domingo, 4 septiembre
Sábado, 3 de septiembre de 2016. Plaza de toros de Requena. Dos tercios de entrada en tarde sofocante de calor. Toros de Espioja (4º y 6º) y Charro de Llen (1º, 2º bis, 3º y 5º). Al 3º se le premió con la vuelta al ruedo. El Cordobés (verde botella y oro), oreja tras aviso y dos orejas tras aviso. Francisco Rivera Paquirri (grosella y oro), muestras de desagrado y oreja que rechazó. Alberto López Simón (azul pavo y oro), dos orejas y oreja. Entre las cuadrillas destacó picando al 6º Tito Sandoval. Presidió, muy errático, Julián Sánchez. Pesos de los toros por orden del día: 465, 480, 462 (2 bis), 455, 440, 470 y 453 kilos.
La corrida programada para la feria de Requena se celebró en medio de un clima sofocante y con un gran ambiente en los tendidos. La presencia de dos toreros mediáticos, unidos a uno de los espadas revelación de la temporada, propició quien en el coso requenense se concitase un gran número de aficionados. Todos ellos entusiastas y con una gran disposición a pasárselo bien. Luego, la tarde dio mucho de sí.
El encierro lidiado ofreció una desigual presentación. Más cuajados los de Espioja y terciados los de Charro. Y variados en su juego. El primero, chico y escurrido, manseó y se salió suelto del caballo. Muy desclavado, al menos se desplazó con la muleta. El gordo y romo segundo fue devuelto sin que se sepa por qué. Rivera no se quiso poner delante y el presidente decidió con precipitación devolverlo a los corrales en una clara muestra de incapacidad. Al sobrero le castigaron con saña en el caballo, y muy parado y rajado, acabó por defenderse más de la cuenta.
Peleó con desigualdad en el caballo el tercero, Marismeño de nombre, que tuvo la virtud de humillar y repetir sus embestidas con calidad y son, aunque con el defecto de escarbar. El usía decidió sacar un generoso pañuelo azul y premiarle con la vuelta al ruedo. Abanto de salida el burraco y serio cuarto, que se repuchó en el caballo. Le picaron mucho y mal, lo que no dejó ver del todo el excelente fondo de nobleza y calidad que tenía. Escurrido y vareado el quinto, al que se picó poco. Luego fue y vino y resultó muy manejable. Y el sexto tuvo una lustrosa presentación. También abanto de salida, se movió y se desplazó, aunque le faltó algo de clase y raza.
Manuel Díaz El Cordobés anduvo sobrado de zarpas y recursos en su primero, en una labor de muy largo metraje, comunicativa y muy suelta, aunque falta de relieve. Y también anduvo entonado, suelto, dispuesto y muy profesional ante el cuarto, ante el que firmó un trabajo en el que entendió a la perfección a su oponente. Echó mano del repertorio marca de la casa y gente se lo agradeció. El usía para seguir con su infausta tarde le envió un aviso a los siete minutos 45 segundos de comenzar el trasteo.
Francisco Rivera Paquirri no se quiso poner delante de su primero, propiciando con actitud su devolución, aunque el error estuvo en el palco. Y con él sobrero se limitó a quitarle las moscas con tanta abulia como desgana, en una actuación que provocó el enfado del respetable. Ante el quinto firmó un trabajo de aseo y limpieza, muy profesional y suelto, que remató de una sensacional estocada. El torero devolvió la oreja que le concedieron de mala forma al alguacilillo cuando este se la entregó, mirando al palco de forma provocativa y negándose a dar la vuelta al ruedo.
Y Alberto López Simón se mostró toda la tarde con tanta frescura como soltura y disposición. Ante su primero rubricó una faena de ligazón y buen pulso, que tuvo gran eco en los tendidos. Volvió a estar lúcido y lúcido ante el sexto, al que le supo buscar las vueltas y lo que remató de una colosal estocada.