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LOS COMBATIVOS REQUENENSES. Víctor Manuel Galán Tendero

El 23 de mayo de 1758 el pueblo de Requena se mostraba consternado ante la llegada, con dirección a la ciudad de Valencia, de un regimiento de las Reales Guardias Valonas (o Walonas).

Los valones católicos de los Países Bajos habían servido bajo las banderas de los reyes españoles desde los Austrias y ganaron una merecida reputación de aguerridos combatientes encabezando los ataques y cubriendo las retiradas del resto de las tropas. La capacitación de estos soldados profesionales los facultó para dar protección al mismísimo monarca, aunque no acudiera al campo de batalla. Tras la pérdida de los Países Bajos a favor del emperador de Austria, finalizada la guerra de Sucesión, Felipe V mantuvo en su guardia real a los valones junto a unidades suizas, irlandesas, italianas y por supuesto españolas. Varios historiadores han interpretado la presencia de fuerzas extranjeras en los ejércitos de las monarquías europeas de la Era del Absolutismo como un eficaz instrumento de represión, completamente desvinculado en lo afectivo de la población local, aunque tenemos constancia que en 1803 un soldado suizo de tránsito por Requena legó al Santo Hospital de Pobres una limosna de diez reales en agradecimiento a los cuidados dispensados.

Entre 1630 y 1700 los requenenses tuvieron que realizar grandes sacrificios para abastecer y alojar a las tropas reales de tránsito, lo que a veces repercutió muy negativamente en perjuicio del Real Pósito, encargado de proporcionar simiente y pan a precios relativamente asequibles a los vecinos. Esta situación llegó a ser insufrible durante la guerra de Sucesión, a cuyo término se moderó circunstancialmente sin solucionarse a satisfacción de las gentes de Requena, que prosiguieron cargando con los gastos de alojamiento, bagajes y utensilios de las reorganizadas tropas reales.

Precisamente en la primavera de 1758 otro molesto visitante había hecho acto de presencia en nuestra zona, la temida langosta, capaz de arruinar las cosechas. El alcalde y diputado de Caudete pidió al concejo requenense la ayuda de 300 reales para acabar con semejante plaga. Camporrobles obtuvo el 24 de junio unos 200 con tal fin.

En una sociedad agraria como la de aquella época la llegada de la langosta y el paso de un regimiento de unos dos mil soldados no era cosa de broma y el municipio recurrió a una veterana argucia, que a veces daba buen resultado, la de negociar e invocar clemencia de las autoridades.

Se comisionó al regidor don Miguel Ramírez Iranzo para que se entrevistara con el comandante del regimiento antes de llegar. Se le presentaría una Requena asolada por la langosta, incapaz de dar satisfacción a los soldados reales, y se le recordaría que en Utiel, también en la ruta de Valencia, hallarían el acomodo necesario. Todo un detalle.

Fuentes.

 ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE REQUENA. Libro de actas municipales de 1754 a 1758, nº. 3260.

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