Ya está disponible la venta de entradas online para las Piscinas del Polideportivo Municipal de Utiel
Leer más
El Ministerio de Transición Ecológica aprueba el parque solar fotovoltaico “Limonero Solar”, ubicado en Requena
Leer más
Los premios GastroCOPE premian los embutidos de Requena, el vino de Hispano Suizas y la bodega Vegalfaro
Leer más

Requena (04/10/18) LA BITÁCORA /JCPG

Salgo de mi trabajo. Es estresante, en ocasiones; muchas veces, satisfactorio. Comida con los compañeros. Conversaciones sobre nuestras tareas: la enseñanza ya no es lo que era, los chicos de tal curso son así o asá; en fin, que si patatín, que si patatán. El grupo está formado por un ramillete variopinto de gente; concepciones diversas, principios diferentes e interés a cada cual más distintos. Es natural. De pronto, el tema de los temas salta a la mesa: hay que ver la que se está volviendo a montar con Cataluña. Vaya hombre, era mucho. Ya estamos a 30.

El debate y la polémica no cuajan. Ni entre profesores, que somos ganado dispuesto a balar siempre a contrario de quien tenemos enfrente. Hay cansancio. Un compañero, joven él, y lo digo por lo que esto tiene de entusiasmo con ideas que a muchos nos parecen ya viejas y cansinas, menciona a Macron de la Francia y alguna patochada que ha protagonizado. A estas alturas, aunque no lo digo, porque no quiero herir a nadie, me sorprende que alguien pueda enterarse de otra cosa que no sea el cansino tema catalán. Si no hay otra cosa en los medios.

Imagen de Casas de Cárcel. Uno de los muchos emblemas de nuestra particular despoblación, la interna. Casas casi en el suelo, que aguantan de milagro. Me temo que muchos en nuestra tierra sienten cierto desdén ante imágenes de estas que patentizan abandono. Están cómodos en su posición, al margen de un problema que se extiende con rapidez y que amenaza al más pintado.
Me impongo la autocensura. Me callo. Pero ¿qué pienso? Realmente, todos andamos muy entretenidos, distrayendo el pensamiento; seguramente a alguien interesará que no reparemos en otros asuntos.. No hay tiempo para casi nada. Sólo para hablar del tema de marras. Lo demás no importa. Media España amenazada por la despoblación y el vaciamiento. Pero nadie parece enterarse. Ni siquiera muchos de los que tienen la gigantesca ola a la puerta de sus casas. Es cosa amenazante, pero ¿está valorada como un problema central? ¿Acaso no es este el gran reto de futuro de nuestro país? ¿Será esta tierra viable sin solucionar esta cuestión?


Basarse en los valores seguros. Sentirse orgulloso y batallar por esos valores. Aquí reside en núcleo central del futuro. Es el alma rural.
No cabe duda de que no es así. Sale, de cuando en cuando, en la tele. Los más conspicuos de la especie periodística le dedican reportajes; es lo mismo, la gran noticia será siempre lo que se cuece en una calle barcelonesa, en las alcantarillas de Olot o en el dichoso parlamento catán. No interesa el problema de la despoblación. ¿Por qué? Porque afecta a regiones, comarcas, territorios ya minorizados en su peso político, económico y demográfico. El Estado premia a sus hijos contestones, dijo no hace mucho un destacado activista turolense, a propósito del interés que parece despertar el asunto Cataluña frente al desinterés por un territorio severamente castigado por la huida demográfica. Y tenía tanta razón…

¿Hasta cuándo sucederá esto? No lo sé. Pero sólo estoy seguro de algunas cosas:

  1. Esos seres urbanos, cada vez más numerosos, recuerdan poco (o nada) su raíz rural, pese a la idea de Sergio del Molino de que son la España vacía en las casas de la llena.
  2. En este pulso, los hechos importan poco. Importa la identidad de las partes. ¿Está la España interior dispuesta a sacrificar su identidad rural? Es inútil buscar la salida de emergencia hacia la ciudad; el mundo urbano se deshumaniza radicalmente y sus problemas se inflan constantemente.
  3. El ruido es decisivo. Hacer ruido. Esta es la cuestión. No claudicar. No conformarse. Porque conformarse es legitimar.
  4. Negligentes no podemos ser. Sería un gravísimo pecado. “Nec legens”, el que no lee. El negligente contempla la foto de contraportada de El País (miércoles pasado), en la que aparece un enterramiento de La Bastida murciana, y proclama: “!Qué asco!” Verdaderamente, el inculto es demasiado transparente. Hay, pues, la obligación de saber y conocer, de alejarse del paletismo.
  5. No vale lamentarse a posteriori. El yo no sabía que esto podría ser así es un comentario y un sentimiento poco útil.

En Los Ruices, a 3 de octubre de 2018.

Comparte: Salida de emergencia