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Fuente:lavanguardia.com/ (EFE)/ Mónica Collado

Valencia ha hecho correr el cava como la pólvora para mostrar su alegría y satisfacción tras el reconocimiento por parte de la Unesco de las Fallas, que ya no solo son patrimonio de todos los falleros y de todos los valencianos sino «Patrimonio de la Humanidad».

Este reconocimiento ha llegado al Ayuntamiento de Valencia en un ambiente de excitación en un abarrotado despacho de alcaldía, donde Joan Ribó, el president, Ximo Puig, y la vicepresidente, Mónica Oltra, además de otros miembros de la corporación local, aguardaban esperanzados las noticias de Adis Abeba, donde se reunía el Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio de la Unesco.

Y a las 12.50 horas han empezado a oirse aplausos, a aparecer los abrazos, los besos y las felicitaciones y Ribó levantaba el pulgar con una sonrisa de oreja a oreja en una inequívoca señal de que Valencia lo había conseguido: ya era Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

«¿Dónde está el champán?» preguntaba Mónica Oltra, especialmente emocionada por su condición de fallera, como confesaba después, mientras llegaban más concejales al despacho y se repartían copas de cava para brindar por un reconocimiento altamente soñado y que ha recorrido un camino de más de un lustro hasta hacerse realidad.

La fallera Mayor de Valencia, Raquel Alario, recibía los besos y abrazos de todos en un día «histórico» y que, según ha dicho, debe servir para alcanzar «la excelencia» y ha brindado junto a los representantes políticos y el maestro mayor del gremio de artistas, Jose Ramón Espuig, que tampoco podía esconder su alegría y satisfacción.

Las nuevas tecnologías han acercado al concejal de Cultura Festiva, Pere Fuset, desplazado hasta la capital etíope, al Ayuntamiento ya que a través de su cuenta de Facebook ha mandado un mensaje de vídeo emocionado y al borde de las lágrimas que, desde Valencia han seguido interesados a través de algunos teléfonos móviles.

Ha sido el «reportero dicharachero», como le ha llamado Mónica Oltra, mientras transmitía sus emociones y agradecimientos y, luego, Ribó ha confesado que había perdido unos minutos la comunicación con Fuset en el «guasap» cuando se iniciaba la deliberación, pero unos instantes antes de recibir de nuevo su llamada ya le habían «filtrado» por otro conducto la buena noticia.

«Estaba confiado pero no tenía total seguridad», ha confesado el alcalde ya en el Salón de Cristal, un escenario que no había vivido tanta intensidad desde que Valencia fue designada en 2003 como sede de la Copa del América de Vela, con Rita Barberá como alcaldesa.

Para Ribó, que ha admitido que estaba emocionado y ha confirmado la unanimidad de la decisión, Fuset ha sido el último relevo de una carrera que ha llevado a las Fallas a ser consideradas Patrimonio Inmaterial de la Humanidad porque, antes, otras muchas personas «han estado trabajando para llegar a esta meta».

Ha reconocido, sin dejar de sonreír, que ha tenido que parar los pies a Fuset que ya le había pedido una mayor aportación económica para las fiestas y, aunque le ha dicho que era «un poco pronto para pedir más dinero», ha reconocido que las Fallas de este año serán «especiales» y algo harán.

En el hervidero que era el salón de Cristal los concejales del PP han reivindicado que este reconocimiento de la Unesco es «un legado» de la exalcaldesa Rita Barberá que mostró su firme decisión de «conseguirlo para las Fallas, sin escamotear esfuerzos», como ha reconocido el actual concejal y expresidente de la Junta Central Fallera, Félix Crespo.

Su compañero Alfonso Novo ha hecho un símil entre este reconocimiento y la tan defendida, por el actual gobierno, «huerta» valenciana: «Crespo plantó la semilla, Lledó la regó y Fuset ha recogido los frutos».

Con el reconocimiento de la Unesco, las Fallas, una fiesta de luces, fuego, ruido y color, convertida en motor cultural, social y económico, ha adelantado varios meses su celebración y ha convertido un lluvioso y frío día de noviembre en una explosión de júbilo colectivo por una fiesta que amplía su proyección a toda la Humanidad. EFE

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