lunes, 31 agosto
El matador de toros Jesús Duque partirá el próximo 23 de septiembre hacia México, donde tiene cerradas tres actuaciones, en búsqueda de una oportunidad que no encuentra en España, a pesar de haber cosechado un sonoro triunfo en la feria de Fallas del año pasado.
Fue el 18 de marzo de 2014 cuando el diestro valenciano, que aquella tarde compartía cartel con Enrique Ponce -que resultó cogido grave- y Julián López «el Juli», desorejó a un gran toro de Victoriano del Río.
En una entrevista con la Agencia EFE, Jesús Duque (Requena, Valencia, 1991) recuerda con especial cariño aquel día: «me jugaba mucho, venía muy mentalizado y fue una alegría muy grande para mí y para todos los que estaban a mi alrededor, que sabían el esfuerzo que me había costado llegar hasta aquí».
Duque aprovechó la ocasión, abrió la puerta grande del coso valenciano de la calle Xàtiva, meses después recibió el premio a la mejor estocada de la Feria de Julio, volvió a abrirla de nuevo el 9 de Octubre y también salió a hombros en Utiel y en Requena.
«Fue una temporada corta, con seis corridas, que fueron pocas pero triunfales», ha explicado el matador, quien ahora, en su segundo año «peleando por ser figura del toreo», es consciente de que el toreo «no es un mundo fácil» y de que, a pesar de la hoja de servicios, los contratos no llegan como cabría esperar.
«Poder hacer temporada en América es un sueño, allí mis triunfos del año pasado han tenido repercusión y me están abriendo muchas puertas», ha añadido.
De la mano de sus apoderados en España, Rubén Espinosa, y en México, Sergio Argüelles, Duque ha cerrado tres actuaciones: el 26 de septiembre en San Miguel Vindho (mano a mano con Luis Gallardo), el 30 de septiembre en Morelia (con Alfredo Gutiérrez y El Zapata) y el 1 de noviembre en Ciudad Hidalgo (por confirmar el resto de la terna).
A su juicio, existe un grupo de toreros que como él «trata de abrirse paso», pero están «un poco maltratados por las empresas», que tienden a decantarse por las grandes figuras.
«Nuestra profesión implica una lucha constante para vivir del toreo», indica Duque, quien explica que desde que era niño lo ha tenido claro: «Con tres años, yo decía que quería ser toro, cuando tuve uso de razón quise ser torero, y con doce años entré en la Escuela taurina de Valencia».
Aunque su familia al principio «se lo tomó como un juego», Duque asegura que siempre es su pilar fundamental y que su entorno cercano conoce el esfuerzo de esta profesión: «Si todo el mundo supiera la preparación, el sacrificio, el entrenamiento y las horas sin dormir que conlleva ser torero, se pondrían muchísimo más en nuestra piel».
El valenciano se muestra firme en su propósito: «Si no aguantas, no vas a llegar a tu meta de ser figura del toreo, así que sacas fuerzas de donde sea». Y asegura: «Me podrá parar un toro, pero no me va a parar nadie».
Mientras compagina el entrenamiento físico con su cuadrilla y de salón con su trabajo en una empresa metalúrgica familiar, Duque contempla su mini temporada americana como una nueva oportunidad.
«De momento son tres corridas, me gustaría quedarme, pero estaré donde me llamen para torear», explica Duque, quien, como la mayoría de matadores noveles, se fija como meta «confirmar en Madrid».
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