miércoles, 10 septiembre
7ª Página Cultural-Científica de la Fundación Lucio Gil de Fagoaga
Requena (10/09/25)- Javier González Segura, Geógrafo ambiental. Centro de Estudios Requenenses
Nuestra extensa comarca, debido a las diferentes formaciones vegetales y a los usos tradicionales del territorio que han venido realizándose en ella desde hace siglos, presenta una nutrida cohorte de árboles que, por su porte, singularidad histórica y cultural o edad, han sido reconocidos como árboles monumentales o singulares por las diferentes administraciones locales y autonómicas.
Debe recordarse que las transformaciones agrarias, aceleradas desde principios del siglo XVIII con la roturación de antiguas dehesas y montes comunales, y la intensificación de las actividades silvícolas (talas, aprovechamiento de leñas, carboneo) diezmaron los ecosistemas forestales primigenios. Es el caso de carrascales, robledales, pinares o fresnedas, que frecuentemente han quedado como rodales relictos dispersos por la geografía comarcana. Paralelamente, la fijación de población rural en casas de labor, algunas de las cuales evolucionaron a las actuales aldeas y caseríos, fomentó la conservación de ciertos ejemplares que facilitaban ciertas tareas agrícolas, los cuales alcanzaron gran desarrollo al quedar sin competencia de otros congéneres.
Así, se han preservado árboles de hato, de sestero, de charco y de era, bajo los que descansaban a su sombra labradores, caballerías y hatajos de ganado; árboles frutales, algunos de ellos de variedades autóctonas hoy en riesgo de extinción; árboles reservados para la fabricación de vigas de maderas o la extracción de teda y árboles de ornato, que jalonan paseos y caminos y engalanan las plazas de nuestros núcleos urbanos.
Entre las especies que componen este valioso patrimonio natural y etnográfico destacan las forestales, caso del pino carrasco, la carrasca, el quejigo o la sabina albar, las ornamentales, como el ciprés, el cedro, el plátano de sombra, el pinsapo o la sófora y las frutales, destacando el olivo, el almendro o el nogal.
La distribución de estos ejemplares es irregular, con una presencia muy relevante en los espacios agrícolas, en los que se produjo la desaparición de majestuosos árboles a causa de la mecanización de las tareas agrícolas y la pérdida de su ancestral uso, y su práctica ausencia en masas forestales homogéneas.
A continuación, se ofrecerá un pequeño listado de algunos de los ejemplares y arboledas más relevantes de cada municipio, sobresaliendo algunos a nivel autonómico:
Como cualquier otro patrimonio, se halla sujeto a numerosos factores naturales y antrópicos que atenazan su supervivencia. A las transformaciones señaladas y los cambios de usos del suelo pueden añadirse ciertos sucesos meteorológicos extremos, caso de la nevada del 19 de enero de 2017 o el episodio de DANA del 29 de octubre de 2024, incendios forestales de gran extensión y plagas o enfermedades como la grafiosis o el tomicus.
Estos episodios se han cobrado la vida de numerosos ejemplares de destacado porte y valor simbólico en fechas relativamente recientes, destacando el Pino de Hórtola (Requena) y los pinos centenarios de Casas de Moya (Venta del Moro) en los incendios de 1994 y 2022, el Pino Gordo o de la Senda de la Sal (Sinarcas), los vetustos fresnos de hoja estrecha del Cañón del Río Magro (Requena) o los añosos olmos que poblaban nuestro territorio.
Con estas líneas se pretende poner en valor el legado que nuestros antepasados nos dejaron, así como señalar su vulnerabilidad y la necesidad de protección y gestión. En este sentido, y entre otras actividades vinculadas a la conservación del medio ambiente, la Fundación Lucio Gil de Fagoaga realizó la cesión para uso público del espacio de la Era del Llano (Estenas, Utiel), donde se ubica una magnífica carrasca centenaria.