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Cuadeno de Campo. La Naturaleza en la Meseta de Requena-Utiel /Javier Armero Iranzo
31 de mayo de 2016

Sierra Martés, uno de los más valiosos espacios naturales de la provincia de Valencia. Y lo tenemos muy cerca de aquí. Propongo una excursión que a buen seguro no va a defraudar a nadie, y quizás ahora, en las postrimerías de la primavera sea el mejor momento de llevarla a cabo.

Hay muchas razones para visitar la sierra, desde luego. En primer lugar su magnífica orografía, con crestas afiladas y laderas escarpadas, que la hacen una de las más atractivas desde el punto de vista paisajístico. Las panorámicas desde la cumbre son realmente hermosas, y se puede divisar gran parte de los hitos geográficos más sobresalientes de  la provincia, desde la costa (donde se llega a ver la línea litoral y la propia Albufera de Valencia) hasta las principales sierras del interior.

Por otro lado, la importancia de su biodiversidad le ha merecido ser designada como ZEPA y propuesta como LIC por la Unión Europea. Les explicaré que significan estas siglas para que se hagan una idea de lo que ofrece la sierra Martés al patrimonio natural europeo.

Con el fin de conservar los principales hábitats naturales y las principales especies que conforman su biodiversidad la Unión Europea impulsó la creación de un sistema de espacios protegidos denominado Red Natura 2000. Esta se compone de dos tipos de espacios:

Las Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA), designadas según la Directiva Aves (79/409/CEE). El objetivo fundamental de esa directiva es asegurar la protección de todas las aves que viven en estado silvestre en los estados miembros, mediante la protección, conservación, restauración y creación de los hábitats necesarios para que sus poblaciones puedan persistir a lo largo del tiempo.

Los Lugares de Importancia Comunitaria (LIC), según la Directiva de Hábitats (92/43/CEE),  declaradas previo estudio por la Comisión Europea como integrantes de la lista de LIC, y que son declaradas a continuación por cada estado miembro como Zonas Especiales de Conservación (ZEC). Los LICS han sido definidos y delimitados en base a la presencia en los mismos de especies o hábitats amenazados o representativos de un determinado ecosistema y considerados prioritarios.

Bien, pues sierra Martés tiene ambos reconocimientos, el de formar parte de la ZEPA denominada Sierra Martés-Muela de Cortes (ES0000212), y del LIC Sierras de Martés (ES5233011).

Además cuenta con una interesantísima microrreserva de flora en su cara norte, lo que ahonda más en su importancia desde el punto de vista de la conservación de la vida silvestre. Recordemos que una Microrreserva de Flora es una zona de menos de 20 hectáreas de extensión que ha sido declarada mediante una Orden de la Generalitat Valenciana, a propuesta propia o de los propietarios del terreno, a fin de favorecer la conservación de las especies botánicas raras, endémicas o amenazadas, o las unidades de vegetación que las contienen.

Por tanto, dos razones de peso, la de su paisaje y la de su biota, que nos van a permitir disfrutar de un magnífico día de campo primaveral en la sierra.

La sierra Martés, de litología eminentemente caliza, se sitúa en la zona central de la provincia de Valencia, a caballo entre tres de sus comarcas interiores: La Meseta de Requena-Utiel, La Hoya de Buñol y El Valle de Ayora-Cofrentes. En concreto, se la reparten tres municipios, uno de cada comarca citada, y que siguiendo ese orden son Requena (por su parte noroeste), Yátova (por el resto de la vertiente norte) y Cortes de Pallás (que aporta prácticamente toda la sección meridional). Los límites de los términos sigue con cierta precisión la cresta de la sierra, donde destaca, el monte llamado Tres Mojones, en el que confluyen los tres municipios implicados.

La orientación de la sierra sigue un cierto buzamiento noroeste-sureste en consonancia con el complejo orográfico en donde se integra, el Sistema Ibérico, el cual a poca distancia hacia el sur concluye su enorme ámbito geográfico; concretamente en la Plataforma del Caroig, al otro lado del cauce del río Júcar.

Presenta una silueta característica e inconfundible vista desde lejos, con dos zonas altas bien marcadas; el pico del Ñoño, al oeste, con 1.072 metros de altura sobre el nivel del mar, y una meseta maciza, más al este, conformada por los picos Martés y de los Ajos con 1.085 y 1.061 metros, respectivamente. Entre medias aparece un collado muy evidente que ronda el millar de metros de altitud.

La sierra presenta un cordal en la cresta que delimita dos vertientes de orografía muy distinta. Por su parte septentrional aparecen diferentes barrancos que, al confluir en el río Magro,  presentan un gran desnivel por salvar tanta diferencia de altura. Este río apenas ronda los 400 metros sobre el nivel del mar a la altura del embalse de Forata. Entre otros, destacan los barrancos del Purgatorio o el del Gallo en la parte de Yátova, y el de Hortolilla, ya en la misma divisoria con Requena.

