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Concesión del Premio Meseta del Cabriel 2025 al voluntariado que colaboró en la comarca de Requena-Utiel contra los efectos de la dana del 29 de octubre de 2024 y, en representación de todos ellos, a don José Manuel Martínez Zomeño y a don José Luis Arenas Sánchez y el Premio Pino Quilibios 2025 al Club de Fútbol de Venta del Moro.

Venta del Moro (18/07/25)

La Asociación Cultural Amigos de Venta del Moro, en la asamblea ordinaria realizada el 4 de julio de 2025, ha concedido en su vigesimoquinta edición los premios Meseta del Cabriel y Pino Quilibios 2025.

El acto de entrega de premios se celebrará a las 20 h. del domingo 3 de agosto de 2025 en la Casa de la Cultura de Venta del Moro dentro de los actos de la XXXI Semana Cultural Venturreña. Previamente, a las 19 horas se realizará un acto cultural previo. Durante el acto se entregarán a los premiados una escultura realizada ex profeso y habrá un vino de honor.

PREMIO MESETA DEL CABRIEL

«2.1 Se procede al debate sobre las personas y entidades merecedoras de los premios “Meseta del Cabriel” y “Pino Quilibios” en su vigesimoquinta edición. Tras las argumentaciones pertinentes, se procede a la votación y, por unanimidad de los miembros de la directiva presentes, se aprueba lo siguiente: Conceder el premio denominado “Meseta del Cabriel” a todo el voluntariado que colaboró en la comarca de Requena-Utiel contra los efectos de la Dana del 29 de octubre de 2024 y, en representación de todos ellos, a don José Manuel Martínez Zomeño y a don José Luis Arenas Sánchez, que en los momentos más críticos de la riada pudieron salvar con una barca y pala excavadora a muchos utielanos que se encontraban al borde del ahogamiento.

El 29 de octubre de 2024 los cielos se abrieron en nuestra comarca, así como en otras comarcas valencianas, y se produjo un catastrófico temporal de lluvia (DANA) con un impresionante desbordamiento del río Magro por gran parte de la comarca y bajada impetuosa de la rambla por medio del casco urbano de Utiel, que fue la localidad más afectada con seis fallecimientos y 592 viviendas afectadas: 98 de ellas severamente y 14 con daños estructurales graves. Muchos hogares, comercios, talleres y lugares de trabajo se vieron sumidos en un mar de agua y barro. La riada se llevó muchos vehículos, maquinaria de trabajo, contenedores, árboles,… Junto a Utiel hay que reseñar otras poblaciones perjudicadas gravemente como La Torre, Fuenterrobles, Mira, Hortunas, Requena, Camporrobles, etc.

Los registros pluviométricos comarcanos pulverizaron los récords anteriores con medidas en doce horas de 399 litros en Chera; 318 en la Finca de San Blas de Requena; 316 en la Casa Ejarque del Rebollar; 284 en Utiel; 283 en Requena; 247 en La Torre o 241 San Antonio. Lo nunca visto. Prácticamente dos tercios de lo que llueve en un año en sólo medio día.

El río Magro ahondó y ensanchó mucho su cauce convirtiéndose en 2.000 metros cúbicos en el embalse de Forata, multiplicando por 87 su caudal y arrastrando dos millones de metros cúbicos de sedimentos. El embalse de Forata del río Magro subió en 8 horas de 6,46 hectómetros cúbicos a 39,7, sobrepasando su capacidad máxima de 37 hectómetros cúbicos.

Además de los daños en casas y en vidas humanas, la maldita DANA arrasó toda la infraestructura a su paso. Fueron muchas las carreteras afectadas como la nacional de Albacete a la altura de El Pontón, la de Utiel-Sinarcas, la de Hortunas a Yátova, la de San Juan – San Antonio y la de Roma-San Antonio. La línea férrea C3 Valencia-Utiel ha quedado inhábil por más de un año. La red de caminos quedó muy afectada con 750 km. perjudicados sólo en el término de Requena. Todos los sistemas de riego del Magro han quedado arrasados e inhábiles como presas, azudes y acequias. Han sido muchos los puentes destrozados como el de San Juan, el de Roma, el de la Vereda del Peñón al Derramador, el del camino del Palo de Iniesta, el de Jalance (viejo y nuevo), el del Jabonero o el de Hortunas, entre otros. En mal estado quedó el puente del Pontón, de los Tunos y el de Santa Cruz o de las Ollerías en Requena, entre otros.

