Requena (28/09/17) LA BITÁCORA/JCPG
Mientras el país queda abducido por las actuaciones de unos y otros en el monotema que nos ocupa desde hace tanto, muchos estamos en plena vendimia. Todavía hay mucha vendimia a mano. Es la tradicional y la que nos ha marcado a tantos hijos de esta tierra con el signo indeleble del sacrificio cotidiano en el campo. Lo llevamos marcado a fuego en la piel, en la conciencia. Hay que ver lo duro que es vendimiar. Más bien lo duro que era vendimiar. En otro tiempo. Cuando estábamos de sol a sol.
La maquinaria de la vendimia, la vendimiadora es en sí misma una verdadera revolución. Implica tantas transformaciones que en pocos años los agricultores, su utillaje, el paisaje agrario, las bodegas, el sistema cooperativo y las mentalidades colectivas se ven por completo golpeadas, transformadas. Todo cambia desde la maquinaria y para la maquinaria. Todavía hay ciertos desajustes que se irán corrigiendo con el tiempo. Todo es cuestión de tiempo. Pero la transformación es tan profunda que sólo estamos viendo un iceberg de los cambios. Quizás en unos pocos años veamos gran cantidad de los cambios.
Las masas de jornaleros que llegaban a nuestra tierra para hacer la vendimia son un objeto histórico. Se ha convertido ya en un tema para los propios historiadores. Aquí hay miga para los que deseen investigar. Hasta las aldeas estaban repletas de gente. Y las centralitas telefónicas repletas de gente deseando llamar a sus familiares. Eran tiempos sin móviles ni internet. Los mozos de las aldeas veían sus hormonas revolucionarse cuando llegaban chicas de Aliaguilla, por ejemplo, y renovaban el paisaje femenino de las aldeas. Aunque fuera durante unos cuantos días. Algunos hasta salían arrojados por las ventanas y daban con los lomos en el suelo. Y al día siguiente, bien temprano, a vendimiar.
Tractor Zétor 25, de 1951. La prehistoria de la mecanización.
Todo esto se perdió. Las aldeas ya no se llenan y por sus calles discurren tractores más grandes, bañeras y vendimiadoras. En pocas décadas se ha pasado de los machos a los tractores y ahora a una mecanización brutal. A esto vamos. Para bien de los agricultores. Que ya era hora de que disfrutaran de un trabajo menos esforzado. Si los precios siguen en cifras razonables, mejor. Han pasado mucho.
En Los Ruices, a 26 de septiembre de 2017.