Precisamente Hortolilla supone un lugar relevante por poseer unos bosquecillos bien conservados de fresno de flor (Fraxinus ornus) y una cobertura vegetal muy interesante amparada por las condiciones de umbría y de humedad que ofrece este paraje. Como dato del más alto interés cabe destacar que allí se ha llegado a citar un tipo de anfibio amenazado de extinción en la Comunitat Valenciana y del que apenas se conocen poblaciones estables en ella. Se trata del sapillo pintojo Discoglosus jeanneae. Poco se sabe del estatus poblacional de este animal en la zona, por lo que se hace preciso abordar una investigación encaminada a poder establecer la situación real que presenta en el paraje y que pudiera confirmar su existencia en otros puntos de la sierra de características similares.

El curso del río Magro a través de las laderas de Martés es, sencillamente espectacular. Desde la Fuente de la Canaleja en Requena, bonita área recreativa ideal para ir con la familia de comida campestre, el río se encajona y serpentea por laderas empinadas y cubiertas por un espléndido pinar de Pinus halepensis repleto de arbustos que conforman un interesante sotobosque. El paso del río por parajes como El Hinojar o Tabarla nos ofrece la posibilidad de contemplar vestigios de una formación vegetal mediterránea donde aún abundan especies tales como el citado fresno de flor, el quejigo Quercus faginea, el madroño Arbutus unedo, el durillo Viburnum tinus, o el guillomo Amelanchier ovalis, entre muchas otras que crecen al amparo de una umbría tan cerrada en ciertos sectores que apenas recibe los rayos de sol durante unas pocas horas al día.

A estas soledades del Magro le he dedicado muchas jornadas de campo en busca de sus aves más características. Por ejemplo, y a modo ilustrativo de la importancia que tiene para las aves el paso del río Magro por sierra Martés, puedo adelantarles que en un tramo de tres kilómetros de longitud de soto ribereño, entre el paraje de Tabarla y la desembocadura del barranco del Purgatorio, y en el que solamente censaba las aves que había en una estrecha franja de 25 metros de distancia máxima con respecto al cauce, pude detectar hasta 57 especies a lo largo de un período anual. Número muy alto para una localidad de relieve tan abrupto y plenamente montano.

Entre ellas son claramente dominantes los pájaros netamente forestales como el petirrojo Erithacus rubecula, el pinzón vulgar Fringilla coelebs, la curruca cabecinegra Sylvia melanocephala, el mirlo común Turdus merula, el chochín Troglodytes troglodytes, el mito Aegithalos caudatus, la curruca capirotada Sylvia atricapilla, el carbonero común Parus major, el verdecillo Serinus serinus, o el ruiseñor común Luscinia megarhynchos, por citar las diez especies más numerosas. No obstante, destaco otras más escasas pero que aportan un valor añadido al paraje fluvial como la presencia del vencejo común Apus apus, que tiene una colonia reproductora en un cantil natural junto al cauce, o la becada Scolopax rusticola, limícola forestal muy raro en otras localidades pero cuya invernada aquí es ciertamente  habitual.

La microrreserva de flora a la que antes aludía se halla también en la vertiente norte de la sierra y muy cerca de la cumbre del Ñoño, de donde toma su nombre. Aunque tiene una extensión aproximada de 17 hectáreas, en ella se recogen taxones vegetales que resumen muy bien la flora de toda la sierra en su conjunto, especialmente la que crece en la ladera de umbría. Merece mucho la pena acercarse ahora a ella, y esa es una de las razones de la publicación de este artículo en las fechas en que estamos.

Para ello lo mejor es acceder por la pista que nos lleva al refugio del Manquillo y que sube hasta la misma emisora del punto de vigilancia forestal instalado en el pico del Ñoño. Este acceso es relativamente cómodo si se viene desde el embalse de Forata pasando por la Casa del Colegial, o si se toma desde la carretera que va desde Macastre a Venta Gaeta poco después de pasar el cruce que va a El Oro. Sin embargo, llegar al Manquillo desde Requena es más penoso, pues el camino que viene desde Hortunas de Abajo y sube a lo alto de la sierra por La Hoya de la Cebada y Tres Mojones está en mal estado. Eso sí, las vistas son realmente espectaculares y bien merece la pena la caminata.

Las especies prioritarias que la han llevado a su declaración como microrreserva de flora son plantas de bosques húmedos como el quejigo Quercus faginea o el boj Buxus sempervirens, de pastizales de montaña como el carraspique Iberis saxatilis ssp Valentina, la aliaga enana Genista pumila, el gazón Armeria alliacea ssp alliacea, la orquídea satiricón Orchis macula o el sello de Salomón Polygonatum odoratum, o de roquedos calizos tan abundantes en Martés como las Saxifragas pegajosa y blanca Saxífraga latepetiolata y Saxífraga cossoniana, respectivamente, o el geranio de roca Erodium saxatile. Un tesoro vegetal que bien merece ser conocido y apreciado.

