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Requena (02/05/18) Avancetaurino.es

Plaza de toros de Requena. Aceptable entrada en mañana agradable. Erales de Aida Jovani, de variados pelajes y juego notable. Al primero se le premió con la vuelta al ruedo. Miguel Senent, Miguelito, dos orejas y rabo. Guillermo García, oreja. José Pirela, saludos. Joan Marín, oreja. Javier Camps, dos orejas y rabo.

La plaza de toros valenciana de Requena abrió sus puertas para ser escenario de una novillada con participación de alumnos de las escuelas de tauromaquia. Tras el aplazamiento del domingo, la mañana del martes amaneció soleada y apacible y posibilitó presenciar un más que entretenido espectáculo. El impulso, la dedicación y la afición del aficionado práctico local Ángel García hizo posible que el festejo se desarrollase de una manera impecable.
El coso requenense registró una aceptable entrada de espectadores, quienes disfrutaron de una más que entretenida matinal taurina.
El encierro castellonense de Aída Jovani ofreció una variadísima presentación en cuanto sus pelajes. Un excelente juego dio el burraco primero, que tomó las telas con calidad y son por los dos pitones. Fue premiado con la vuelta al ruedo. El negro segundo tuvo por virtudes la fijeza, la repetición de sus embestidas y la movilidad, aunque tendió a claudicar al final de los muletazos y le faltó un punto de fuerza.
El también burraco tercero, más vareado y escurrido de carnes, fue y vino y tuvo movilidad, aunque tendió a defenderse y resultó desrazado. Quiso más que pudo el también burraco cuarto, que exhibió un excelente fondo aunque le costó romper hacia delante por su escasez de fuerzas. Y el negro quinto resultó manejable y sirvió para el torero.
Miguel Senent “Miguelito” se mostró como un torero ya preparado para afrontar compromisos de mayor envergadura. Lanceó con un gran gusto a su novillo, al que muleteó con oficio, seguridad, vistosidad y templanza en un trabajo de excelente corte bien rematado con las armas toricidas.
A Guillermo García, de la escuela de Madrid, se le vio como un novillero  enterado y con oficio. Seguro, y mostrando conocimientos de la profesión, trasteó con soltura y ligazón.
José Pirela, de la escuela taurina de Colmenar Viejo, anduvo en son afanoso y tesonero, en un trabajo de muy largometraje aunque escaso de mensaje.
Joan Marín firmó una faena presidida por la voluntad y los deseos al cuarto, al que tuvo que cuidar y no bajarle la mano y someterle, para evitar que rodase por la arena. Cumplió.
Y cerró el quinteto Javier Camps, quien saludó con una larga de rodillas en el tercio al cierraplaza. Luego, su trabajo tuvo las virtudes de la colocación, la expresión y el buen corte, poniendo de manifiesto un torero a tener en cuenta, y que estuvo bien rematado con los aceros.
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