EFOW y CECRV, las organizaciones representativas de las denominaciones de origen de vino a nivel europeo y a nivel nacional, respectivamente, lamentan profundamente la decisión de los Estados Unidos de imponer un arancel aduanero adicional del 20% a los vinos europeos. La medida supone un importante revés para el sector vitivinícola de la UE y de nuestro país, que pone en riesgo uno de sus principales mercados de exportación en términos de valor y de volumen.

Bruselas y Madrid (03/04/25)

La European Federation of Origin Wines (EFOW), la organización que representa a las denominaciones de origen europeas ante las instituciones de la UE, y la Conferencia Española de Consejos Reguladores Vitivinícolas (CECRV), que representa a las DDOO de vino a nivel nacional, manifiestan su profunda preocupación por los aranceles del 20% anunciados por el presidente de Estados Unidos a los productos importados de la Unión Europea, incluyendo el vino. A juicio de las denominaciones de origen, estos aranceles son una pésima noticia para las economías de la Unión Europea y del propio país norteamericano, así como para sectores con vocación exportadora como el vino. Y no solo porque afecten a uno de los principales destinos de los vinos europeos y españoles (Estados Unidos está entre los tres primeros destinos de las denominaciones de origen españolas que más vino venden fuera de nuestro país), sino porque supone una ruptura de las reglas del comercio internacional de las que el mundo ha disfrutado en las últimas décadas y por la escalada de medidas y contramedidas que esto pueden conllevar y que hará que las economías nacionales tiendan a protegerse más y, por tanto, a imponer más barreras al comercio.

Las denominaciones de origen destacan que estos aranceles llegarían, además, en un contexto ya difícil para el sector vitivinícola, que se enfrenta a una disminución del consumo y a una bajada de comercialización en mercados exteriores en los últimos años, lo que ha hecho que la competencia en estos sea cada vez más fuerte. Por todo ello, estas medidas amenazan con tener graves consecuencias económicas para muchas regiones vitivinícolas europeas y de nuestro país. Para el vino español, el mercado estadounidense supone aproximadamente unas ventas anuales cercanas a los 400 millones de euros. El norteamericano es un mercado muy difícil de sustituir en el corto y medio plazo, tanto en volumen, como en valor. Y las ventas que se pierdan en Estados Unidos no harán sino aumentar la competencia en otros mercados, reduciendo a su vez la cuota de mercado de nuestras bodegas en otros destinos. Asimismo, esos aranceles conllevarán un aumento de la inflación a ambos lados del Atlántico, lo que redunda en pérdida de poder adquisitivo de los consumidores y de ingresos para las empresas. Lo que está en juego es la pérdida de empleos en zonas rurales, la paralización de inversiones, el cierre de empresas y, en definitiva, un daño significativo a las economías rurales y a sus habitantes.

Además, no se puede subestimar la urgencia de la situación, toda vez que muchas importaciones de vinos europeos y españoles ya están suspendidas, tras el llamamiento que realizó hace unos días la US Wine Trade Alliance (USWTA), que representa a los importadores, mayoristas, minoristas, restaurantes y productores estadounidenses, aconsejando a sus miembros que detengan sus compras de vinos europeos hasta que se clarifique la situación arancelaria.

EFOW y CECRV insisten en que este desarrollo pone de relieve la necesidad crucial de un compromiso diplomático inmediato y consideran que es imperativo continuar el diálogo con el fin de proteger al sector del vino y negociar una solución sostenible en el tiempo.  Para las organizaciones representativas del sector el vino, el aumento de los aranceles no es la solución. Por ello, piden a la Comisión Europea que redoble esfuerzos para buscar una negociación con la Administración estadounidense, que garantice un acuerdo justo y sostenible para el sector. A este respecto, tanto EFOW como CECRV abogan por un acuerdo de de 0 aranceles a ambos lados para del Atlántico para vinos y bebidas espirituosas, tanto europeos como americanos, como una solución constructiva y con visión de futuro. La preservación de la sostenibilidad económica, el empleo y el patrimonio cultural de las regiones vitivinícolas de Europa y de nuestro país deben ser tenidas en cuenta por parte de las autoridades comunitarias en estas negociaciones.

 

 

 

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