La sierra Martés, desde luego, tiene una notable importancia para las aves, y no sólo por las que habitan las riberas del Magro como ya se ha indicado. En ella habita toda una completa comunidad de aves forestales y rupícolas que ha merecido el reconocimiento internacional como ZEPA. Entre las aves ligadas al bosque destaca el grupo de las rapaces diurnas entre las que aparecen las águilas calzadas Aquila pennata, las culebreras europeas Circaetus gallicus, los ratoneros Buteo buteo, los azores Accipiter gentilis y los gavilanes Accipiter nisus, que cuentan con distintas parejas reproductoras.

Entre las aves de requerimientos rupícolas, la diversidad es enorme. Así el águila real Aquila chrysaetos dispone de un territorio reproductor, y la presencia del águila perdicera Aquila fasciata es ciertamente habitual en la sierra, que utiliza como área de campeo y de alimentación. Además se han citado aquí aves tan espectaculares como el búho real Bubo bubo, el halcón peregrino Falco peregrinus, el cuervo Corvus corax o la chova piquirroja Pyrrhocorax pyrrhocorax. Entre las aves más pequeñas que utilizan los orificios o extraplomados que proporciona el roquedo, en especial los espectaculares cantiles dispuestos bajo los picos Martés y de los Ajos, en la soleada vertiente meridional, aparecen los aviones roqueros Ptyonoprogne rupestris, los colirrojos tizones Phoenicrurus ocruros y los gorriones chillones Petronia petronia.

Pero entre ellas, además, hay unas aves cuya belleza es incuestionable y que causa especial admiración a los ornitólogos que recorren los escarpes rocosos en esta época del año. Me refiero a los elegantes roqueros solitarios Monticola solitarius y a los más polícromos roqueros rojos Monticola saxatilis. Es ahora el mejor momento para deleitarse con sus magníficos cantos territoriales. Es la banda sonora de la sierra, sin lugar a dudas. ¡Qué bien cantan los roqueros! ¡Y qué bonitos que son!

Hace un par de años un grupo de ornitólogos de la Societat Valenciana d’Ornitologia estimamos un censo de 6 parejas reproductoras de roquero solitario y de dos de roquero rojo en el sector más abrupto que va desde el pico del Ñoño hasta el de los Ajos. Dato muy bueno, especialmente en lo que se refiere al de la última especie, ya que de ella se sabe muy poco sobre su presencia reproductora en la provincia de Valencia, en parte por su notable escasez, pero también por lo inaccesible de sus territorios de cría.

Para visitar esos cintos calizos encarados hacia el mediodía también se puede acceder desde las aldeas pertenecientes a Cortes de Pallás situadas en las faldas de la sierra: Venta Gaeta, Casas de Herrero y Viñuelas; quedando ya Castilblanques algo más retirada. Desde la primera de ellas parte una senda de gran recorrido que en prolongada ascensión llega a  enlazar con un camino que discurre a pie de cortados y desde donde se obtiene una inmejorable perspectiva para la búsqueda y localización de aves rupícolas.

Ese mismo camino, por su parte oriental, y justo por debajo del puesto de vigilancia del Ñoño permite bajar cómodamente hasta la bonita aldea de Viñuelas atravesando interesantes parajes agroforestales como El Zurrubete, que tan buenos recuerdos me trae a la cabeza. Durante algún año de mi infancia acudía con mis tíos y mi abuela materna Pilar (nacida en Viñuelas) a pasar algunos fines de semana a esta pedanía. Allí (y también en Requena, lógicamente) me forjé como naturalista buscando las aves de las fuentes de su entorno o los rastros de animales en los caminos hacia el Zurrubete, el Rodenar o a Belmontejo, magníficas fincas que exploraba concienzudamente como si estuviera en lo más recóndito de quién sabe qué continente exótico. Allí escribí mi primer cuaderno de campo… Cuaderno de Campo, como el título de esta sección que tan a gusto escribo. ¡Cómo no voy a sentir atracción por esta sierra! ¡Tengo su impronta dentro de mí!

Podría estar mucho tiempo hablando de sierra Martés. De sus lugares, de sus animales. No he dicho nada de sus mamíferos. ¿Saben ustedes que los últimos linces Lynx pardinus de la comarca debieron habitar estos montes hasta hace relativamente poco; quizás hasta finales del siglo XX? ¿Saben que es una zona valiosísima para uno de nuestros mamíferos ibéricos más emblemáticos: la cabra montés Capra pyrenaica?

Espectacular la sierra Martés. Ojalá que con su incorporación a la Red Natura 2000 se preserven para siempre los valores naturales que la han hecho merecedora de tal reconocimiento. Sin embargo, todavía hay mucho que trabajar para disminuir su problemática ambiental: existencia de tendidos eléctricos peligrosos, gestión de la caza, falta de caudales hídricos en el río Magro por sobrexplotación agrícola en la meseta requenense, y sobre todo, el impacto de los incendios forestales, como el que ocurrió en julio de 2012 y que devastó gran parte de su porción oriental.

Podría contarles muchas más cosas de la sierra. Pero mejor si la descubren por ustedes mismos, como hice yo cuando era niño. No les va a defraudar.

Sierra Martés, nuestra gran sierra valenciana. Visítenla. Disfrútenla.

JAVIER ARMERO IRANZO

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