Hubo numerosos daños en cultivo y en una primera valoración se calcularon unas 5.007 hectáreas afectadas de viña (3.058 hectáreas), almendro (1.371 hectáreas), olivar (292 hectáreas) y cultivos herbáceos (266 hectáreas). Las primeras imágenes de la tragedia eran dantescas con el casco urbano de Utiel inundado; con las aguas llevándose árboles, contenedores y coches; con vecinos asomados a la ventana demandando ayuda o con el Regajo de Reinas de Requena desbordado y afectando a las casas ribereñas.

Seguramente sea el fenómeno meteorológico más contundente y devastador que haya acaecido en la comarca, aunque ha habido algunos muy severos como la Noche de Santa Sabina del 27 de octubre de 1728 o la grave inundación del Magro y la rambla de Utiel el 1 de septiembre de 1907 que destruyó 32 casas.

Pero como toda tragedia muestra un lado positivo, éste pronto afloró, pues desde los momentos más críticos; cuanto todo era un cauce desbordado y violento; cuando todo era desolación e impotencia; surgieron ya voluntarios valientes y profesionales que arriesgaron sus propias vidas por salvar otras. Con una gran parte del casco urbano de Utiel anegado, voluntarios con maquinarias agrícolas y de construcción y excavación de gran magnitud rescataron a los vecinos de sus casas llevándoles a partes más seguras. En los barrios más afectados ya sólo servían las barcas y grandes palas para rescatar a vecinos que estaban en los pisos superiores o en el tejado. Se calcula en unas 80 personas rescatadas hasta las 7 de la tarde.

En esas horas críticas, en Requena se habilitó un centro de acogimiento de cientos de afectados desplazados trasladados desde la autovía a la altura de Chiva y AVE que llegaron de madrugada.

Aún estaba el drama bien caliente cuando ya actuaban en la medida de sus posibilidades las instituciones y profesionales públicos (Protección Civil, sanitarios, Policía Local, Guardia Civil, Ejército, bomberos, funcionarios, políticos locales…).

Al día siguiente se valoraba la dimensión del desastre, especialmente en localidades como Utiel, La Torre u Hortunas, entre otras; pero casi al mismo tiempo y, a pesar de los problemas en la red de carreteras, empezó a darse un movimiento de solidaridad impresionante entre la población no afectada de Utiel y la comarca. En los días siguientes vimos como agricultores y propietarios de maquinaria pesada fueron clave y se organizaron para retirar escombros, mobiliario y barro. Legiones de ciudadanos comarcanos acudieron a las localidades afectadas a retirar barro de las casas y comercios con palas, cepillos, escobas, rastrillos y lo que hubiera. Todo era solidaridad. Pronto vino también ropa y comida de otros lugares.

Convertida la DANA en la gran noticia nacional y mundial, en los siguientes días también acudieron a nuestra comarca voluntarios de todas las zonas de España, muchos de ellos profesionales como bomberos o sanitarios, pero a nivel personal. También vinieron voluntarios en autobuses desde Valencia, bomberos de casi toda España, con especial mención a Gijón, sanitarios de emergencia desde Sevilla con UVI móvil, trabajadores de empresas de agua, el Ayuntamiento de Minglanilla organizó una recluta de voluntarios, gentes de la Cooperativa de Iniesta acudieron a limpiar la Cooperativa de Utiel y un gran y largo etcétera. Sirva los mencionados como ejemplo. En Utiel se habilitó un centro para alojar voluntarios. La ola de solidaridad conllevó también a restaurantes, tiendas y voluntarios que repartieron comida y bebida gratuitamente, talleres que reparaban los frecuentes pinchazos de la maquinaria, psicólogos que atendían a personas afectadas, fundaciones privadas que rápidamente distribuyeron dinero a afectados, cuentas solidarias… Se vio la mejor cara de la humanidad. Por supuesto, esa oleada de solidaridad no sólo alcanzó a nuestra comarca, sino también a todas las localidades valencianas afectadas, donde la tragedia humana aún fue mayor.

La Asociación Cultural Amigos de Venta del Moro quiere reconocer con este Premio Meseta del Cabriel 2025 a todos los profesionales que durante muchos días trabajaron intensamente en las labores de reconstrucción como las fuerzas policiales, Guardia Civil, sanitarios, Unidad Militar de Emergencia, funcionarios, Protección Civil, políticos locales y también a la enorme oleada de solidaridad civil y ciudadana, así como de empresas privadas y ONGS como Cruz Roja, Cáritas, la Asociación Española contra el Cáncer, Open Arms y muchas más.

