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Requena ante la peste de 1557-1558.

En el imaginario colectivo, la peste era quizás la más terrible de las epidemias que podían acaecer en su tiempo, puesto que fue la catástrofe de mayor envergadura que afectó a la Europa medieval y parte de la época moderna. Tuvo una importante incidencia en la cultura y mentalidad de la época. Se le llamó la “muerte negra”.

La primera peste europea se data en 1348 y pudo suponer la muerte de tres décimas partes de la población. De 1380 a 1530 se puede hablar casi de una peste por generación y el s. XV es definido como el siglo de la peste pues llegó a tener 11 brotes generales.

La Meseta de Requena-Utiel también fue afectada por diversas pestes, aunque algunas de estas “pestes” eran en realidad otro tipo de mal contagioso como el tabardillo, tifus o la viruela.

La vía de incursión de la peste en la comarca fue generalmente la ciudad de Valencia y sus comarcas ribereñas a través del puerto de Valencia y una de las salidas más transitadas de Valencia era la de Castilla por el camino real que atravesaba la comarca. Otras veces, la vía de entrada era por Castilla.

En agosto de 1557 el Concejo de Requena adoptó medidas cautelares ante la peste que había invadido ya Valencia como cerrar las puertas de la ciudad y los desaguaderos de corrales y patios, además de tapiar las calles que daban a los caminos que salían al Reino de Valencia para que no entrara ninguna persona procedente del citado Reino. Se ordenó que ningún forastero que procediera del Reino de Valencia entrara ropa u otras mercancías, bajo pena de destierro y de 3.000 maravedíes. Se prohibió que ningún vecino o habitante acogiera gente en su casa, ni ninguna clase de ropa o lana, que se le quemaría si fuera encontrada. A los mesoneros también se les prohibió expresamente el que pudieran acoger gente.

Ante las epidemias se establecía un cordón sanitario y así se pregonaron estas medidas también en el extenso alfoz de Requena, incluyendo en la orden Venta del Moro, Camporrobles, Caudete, Villargordo, Moluengo y Hortunas.

La peste continuaba siendo una amenaza dada la situación de la ciudad de Valencia donde estaba en franca progresión. En 1558, el Concejo de Requena prohibió que ningún habitante fuera al Reino de Valencia o trajera cualquier tipo de género textil y se ordenó cerrar el mesón. Sólo se admitió vino muy bueno, advirtiendo que si no es muy bueno se derramaría. También se acordó que los carros procedentes de Valencia no pudieran parar ni siquiera en los arrabales. La alarma cada vez era mayor y se decidió incrementar el número de guardas que había en la puerta en cuatro para la Puerta del Portal y otros cuatro para la de la Fuente.

En noviembre de 1558, se decidió que los enfermos fueran a una casa en la ermita de Nuestra Señora de Gracia de Requena, en lo que actualmente es el Convento de San Francisco.

Ante la falta de remedios médicos, la gente de la época se encomendaban hacia aquellos santos que tenían fama de preservar de la peste. En nuestra comarca hay varios ejemplos de la devoción a San Sebastián y San Roque vinculada a las pestilencias.

En Requena, la preciosa ermita de San Sebastián en el barrio de Las Peñas pudo tener origen su advocación en una peste. De hecho, en los gozos que se cantan en su fiesta anual se canta: “En la peste y su dolencia / sed nuestro libertador”. También la peste de 1509 según el historiador Bernabeu conllevó la institución de la fiesta de San Roque en. En sus gozos se le canta: “Tanta fue la santidad / de vos Roque y excelencia / que os fue dada potestad / de sanar su pestilencia”.

En Requena aún se realiza el acto de correr la bandera. En este acto, el abanderado en un bello y complejo ritual hace varias bendiciones en forma de cruz a cada uno de los puntos cardinales con el fin de purificar todos los aires contra las pestes. Este acto tan singular sólo se realiza en Requena, Campo Arcís y San Antonio con la función antedicha, ya que en otros actos de correr la bandera de la provincia de Valencia y Cuenca tiene otras motivaciones.

Nacho Latorre

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