LOS COMBATIVOS REQUENENSES. / Víctor Manuel Galán Tendero.
Pedro Haba Navarro era un mozo de Requena nacido tras la guerra contra los carlistas, allá por 1843. Bautizado en la parroquia de San Nicolás, tomó el oficio de tejedor de seda cuando dejó de ser un niño, pese a que la sedería no atravesaba precisamente sus mejores horas históricas en nuestra localidad. De todos modos aquella profesión había sido la de muchos vecinos menestrales desde hacía más de cien años.
De repente un temible compromiso alcanzó a Pedro, el de la contribución de sangre de los nuevos ciudadanos, que más parecían súbditos: el servicio militar. Las quintas habían sido muy impopulares desde su implantación por Felipe V. Muchos mozos a los que les tocó en suerte ser soldados lo consideraron un drama capaz de arruinar la vida. En los ocho años de servicio que tenían por delante la enfermedad podía ser más mortífera que las balas del enemigo.
En 1856 se intentó que los voluntarios fueran más numerosos que los quintos, pero en los cinco años siguientes se regularizó el llamamiento anual. Los españoles fueron a una guerra en Marruecos y los más o menos pudientes ofrecieron importantes sumas para redimir a sus hijos del honor de servir a la patria. No pocos financieros y políticos hicieron negocio con los redimidos. El tejedor y su familia se resignaron a pagar los 8.000 reales de redención con vistas a escapar del servicio activo.
El 28 de mayo de 1863 el muchacho entró en la Caja de Quintos de Valencia, donde se le tomaron sus datos personales y se le advirtió que debería presentarse de inmediato al servicio activo en caso de necesidad.
Tras ser revistado en julio se le asignó plaza en el Batallón Provincial de Requena, cuya función era la de complementar a las tropas en activo en momentos de conflicto. Pedro seguiría la instrucción con regularidad los domingos y proseguiría tejiendo el resto de la semana. Técnicamente no era ni un miliciano de la primera guerra carlista ni un reservista veterano de los que terminarían imponiéndose en los ejércitos europeos a raíz de las victorias prusianas en la década de 1860. Era un soldado local a tiempo parcial con su profesión y su familia… Siempre y cuando pagara.
Pronto se le reclamaron los primeros 100 reales, que no pudo satisfacer. La situación de Pedro empeoró y de nada le sirvió su oficio para trampearla. En diciembre de 1863 fue incorporado al Regimiento de Infantería del Infante, donde juró banderas.
En 1864 su Regimiento se dirigió a Zaragoza, pero los aires aragoneses no le probaron y pronto marchó enfermo al Hospital de Valencia. Pedro no se resignó a su suerte y al año siguiente desertó. En Burgos terminó reducido por parejas de la Guardia Civil. El cuartel lo esperaba.
Pasó 1866 en Zaragoza a duras penas. Su salud se encontraba a la sazón muy quebrantada hasta tal extremo que el 30 de junio de 1867 se le dio allí por razones médicas la licencia absoluta. El soldado de Isabel II pudo volver a Requena vivo, una suerte que muchos mozos no tuvieron. El grito contra las quintas se alzaba con fuerza en España, movilizando a muchos españoles contra Isabel II, destronada en septiembre de 1868. En 1869 una Comisión Central liquidaría los Batallones Provinciales, aquellas unidades en las que pretendió servir el desdichado Pedro Haba Navarro.
Fuentes.
ARCHIVO MUNICIPAL DE REQUENA, Correspondencia del Gobernador Militar (licencias, permisos y envíos de dinero), 1283/5.
Imagen idealizada de la vida militar. La batalla de Tetuán.