Meses después aún es visible la huella de la catástrofe en viviendas privadas e infraestructuras públicas, pero también se puede ver como hay personas que ya pueden alojarse en sus casas, comercios que han abierto en tiempo récord o infraestructuras parcialmente restauradas.

No es posible enumerar en esta acta todas las entidades públicas y privadas que han colaborado tanto en los momentos críticos como en los posteriores, ni tampoco a toda la ciudadanía que ha ayudado. En el nombre de todos ellos, se ha decidido que el Premio sea recogido por don José Manuel Martínez Zomeño, militar de la UME que ese día estaba de vacaciones, junto al bombero profesional don José Luis Arenas Sánchez, también en día vacante, que en las horas más críticas y con la única barca de pesca que por su caballaje podía ser útil, rescataron a vecinos que estaban ya al borde del ahogamiento en los barrios en que la altura del agua estaba llegando al segundo piso. Contribuyeron a salvar más de veinte vidas, mayores y niños, arriesgando la propia, pues la barca también era arrastrada sin rumbo por la corriente dándose contra edificaciones y con una estabilidad muy preocupante a punto del vuelco. De hecho, finalmente fueron arrastrados por la corriente fuera ya del casco urbano y pudieron enganchar la barca a un árbol donde José Manuel estuvo subido por una hora, mientras José Luis permanecía en la barca al borde del hundimiento. Finalmente, fueron rescatados por otros voluntarios, los compañeros del club de pesca. Y volvieron al punto inicial y siguieron los dos rescatando con una gran máquina excavadora. Improvisaron un protocolo de actuación junto con el cabo de la Guardia Civil de Utiel, Fran Menéndez Hermida, y concejales del Ayuntamiento de Utiel. Con más palas excavadoras y tractores aportados por un gran número de voluntarios, sacaron a todas las personas que pidieron ayuda desde las ventanas superiores de la vivienda. Gracias a los voluntarios se pudieron improvisar más equipos de rescate y evacuación que dejaron a decenas de personas en lugares seguros. Se hicieron camillas improvisadas con puertas para poder bajar a la gente mayor y se rompieron muchas ventanas y verjas para acceder a la gente que estaba atrapada en el segundo piso de sus casas. En algunas casas que entraron, las personas ya habían fallecido. También actuó un helicóptero. Hay que recordar que en esos momentos Utiel estaba aislada y no podía llegar la ayuda externa.

Venta del Moro no fue afectada por la DANA, pero sus vecinos sí que colaboraron muy solidariamente con las localidades próximas afectadas, tanto con maquinaria como a nivel de trabajo personal, especialmente en Utiel y La Torre.

Ha sido muy valorado que en Utiel la tarea de recuperación fuera mucho más veloz que en otras localidades valencianas gracias a la gran flota de maquinaria agrícola y pesada de la comarca que estuvo trabajando desde el inicio limpiando la ciudad de escombros, lodo, vehículos y mobiliario afectado. Fue un factor clave.

Esta enorme oleada de solidaridad que se ha querido distinguir y premiar, permitió acuñar la frase «El pueblo salva al pueblo» y en nombre y representación de todos aquellos que han colaborado en las tareas primeras de rescate de personas y en las posteriores de recuperación y reconstrucción, se concede el Premio Meseta del Cabriel 2025 a don José Manuel Martínez Zomeño y a don José Luis Arenas Sánchez que en los momentos más críticos de la riada en Utiel pudieron salvar con una barca y pala excavadora a muchos utielanos que se encontraban al borde del ahogamiento e improvisaron equipos de rescate. Premio que en su nombre se hace extensible a todo el voluntariado que ha colaborado en las tareas de rescate, limpieza y restauración.»

PREMIO PINO QUILIBIOS

«Conceder el premio denominado “Pino Quilibios” al Club de Fútbol Venta del Moro por su esfuerzo porque este deporte siga vivo en Venta del Moro y que vaya a alcanzar dentro de tres años sus primeros cien años.

El fútbol es un deporte relativamente moderno, pues los primeros intentos serios de organización no aparecerán hasta 1863 con la creación de la “Football Association” en Londres. Como primeros equipos de fútbol en España, aunque formado por extranjeros, se cita el Río Tinto Foot-Ball Club en 1878 y el Huelva Recreation Club fundado en 1889, cuyo primer partido lo disputó el mismo año contra la colonia inglesa de Sevilla. El fútbol tuvo una rápida difusión tras la fundación de algunos equipos a fines de siglo: Bilbao, Barcelona, Español o el Real Madrid en 1902.

