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LOS COMBATIVOS REQUENENSES./Víctor Manuel Galán Tendero.

Esta popular expresión de nuestro refranero parece ser que viene de antes de 1773, según Manuel Garrucho, cuando en la gaditana localidad de Espera las hermandades rivales concluyeron el rezo con violencia.

La vida devocional española siempre ha sido muy apasionada y las polémicas anticlericales de fines del siglo XIX y comienzos del XX añadieron además de novedosos significados mucha más pimienta. Alcanzaron gran celebridad las trifulcas promovidas por los republicanos blasquistas en la ciudad de Valencia, que durante bastantes amaneceres interrumpieron con saña el rosario.

Más allá de la terrible anécdota nos encontramos con un debate de alcance europeo, que además de en España tuvo gran intensidad en Francia, Italia y Alemania, el del peso de la Iglesia Católica en las instituciones y en las conciencias de los nuevos Estados más o menos liberales. Los más conservadores la consideraron un pilar esencial de la sociedad, el de la tradición nacional tras el acercamiento de los nacionalistas primigenios al clericalismo, y los más liberales un obstáculo al progreso de la nación.

El republicanismo español se alineó con esta segunda tendencia. Se reprochó a la monarquía de Alfonso XIII su connivencia con el clericalismo. Pese a que no pocos católicos practicantes apoyaron vivamente la República, como Gabriel Maura o Niceto Alcalá-Zamora, la Constitución de 1931 se modeló con severidad hacia los intereses tradicionales y la presencia pública de la Iglesia Católica. El Estado español dejaba de tener religión oficial, las confesiones religiosas se sometían a una ley especial de asociaciones, se preveía que en un máximo de dos años desapareciera el presupuesto público del clero, la disolución de las órdenes que pusieran en riesgo la seguridad del Estado y la nacionalización de sus bienes, la anulación en los cementerios de los recintos separados por motivos religiosos y el cese de toda discriminación por creencias.

En la Requena de tiempos de la II República la controversia encendió los ánimos en varias ocasiones. El 8 de abril de 1932, en vísperas del aniversario de la proclamación de la República, se temió que su celebración colisionara con la del Viernes Santo. Al final llegó el 14 de abril y no se tuvieron que deplorar incidentes.

La consideración del Día del Señor también se revisó y el 1 de junio del 32 fueron los Jurados Mixtos los que decidieron sobre el descanso dominical y el cierre de comercios.

El tono del debate se alzó con motivo de la celebración del patronato de San Nicolás, tan ligada a la definición de la identidad requenense. En la madrugada del 19 de noviembre de 1932 se detonó un artefacto contra varios jóvenes que ponían carteles de propaganda izquierdista frente a la residencia de los frailes. El día 7 personalidades como el presidente del Círculo Republicano Radical-Socialista Maximiliano Iranzo Gil tomaron la palabra en el consistorio municipal para denunciar el abuso del toque de las campanas que molestaba a los vecinos del templo de San Nicolás.

En la primavera de 1933, en un ambiente político español cada vez más enrarecido, el ayuntamiento se negó a autorizar la procesión de Los Pasos, a día 29 de marzo. El 26 de abril era José García Tomás, de la Derecha Agraria Republicana de la CEDA, el que denunciaba en el pleno municipal que los incidentes de la noche del pasado 23 habían sido promovidos.

Poco a poco la República se iba acercando al precipicio de la Guerra Civil, en el que la violencia suplantaría por completo al uso de la palabra.

Fuentes.

                ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE REQUENA. Libro de actas municipales de noviembre de 1932 a diciembre de 1933, nº. 2870.

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