jueves, 21 enero
Fuente catadelvino.com
En el interior de la provincia de Valencia, formando parte de los municipios de Requena y Utiel , se extiende una zona conocida ya como Territorio Bobal, en justo homenaje a la más emblemática de las variedades de vid.
La variedad bobal desde tiempos antiguos, se viene cultivando en esta zona de levante, como lo confirman los diferentes yacimientos arqueológicos excavados en tierras levantinas, fueron los primitivos iberos quienes pusieron los cimientos de una cultura vitivinícola cuya tradición ha logrado mantenerse
ininterrumpidamente a lo largo de cerca de tres milenios. Fruto de ello, como sucede en los dos territorios anteriores, es un paisaje de una peculiar belleza, que cambia adaptándose al peculiar ritmo de las cuatro estaciones.
Del ancestral cultivo de la vid en estos pagos levantinos da valioso testimonio el yacimiento de Las Pinillas, un asentamiento íbero considerado como el centro productor de vino más antiguo de España. Ubicado en el margen derecho de la rambla de Los Morenos, próximo a la pedanía de Los Duques (Requena), en su interior han aparecido grandes bloques calizos en los que, desde finales del siglo VII a. de C., se excavaron lagares para el pisado y la extracción del mosto que, con la fermentación, se convertiría en vino. Pero hay más testimonios que vinculan a la comarca de Utiel-Requena con la producción de vino. Se trata del yacimiento de las Casillas del Cura en Venta del Moro, en el que se elaboraban ánforas y otras cerámicas relacionadas con la producción y el consumo del vino desde el siglo VI antes de Cristo.
Así se mantienen referencias abundantes sobre la producción de vino en la zona y su comercio en Europa, y en el que la actividad vitivinícola se ha mantenido de manera ininterrumpida hasta el siglo XXI. Estos dos atributos: Antigüedad y Continuidad, ambos acreditados por numerosos estudios e investigaciones, han dado como resultado un paisaje geográfico, humano y cultural único, que tiene como símbolo y expresión última de su evolución a la variedad autóctona Bobal, cuyo reconocimiento internacional se ha intensificado en los últimos años.
El enoturismo tiene gran impulso en la comarca y apoya la revalorización del paisaje vitivinícola y de todo su riquísimo patrimonio cultural asociado. Esto trae consigo un impulso muy necesario para la comarca, donde la vitivinicultura sigue siendo el principal motor de la economía.