Las primeras noticias de fútbol en la comarca son de 1923. El 22 de abril de ese año se jugó un partido de fútbol entre el Utiel CF y el Requena CF en la Plaza de Toros de Utiel. Entre 1924 y 1925, San Antonio ya disfrutaba de equipo de fútbol y en 1926 las Casas de Utiel.

Será aproximadamente en 1928 cuando aparecieron en Venta del Moro los pioneros del fútbol con el insólito nombre del Heliogábalo F.C. Tuvo importancia para la consolidación del fútbol en el pueblo las obras del ferrocarril Baeza-Utiel en Venta del Moro. Esta obra, que se iniciada en Venta del Moro en 1929, dio trabajo a muchos forasteros que pudieron venir con la idea de un nuevo tipo de deporte que habían visto practicar en otros lugares donde habían trabajado anteriormente. Este es el caso del portugués Damiao que vino a trabajar en la vía y que jugó de portero en el Heliogábalo y otros jugadores que sabemos que en algunos desplazamientos llegaban tarde a las obras de la Vía. De los pioneros del Heliogábalo recordamos, además de Damián, a José Villarta «El Gato», Julián Hernández «Torero», Miguel Díaz, Loreto Cárcel “El Gallo”, Francisco Tornero, Antonio Moya, Eloy Yeves, Adelo Ruiz Yeves, Julianete Pérez, Lucio Ruiz «Curro», Rafael Cárcel, Paco «El Gangarra», Alberto Játiva y algunos jugadores más de Requena. El vestido del equipo era a rayas y el primer campo de fútbol se ubicó cerca del cementerio. Así, tras tres años con el nombre de «Heliogábalo», se adoptó la macabra denominación de «La Muerte» para el equipo de fútbol, nombre que duraría sólo un año.

En 1932, y ya como Venta del Moro F.C., se formó un nuevo plantel de jugadores, entre ellos, en la puerta Manuel Cárcel «Sales»; en defensa Antonio Cárcel «Sales» y Antonio Mata; en la media Rafael López «El Chato», Lucio Villarta, Lucio López, Alejandro «Pinchampón», Ángel Haya, Nemesio Cárcel y como delanteros Emilio Moya «Colorín», Lucio Pérez «Tronera», Lucio Ruiz «Curro»; Antonio Moya «Arenas», Jaime García Ruiz, Adelo García Latorre y Fernando Martínez Villena. El vestuario anterior de rayas del Heliogábalo fue sustituido por un equipaje totalmente blanco.

Eran tiempos en que jugar al fútbol suponía un esfuerzo considerable para los jugadores de aquella época que tenían que pagarse todo absolutamente. Como ejemplo, Emilio Moya, al que un par de botas le costó tres días de siega en Fuentesclaras. A los partidos que se celebraban en los pueblos colindantes con Valencia se iba en el autocar del tío Polo González, cuyo viaje, también costeado por el equipo, suponía de noventa a cien pesetas de las de antes.

Durante estos años anteriores a la Guerra Civil, se jugaba contra pueblos de Valencia como el Torrente, Marchalenes, o Catarroja y también pueblos de los alrededores como Minglanilla, Campillo, Jaraguas, Las Cuevas, Casas de Utiel, Utiel, Requena, Campo Arcís, etc.

El campo pasó a ubicarse desde el cementerio al lugar que ocupa el actual Ayuntamiento y las escuelas, en un campo de olivos que fue denominado como El Arenal,  y posteriormente El Oliveral.

La Guerra Civil de 1936 supuso un parón en la actividad futbolística, aunque tras su final pronto se reemprendió y en 1940 ya el Venta del Moro se desplazó para jugar un partido contra el Minglanilla.

El 11 de diciembre de 1951 se inauguró el actual campo de fútbol llamado por entonces «Nuevo Estadio Municipal», que hoy recibe el nombre de campo municipal «Las Acacias». Tras algunos años de parón, el fútbol volvió a renacer en 1956 con toda una nueva hornada de jugadores y en la tercera categoría regional. Fue en esta época, concretamente en 1959, cuando ascendió del equipo juvenil el actual presidente del CF Venta del Moro, don Francisco Gómez Monteagudo «El Rata», extremo derecha y central, conocido en toda la comarca por su gran garra y peligro. Tras esta época hubo un largo parón en la actividad futbolística venturreña de aproximadamente ocho años.

