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LOS COMBATIVOS REQUENENSES.

Las obligaciones militares de los vecinos de Requena a veces los llevaron muy lejos. Bajo Felipe II las tropas que se desplegaron en el exterior tuvieron fuertes compromisos y se recurrió en momentos de alarma a las fuerzas interiores, pese a su menor calidad profesional.

En 1562 el rey Felipe y la regente de Francia Catalina de Medici, en nombre de su hijo Carlos IX, mantenían unas relaciones temporalmente pacíficas. Tras decantarse el dominio de Italia por los españoles, los franceses se encontraban a la sazón divididos por las controversias religiosas. La extensión del calvinismo por Francia fue contemplada con malos ojos por su monarquía, que lo juzgó un desafío a su autoridad. Más tarde también los mismos católicos la cuestionarían estruendosamente.

Felipe II y sus consejeros siguieron con lógica preocupación la evolución de los sucesos franceses. Si el poderoso reino vecino se convertía en calvinista o hugonote, el imperio español se vería seriamente amenazado justo cuando la guerra contra el imperio otomano tenía un resultado incierto en exceso. Los calvinistas franceses alentarían los problemas de los Países Bajos y se lanzarían al ataque contra los dominios indianos e italianos. Volverían los peores días de Carlos V.

En marzo de 1562 el católico duque de Guisa y sus seguidores dieron al traste con el edicto de Saint-Germain, que toleraba el calvinismo, al matar a varios hugonotes que iban a celebrar culto en Wassy. La temida guerra civil estalló al fin.

El 5 de junio de aquel año Felipe II se dirigió a sus súbditos requenenses, al igual que a los de otros lugares de Castilla. Su muy caro y amado hermano, en sentido figurado, el rey cristianísimo se enfrentaba a la rebelión de los herejes. Bajo la religión aparecía la política y se avanzaba el futuro posicionamiento del rey a favor de la facción católica de los Guisa, la que precisamente había dado pie a que estallara tal insurrección.

De momento Felipe no mandaría fuerzas a Francia, como sí haría en la década de 1590, pero reforzó la vigilancia de sus fronteras. Se apercibió a los requenenses para que ayudaran a guardar los límites de Cataluña y Aragón. La llegada de franceses, especialmente del Mediodía hugonote, a los territorios de la Corona de Aragón fue un motivo de intensa inquietud. Las fuerzas de los guardas de Navarra también deberían de ser ayudadas, además de las guarniciones de las estratégicas plazas de San Sebastián, Fuenterrabía y Perpiñán.

Se ordenó a los requenenses que pusieran su espada a favor de uno de los nietos del rey que llegó a su villa como cautivo tras la batalla de Pavía. Ya se sabe que los azares de la política convierten a los enemigos en amigos y siempre sorprenden a los menos avisados.

Víctor Manuel Galán Tendero.

                Fuentes.

                ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE REQUENA. Documento nº. 11536.

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