchas negras de buen tamaño que se disponen por los laterales.

En realidad es una especie autóctona de España, pero exclusivamente de los ríos Ebro y Bidasoa, no de aquí.  Fue introducida con éxito en otras cuencas por su uso como cebo vivo de cara a la captura de otros peces de interés deportivo. Y así debió llegar también a nuestra comarca, de la que las primeras citas proceden de la cuenca del Júcar a partir de los años 80 del pasado siglo.

Actualmente se distribuye por el río Magro, con citas a la altura de la vega de San Antonio-Requena, y por el Reatillo tanto aguas arriba como aguas abajo del pantano de Chera. En el Cabriel, por su parte es ciertamente abundante por todo su recorrido. En todos estos parajes parece preferir aguas corrientes y fondos relativamente limpios para instalarse.

El caso que se presenta ahora es muy diferente al resto. La gambusia Gambusia holbroki es un minúsculo pez de origen norteamericano que fue introducido en España hace casi 100 años para combatir el paludismo. En concreto las administraciones sanitarias impulsaron la suelta masiva de ejemplares con el fin de que devoraran las larvas de aquellos mosquitos que pudieran funcionar como vectores de transmisión de la enfermedad.

Sus dimensiones normalmente inferiores a los cinco centímetros, el color plateado de su cuerpo, la aleta dorsal relativamente retrasada con respecto a las anales y la boca dirigida claramente hacia arriba son sus principales señas de identidad. Se ha constatado su presencia en tramos de aguas lentas del Magro, del Cabriel y de la rambla Albosa así como en los embalses de Contreras, Embarcaderos y de Buseo, aunque no se descarta su existencia en otras localidades.

La perca sol Lepomis gibbosus es realmente una especie muy bonita; eso hay que reconocerlo. Recuerdo no hace mucho la observación de un ejemplar en una balsa contigua a la fuente Flores de Requena, en plena vega del Magro, y que me sorprendió no solo por su presencia allí sino por los bellos colores que presentaba, muy poco dados en la sobria ictiofauna comarcal nativa.

No obstante, me supo muy mal que alguien lo hubiera introducido allí. En esa balsa ya proliferaban los cangrejos rojos americanos desde hacía unas décadas con consecuencias nefastas para la comunidad de anfibios que allí se asentaba. Y ahora, por si fuera poco, el pez sol. Lamentable; realmente lamentable. Un sinsentido más producto de la ignorancia.

El tamaño de este pez norteamericano no suele superar los 15 centímetros de longitud y en su aplanado cuerpo predomina un singular diseño en que los  tonos verdes, rojos, amarillos y negros llaman mucho la atención. Se ha confirmado su existencia ya en los embalses de Benagéber, del Buseo, de Contreras y de Embarcaderos; e incluso en el tramo del Cabriel aguas arriba desde este último pantano hasta Casas del Río (Requena).

Y precisamente aquí, junto con los embalses de Conteras (Cabriel) y del Buseo (Reatillo), es donde también se ha localizado una población de otro pez alóctono más: la lucioperca Sander lucipoerca.  Su impacto sobre otras especies debe ser muy importante por lo voraz y agresivo de su comportamiento depredador.

Originaria del centro y este de Europa y del occidente asiático, la lucioperca es un pez cuyos ejemplares más longevos rondan el metro de longitud y, a veces, lo superan. De cuerpo alargado, destaca en él la presencia de unas llamativas bandas oscuras dispuestas transversalmente, grandes aletas dorsales y unas mandíbulas muy desarrolladas y provistas de afilados dientes.

Y ya para terminar este largo listado de especies foráneas que de ninguna manera deberían habitar nuestros ríos y embalses, hay que citar a la perca americana Micropetrus salmoides, también conocida como black-bass  por los pescadores.

Nativa de ríos de América del norte se ha adaptado muy bien a las condiciones climáticas y físicas de nuestro país. En nuestro entorno, por ejemplo, su presencia es generalizada ya en todos sus embalses: Benagéber, Buseo, Forata, Contreras y Embarcaderos. E incluso se ha localizado también en el sector fluvial de Casas del Río, en el ámbito del bajo Cabriel.

La mayoría de los ejemplares observados aquí tienen un tamaño que ronda los 30-40 centímetros de longitud, aunque no es raro que lo superen. Su robusto cuerpo es de color verdoso y está dotado de una aleta dorsal muy desarrollada. La cabeza, bastante voluminosa, está provista de una boca grande y que denota su carácter carnívoro. Otro peligro más para los peces autóctonos comarcales. Otro más…

Con más especies de peces exóticos que autóctonos el panorama actual de nuestros ecosistemas acuáticos es realmente complicado. Con especies únicas a nivel internacional en serio trance desaparición y con otras muy afectadas por la incorporación de elementos foráneos, el patrimonio natural de la comarca, en lo que respecta a su valiosa ictiofauna está seriamente amenazado.

La situación actual no es fácil de subsanar. Lo ideal sería volver a la estructura original de la biota fluvial; y a eso habría que apuntar en el futuro. No debemos renunciar a la reivindicación de lo que es justo y necesario. Pero para ello hay mucho que trabajar. Trabajar en la gestión sostenible de los medios fluviales y en la colaboración de todos los sectores sociales implicados.

Es posible que muchos lectores se hayan sorprendido de lo que en estos artículos se ha venido contando en relación a los peces. La divulgación es fundamental para aumentar el conocimiento. Y el conocimiento origina el interés, y a la postre, el posicionamiento en relación a una problemática.

Los ríos son unos de los paisajes más valiosos de nuestro medio natural, pero también unos de los más sensibles por las injerencias humanas. La continuidad de sus ricas biocenosis y, como acabamos de ver, muchas veces exclusivas y características de determinadas cuencas hidrográficas, se ve seriamente condicionada por demasiadas afecciones negativas.

Esperemos que la concienciación de la sociedad sobre estas problemáticas augure un futuro mejor para estos bellos parajes. La reivindicación de unos ríos vivos y la implicación en su mejora es cosa de todos.

No dudo en que esos deseos se tornarán realidades en un futuro próximo.

JAVIER ARMERO IRANZO

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