Resumen del programa nº 65 de “En este lugar…” (12-5-2015): “Apicultura, la ganadería del medio ambiente”, con Enrique Simó, biólogo y veterinario, técnico en Apicultura.
La utilización de la miel y los productos naturales de la Apis melifera, o abeja productora de miel, se remonta a tiempos prehistóricos, anteriores a la ganadería convencional. Se puede afirmar sin lugar a dudas que la miel es uno de los alimentos naturales que se sigue consumiendo de la misma manera tras el paso de miles de años. Actualmente la crianza de la abeja melífera es un tipo de ganadería que se ve amenazada por diversos factores económicos y ecológicos.
Los productos de las colmenas se pueden distinguir en miel, polen de abejas, jalea real y propolios. Todos tienen un gran valor dentro de la alimentación humana, pues son un alimento vivo que agrupa diversas enzimas, proteínas y glúcidos muy necesarios para la salud. Las actuales técnicas comerciales llevadas a cabo por los mercados globalizados pretenden conseguir miel a precios bajos, a expensas de la pérdida de esas propiedades saludables de los principios activos del producto natural. La falta de regulación existente en cuanto a los criterios para mezclar mieles de diversas procedencias, nos llevan a desconfiar de las cualidades alimenticias de los productos que se venden en las grandes superficies a precios bajos.
Entre las principales amenazas a las que se enfrenta la Apicultura es el uso indiscriminado de pesticidas de nueva generación por parte de los agricultores, que causan efectos subletales en las colonias de abejas, provocando su desaparición a corto plazo. También, dentro del contexto del cultivo intensivo de los cítricos, la presencia de colmenas pueden causar el fenómeno de la “piñolá”, que reduce el valor comercial de las mandarinas procedentes de plantaciones seleccionadas por sus variedades carentes de semillas en el fruto. No obstante, la aparición de la “piñolá” no es un fenómeno atribuible sólo a la presencia de abejas, sino que también está causado por unas malas práctica agrícolas.
Además de los productos de alto valor comercial que generan las colmenas, la existencia de colonias de abejas son una garantía para el desplazamiento del polen a lo largo de largas distancias, lo que lleva a la fertilización de los frutos y la renovación de las producciones agrícolas. Como nos dice el biólogo y veterinario Enrique Simó, técnico asesor de apicultores, la desaparición de las abejas llevaría consigo la desaparición de la agricultura y por ello la desaparición de la especie humana. La polinización está asegurada con las abejas, y su desaparición llevaría a la paralización de los fenómenos polinizadores que mantienen la productividad de la agricultura.’