Requena (18/09/19) Si leemos crecemos – Rosana Gutierrez Tapia
Nuestra realidad se va sucediendo tan rápido que a veces no somos conscientes de que cada día podemos elegir. Una vez tomado el ritmo del curso, con sus horarios, sus rutinas, sus viajes de ida y vuelta al trabajo, las compras en el supermercado, recoger y limpiar la casa…nos metemos en un bucle que va cogiendo velocidad y cuando quieres parar, parece que ya no es posible.
Pero a pesar de todo, hay métodos que nos apaciguan y nos bajan las revoluciones de vida. Uno de ellos es, sin duda, la lectura. Cuando leemos, paramos nuestra cabeza. Frenamos esa insistente voz interior que no para de decirnos todo lo que tenemos que hacer, que nos ordena sin piedad, al ritmo del subconsciente, cada paso, en cada momento y de la forma prescrita. Pero, gracias a Dios, la lectura calla esa voz canalla que como un dictador nos mantiene ocupados en mil quehaceres, en dos mil pensamientos diferentes y en tres mil sentimientos que nos vapulean de un lado para otro como una marioneta de guiñol movida por la mano imperiosa de la mente.
Las letras se van sucediendo mientras permanecemos parados, cada uno a su ritmo, bailando sonidos diferentes que dan forma a la realidad imaginada de la historia. Una historia donde nos metemos y buceamos, afectados por los sentimientos de unos personajes que para bien o para mal, influyen en nuestras propias emociones. Algunas veces son buenas: recuerdos felices de amor, de alegría, sexo o amistad con sabor a familia y que dejan paz en nuestro corazón. Otras veces, en cambio, esa lectura lleva a nos metemos en recuerdos tristes y oscuros de sufrimiento, desesperación o ansiedad, deseando que pase ese trago amargo de los personajes.
Gracias a ese parón del ritmo de nuestra cotidianeidad, podemos ser más conscientes de nuestra realidad. Podemos tomar conciencia de la decisión de bajar el ritmo frenético de las semanas, que se van sucediendo como los vagones de un tren en marcha. Por la lectura volamos a otra realidad que soñamos e imaginamos, viviendo otras realidades que enriquecen nuestra propia historia personal.
Si somos más conscientes, entonces podemos empezar a decidir sobre los diminutos detalles de nuestra vida, pequeños pasos que dan sentido a lo que somos y hacemos. Sólo así, en la dinámica de nuestra historia, siendo nosotros los personajes principales de la novela de nuestra vida, podemos decidir por un segundo y manejar esa mano dictadora que nos mueve inevitablemente hacia la rutina. Si eres capaz de leer, a pesar de las prisas, a pesar de tener mano de móvil en continuo sonido reclamador de atención, eres alguien valiente, alguien que sabe que, a pesar de todo, siempre podemos decidir en nuestra elección de palabras, de hechos y de pensamientos.
Parece que sólo es un instante y una breve y diminuta decisión, pero ese bordado se va hilando para crear una vida consciente de sentido y un camino marcado con un mapa de ruta donde eres tú quien marca el ritmo de tu vida. Un pequeño hábito de grandeza que irrumpe contra la mediocridad, la desidia y el cansancio.
No dejes de leer, no dejes el hábito de la consciencia, no dejes que nadie decida por ti, tu vida, ni los hábitos ni los ritmos…Decide siempre en cada respiración y lee un ratito cada día, para al final recoger la cosecha de la libertad.