En 1970 se retomó el fútbol en tercera regional con un equipo formado por jugadores nuevos y otros ya experimentados. Eran años de tácticas ofensivas (3 defensas, 2 medios y 5 delanteros) y donde ya se permitían dos cambios. En 1972 se celebró el primer campeonato de verano y en 1973 se procedió a la remodelación del campo municipal «Las Acacias». Se echó tierra, se cercó y se hicieron las gradas. En la temporada 1979-1980 el Venta del Moro fue el equipo español que más goles marcó en todas las competiciones seniors con Ángel Gómez como presidente. Se registró en esta época una goleada histórica contra el equipo de La Pesquera al que se le endosaron la friolera de 25 goles a 0.

Aproximadamente hasta 1982 continuó el fútbol en Venta del Moro. Tras un pequeño parón, en 1985/ 86 y con Julián García presidente se reactivó el fútbol en Venta del Moro que prosiguió hasta 1990. En estos años se logró formar un equipo cadete y otro alevín que funcionaron con excelentes resultados y sirvieron de cantera para años posteriores.

Tras 1990, el fútbol no se reemprendió hasta la temporada 1994/95, en la que Pedro Lozano se hizo cargo del club por dos temporadas en funciones de presidente, continuando su labor en la temporada 1996/97 Lorenzo Giménez y, posteriormente, Julián Martínez Soriano. En estos años se consiguió un equipo compacto y estable de chavales ilusionados con el fútbol y que estuvieron cerca de ascender a primera regional en las temporadas 1995/96 y 1996/97. Destacan también los entrenadores, muchos de ellos venturreños: Julio Cervera, Paco Haba, Gonzalo Huerta, Víctor Martínez, Vicente Ruiz y Virgilio Javier Yeves. La Asociación Cultural Amigos de Venta del Moro instituyó un premio al jugador más regular de la temporada elegido que, entre otros, ha distinguido a jugadores como Armando Clemente, Manolo Descalzo, Ángel Garrido, Sergio Moya o Héctor Huerta, entre otros. La última temporada de esta etapa fue la de 2000/2001, tras la cual hubo un gran parón del fútbol en Venta del Moro.

Es importante recordar el gran aporte que han tenido las aldeas venturreñas en el fútbol de Venta del Moro, bien suministrando jugadores o formando sus propios equipos. Capítulo aparte merece el Jaragüense, equipo que ha jugado muchos años en categoría federada y que ha sido digno rival de nuestro pueblo, pero que desapareció en los 80. También Casas de Moya disfrutó durante unos pocos años de un equipo federado, así como en Casas del Rey se formó “El Imperial”.

Los inicios del siglo XXI conllevaron un largo y excesivo parón futbolístico en Venta del Moro. Pero, tras la reunión de varios aficionados y un gran esfuerzo organizativo y unas primeras reformas del Estadio Municipal Las Acacias, se consiguió el retorno a segunda regional en la temporada 2016/2017 del CF Venta del Moro (abandonando el FC posterior al topónimo) con el presidente Rafael Cárcel Pérez. El 25 de septiembre de 2016 se jugó el primer partido en casa del retorno del CF Venta del Moro a categorías oficiales. Era digno de ver cómo la afición se volcó en masa y, a pesar de que en las primeras temporadas los resultados no acompañaban, el estadio se vio siempre con muy buen ambiente.

La recuperación del fútbol federado en Venta del Moro conllevó también un remozamiento progresivo casi total del campo de fútbol por parte del Ayuntamiento con instalación de servicios higiénicos nuevos, reforma de gradas, nivelación del campo, vallas nuevas, riego y, finalmente, instalación de césped.

En las últimas temporadas el equipo ha continuado en una buena progresión y bajo la presidencia del legendario jugador Francisco Gómez Monteagudo. El mantenimiento de un equipo de fútbol exige, tanto de la directiva como de los jugadores y entrenadores, un importante esfuerzo para poseer una plantilla equilibrada, para pagar todos los ingentes gastos que conlleva, para tener el campo en óptimas condiciones, para entrenar entre semana; para tener el personal suficiente de taquilla, bar, delegado de campo y un largo, etcétera.

Además, los partidos de fútbol durante los fines de semana de otoño, invierno y primavera suponen un importante aliciente para la vida local como se demuestra en la gran cantidad de aficionados que convoca y sigue al equipo.

Así pues, esta Asociación Cultural Amigos de Venta del Moro acuerda premiar al Club de Fútbol de Venta del Moro, directiva, jugadores, entrenadores y afición, por su esfuerzo porque este deporte siga vivo en Venta del Moro y que vaya a alcanzar dentro de tres años sus primeros cien años.»

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