lunes, 2 junio
DOCUMENTO DEL MES DE JUNIO DE 2025 DEL ARCHIVO MUNICIPAL DE REQUENA
Requena (02/06/25)- Archivo Municipal de Requena
AMRQ 3268. Libro de actas capitulares 1637-1647. Acta de 16 de agosto de 1640.
AMRQ 3333. Libro de actas capitulares 1759-1762. Acta de 1 de junio de 1761.
El 5 de enero de 2025 se bendijeron las obras de restauración de la ermita de san Julián mártir. Esta ermita, que ha tenido varias restauraciones, fue erigida en 1639 en la Cuesta de las Carnicerías, en el mismo sitio donde apareció el santo para ayudar a los requenenses en su lucha contra el impuesto señorío de don Álvaro de Mendoza. Tal como relata el mismo texto transcrito en este documento del mes, en 1465, Enrique IV quebró la tradicional vinculación directa de Requena con la corona real establecida por Alfonso X en la carta puebla de 1257, dando la posesión de la villa a don Álvaro de Mendoza, quien posteriormente será conde de Castrogeriz. Requena, tras su acatamiento, pronto se rebeló contra esta situación de señorío y el mismo rey se retractó por provisión de 5 de enero de 1467 quitando los poderes de Requena al Mendoza para que retornara la villa a la corona. Las tropas y fieles a don Álvaro de Mendoza no admitieron la pérdida del señorío y se ocasionaron múltiples conflictos. Finalmente, el 7 de enero de 1468, Requena se alzó y acabó con el dominio de D. Álvaro de Mendoza, atribuyendo la victoria a la intervención de san Julián mártir según las crónicas antiguas y la devoción popular, que se personó en la propia Cuesta de las Carnicerías donde se erigió la referida capilla. Así lo indica el acta de 1640: «fue nuestro señor servido de amparar y favorecer a esta villa por medio de el vienabenturado sant Julián mártir que se mostró en persona en los muros favoreciendo la parte de la villa con que cessó la dicha guerra y esa villa quedó para la corona real de Castilla».
Este hecho mítico ha quedado grabado en la memoria de generaciones de requenenses que consideraron a san Julián su abogado y copatrono y alegorías a la victoria requenense figuran en el propio escudo con el yugo partido, el año 1468 y con la estrella, quizás en alusión al astro que la noche anterior anunció a los requenenses su victoria, según la tradición.
Un 6 de enero de 1640, en la Parroquia de Santa María de Requena, los clérigos votaron la festividad de san Julián a celebrar el 7 de enero, tras la obtención de la pertinente licencia del obispo de Cuenca, don Enrique Pimentel. Pero la devoción al protector san Julián no sería completa si el pueblo requenense no tuviera alguna reliquia del mártir.
El culto a las reliquias y objetos relativos de la Virgen, Jesucristo, mártires y santos se remonta a los primeros años del cristianismo y alcanzó un gran desarrollo durante la Edad Media. Se llegó a abusar del tráfico de reliquias y era muy dudosa la autenticidad de muchas de ellas. El deseo de reliquias, además, estaba avivado por su poder taumatúrgico o curador. El padre Juan de Mariana, a finales del siglo XVI, dejó constancia escrita de su rechazo contra el intenso tráfico de reliquias en España y contra la ausencia de estudios que certificasen su legitimidad. El Concilio de Trento (1545-1563) valoró positivamente el culto y veneración de las reliquias, pero condenó los abusos existentes y exigió que un documento, denominado «authentica», garantizase su autenticidad y estableció un sistema de catalogación y control de las reliquias. A pesar de ello, siguió existiendo un abuso del comercio de reliquias. La apertura de las catacumbas en el siglo XVI generó una nueva corriente de tráfico de reliquias de los mártires creando un interés creciente por disponer de grandes colecciones en catedrales y monasterios. Felipe II fue un gran coleccionista de reliquias llegando a contar con más de 800 piezas que fueron depositadas en El Escorial.
El documento del mes trata del anhelo y consecución por parte de los requenenses de la traída de dos reliquias de san Julián mártir en 1640 y 1761. Dos documentos nos ofrecen datos muy interesantes sobre ello.
El primero es de agosto de 1640. El acta se inicia relatando la intervención liberadora de san Julián en el conflicto de los requenenses contra los súbditos de don Álvaro de Mendoza en enero de 1468. El acta informa de los deseos del rector de Benimámet (Valencia) que decía poseer «una notable reliquia de dicho santo con papeles auténticos de que lo es… deseando que dicha reliquia sea siempre venerada y colocada con la decencia y reverencia que se deve». Por supuesto, la Villa aceptó la donación y decidió colocarla en la Iglesia de El Salvador por que «es la mayor y más principal desa villa se a celebrado desde su principio la fiesta de dicho bendito santo». Además, para tener perpetua memoria del acontecimiento, se fundó una perpetua anual por el ánima del rector de Benimámet, Francisco Pantoja, al día siguiente de la fiesta del santo -que era el 7 de enero-, con un nocturno de tres lecciones y misa cantada con diáconos.
Pero tenemos constancia documental de otra reliquia de san Julián mártir donada por el prior Fernando de la Bastida a Requena en 1761 desde la capilla de las reliquias de la catedral de Badajoz. El acta detalla muy bien la extracción de la reliquia: «y abriendo la urna en que se guarda su santo cuerpo con la mayor decencia por ser magníficamente construida, se separó por dicho señor prior del referido sagrado cuerpo y extraxo media canilla la que estaba ceñida alrededor de una cintilla estrecha romana de colores roxo y amarillo… y se colocó en un viril compuesto de plata y christales en forma triagonal». Este proceso se hizo ante testigos. Esta canilla, tal como se denominaba la tibia en aquella época, bien puede corresponderse a la que se conserva como reliquia en la Iglesia de El Salvador de Requena de una altura de 14 cm y cuya fotografía incluimos en este «Documento del mes». Por otro documento sabemos que la reliquia de san Julián se instaló en una capilla en la Iglesia del Salvador, pero el Concejo protestó porque la quería en el oratorio que estaba en el propio Ayuntamiento, dándole la razón el canónigo de la catedral de Cuenca don Nicolás Crespo en noviembre de 1761.