martes, 12 abril
Entrevista a Rosa Casas, asesora científica de la Fundación para la Investigación del vino y la Nutrición
Requena (11/04/22)- Yolanda Hernández S.
– Para comenzar Rosa, ¿por qué no nos hablas de tu trayectoria profesional?
Soy investigadora y coordinadora del grupo de Riesgo Cardiovascular, Nutrición y Envejecimiento Saludable de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer, Hospital Clínico de Barcelona. Además, soy coordinadora científica de la Fundación Dieta Mediterránea y asesora científica de la Fundación para la Investigación del Vino y la Nutrición (FIVIN). Y, profesor asociado de la Universidad de Barcelona. Mis principales líneas de investigación son: Efectos de la Dieta Mediterránea en la prevención de enfermedades cardiovasculares, cáncer y enfermedades neurodegenerativas; Efectos de la Dieta Mediterránea sobre los factores de riesgo vascular clásicos y novedosos; Efectos del vino, aceite de oliva, frutos secos, tomate y cacao sobre el perfil lipídico, estrés oxidativo y biomarcadores relacionados con la arteriosclerosis; Mecanismo de los efectos protectores del consumo moderado de vino y cerveza: efectos sobre la expresión y función de moléculas de adhesión y quimiocinas relacionadas con el desarrollo de aterosclerosis; Efectos de diferentes tipos de bebidas alcohólicas sobre el sistema inmunológico.
– ¿qué es FIVIN? ¿cuál es el objetivo de esta fundación?
Es una entidad sin ánimo de lucro dedicada a la investigación de los efectos beneficiosos del consumo moderado de vino sobre la salud. Su principal misión es comunicar a la comunidad médica de todos aquellos estudios, contrastados científicamente y de forma objetiva, que demuestran que el vino posee diversos componentes que aportan beneficios para salud.
– En estos meses se ha creado mucho alboroto con la posibilidad de tener que etiquetar el vino como cancerígeno. Nos gustaría saber cuál es tu opinión al respecto.
Existe un amplio consenso científico sobre el efecto tóxico y perjudicial que tiene un consumo excesivo de alcohol. Sin embargo, cuando se trata de la relación entre riesgo de cáncer y consumo ligero o moderado de bebidas alcohólicas, este consenso deja de existir ya que la relación entre ambas es mucho más compleja de lo que puede parecer. Los resultados científicos contradictorios podrían ser debidos a los diversos problemas metodológicos que podrían no haberse tenido en cuenta. La evidencia sobre la relación entre el consumo de alcohol y el cáncer está basada mayoritariamente en estudios observacionales y estimaciones. En el caso de los estudios basados en estimaciones, se basan en datos de producción y venta, por lo que el margen de error puede llegar a ser muy amplio. Los estudios observacionales, se basan en datos de consumo autorreportados, por lo que acostumbra a existir una infraestimación del consumo real de la cantidad de alcohol consumida. Existen otros muchos factores denominados factores de confusión. Por ejemplo, la incidencia de un tipo de cáncer puede variar si concurren factores como el sexo (hombre o mujer), hábito tabáquico, la presencia de sobrepeso… Es importante considerar también nuestro patrón de alimentación. Consumir vino en el marco de una dieta saludable, como es la dieta mediterránea, podría potenciar los efectos beneficiosos del vino por el efecto matriz. La Dieta Mediterránea (una de las más saludables del mundo según la OMS) y el vino, forman parte de este patrón alimentario desde 1993. De igual manera, la dieta podría amortiguar los posibles efectos nocivos del consumo de vino, en caso de haberlo, gracias a la presencia de los nutrientes beneficiosos de la propia dieta. Además, nuestro patrón de consumo juega una variable esencial en la ecuación consumo de alcohol y desarrollo de determinados tipos de cáncer. Un patrón de consumo abusivo aumenta el riesgo de desarrollo de cáncer. Mientras que un patrón ligero-moderado podría resultar beneficioso. Un 20-25% de los efectos protectores de la dieta mediterránea provienen del vino. Por supuesto, el tipo de bebida alcohólica consumida es importante. Mientras que las bebidas fermentadas como el vino podrían reducir los efectos tóxicos derivados del alcohol y sus derivados, los destilados y licores podrían ser diametralmente opuestos. Esto se debe, fundamentalmente, a la presencia de los polifenoles, quienes presentan toda una serie de propiedades beneficiosas para nuestro organismo. Entre otras características presentan capacidad antioxidante, anti-inflamatoria, anticancerígena, antifúngica, antiobesogénica, etc. Finalmente, tampoco debemos olvidar que en los estudios observacionales es imposible controlar los múltiples factores que se asocian al desarrollo del cáncer como los factores ambientales o genéticos, y que, a su vez, pueden interaccionar entre sí.
– ¿Cuál es la cantidad de vino “recomendable”?
El consumo se debería limitar a 2 o 3 copas diarias en caso de los varones. Esa cantidad debería reducirse en el caso de las mujeres a una o dos copas.
– ¿Qué beneficios tiene el vino tomado con moderación?
– ¿Están demostrados, de forma científica, dichos beneficios?
Todos y cada uno de ellos. Os remito a la página web de FIVIN,https://lacienciadelvino.com/. Se trata de una fuente de información rigurosa basando siempre su argumentación en estudios científicos y siempre con el aval del Comité Científico. La web ofrece amplia información y cuenta con una base de datos que recoge investigaciones, aparecidas a nivel mundial, un blog de carácter divulgativo y un observatorio de noticias.