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Cuaderno de Campo. La Naturaleza en la Meseta de Requena-Utiel

Javier Armero Iranzo   //   31 de diciembre de 2019

El Cuaderno de Campo de hoy trata del río Cabriel a su paso por los términos municipales de Requena y Cofrentes. Su curso sigue entre montañas, aunque es cierto que ahora no constriñen tanto su circulación. En el paisaje se alternan zonas abiertas de amplios valles que propician un mayor aprovechamiento agrícola con otras algo más cerradas donde el monte prácticamente llega al propio cauce. En cualquier caso el Cabriel ofrece un elevado interés ambiental tanto en lo que se refiere a la calidad de sus enclaves ribereños como a la de su magnífica biodiversidad asociada.

Arranca el enorme término municipal de Requena (el mayor de toda la Comunitat Valenciana) en la confluencia de los barrancos del Tollo y Lombardo con el propio río. Enseguida el cauce va tomando algunas curvas y poco después se encaja entre unos cintos próximos a las Casas de Cárcel. En el lado castellano-manchego se dispone la sierra de Las Parideras, bien vegetada de pinares y que suben prácticamente hasta el llano de Alborea, lo que los paisanos conocen como la Ceja. Montes ciertamente valiosos y que no han sido afectados por los vallados cinegéticos que tanto daño están haciendo en las vertientes valencianas del Cabriel en distintos puntos de su recorrido.

El Cabriel, en el límite entre Requena y Cofrentes

Al llegar a las Casas de Cárcel el río encuentra un bonito valle donde se ubica un pueblo pintoresco: Villatoya. Allí, junto a la carretera nacional que une Requena con Albacete, se abre una vega aluvial cultivada que conforma un espacio de interés para muchas especies de aves. La interacción de distintos ambientes como son el bosque de ribera, el monte, las zonas cultivadas y el propio casco urbano conforman un magnífico lugar para practicar la ornitología.

Desde luego que son muchas las especies de aves que se pueden citar aquí a lo largo de un ciclo anual, pero atendiendo a la época en que ahora nos situamos, con el invierno recién comenzado, cabe destacar el grupo de los fringílidos. Así, en un paseo establecido entre el propio pueblo y los sotos caducifolios del cauce se puede detectar una gran variedad de ellos. Grupos mixtos de jilgueros y lúganos entre los cardos de los baldíos; bandos repletos de pardillos y verdecillos que abarrotan los almendros que se hallan pelados de hojas en estos momentos. Pinzones y verderones comunes que se refugian en lo alto de los chopos del río al paso del paciente naturalista. Y entre ellos, algunos pinzones reales que nos recuerdan que el frío ya ha llegado.

Pero quizás lo que más alegra al avezado ornitólogo es comprobar cómo un año más han vuelto los picogordos, desde el lejano norte, a ocupar los almeces Celtis australis de los ribazos en busca de sus carnosos frutillos. ¡Qué agradable es la mañana buscando aves por aquí! ¡Y qué rápidas pasan las horas!

Junto al cauce destaca la magnífica arboleda del balneario de Fuente Podrida. Un excelente ejemplo de soto fluvial que merece la pena ser visitado. Hay que recordar que las formaciones vegetales que crecen junto a los ríos, al amparo de unas mejores condiciones edáficas y de humedad, ofrecen una diversidad biológica propia y muy diferente a la de los montes aledaños. Estos ambientes están considerados entre los más productivos del mundo y sirven de nexo de unión entre los ecosistemas plenamente acuáticos del cauce y los terrestres de su entorno inmediato.

2. Verderón común. Iván Moya.

En concreto, el bosque de galería del río Cabriel está entre los mejores y más extensos de toda la Comunitat Valenciana. Y aquí, en Fuente Podrida, podamos comprobar tras un breve y agradable paseo cómo está estructurado. En primer lugar se aprecian sutilmente una serie de bandas según la distancia al propio río. Así, en la misma orilla aparecen principalmente carrizos Phragmites communis, zarzas Rubus ulmifolius y sauces Salis ssp. formando una maraña casi impenetrable. Este tipo de plantas juegan un papel muy importante de cara a la retención de avenidas y de sujeción de los taludes. Además tienen gran capacidad de regeneración, por fragmentación vegetativa, por lo que enseguida permiten recomponer el soto ribereño. Aquí en Fuente Podrida destacan sauces de varias especies: sarga Salix eleagnos, sarga colorada Salix purpurea, sarga negra, Salix atrocinera y sauce blanco Salix alba.

En la siguiente banda vegetal aparecen los álamos blancos; aunque no siempre se distinguen esas bandas y los propios álamos crecen inmediatamente a continuación de la misma orilla inundada. Las alamedas de Populus alba del río Cabriel son realmente espectaculares y valiosísimas desde el punto de vista de la biodiversidad asociada. Hay tramos con arboledas de este tipo muy bien conservadas y este de Fuente Podrida es uno de ellos. También en esta franja de vegetación crecen chopos Populus nigra y ya más raramente algún fresno de hoja estrecha Fraxinus angustifolia.

Ya por último, en las zonas más alejadas del cauce, pero que conservan bien el frescor y la humedad de su nivel freático, crecen los olmos Ulmus minor. Necesitan suelos profundos y ricos en humus para vivir pero se sitúan ya fuera del alcance de las eventuales zonas de inundación durante los episodios de crecida.

3.Bosque de ribera en Fuente Podrida (Requena)

Desgraciadamente ya es difícil encontrar buenas olmedas a orillas del río Cabriel; ni siquiera aquí, en Fuente Podrida. Y la razón estriba en dos motivos fundamentales. Por un lado la usurpación del terreno donde crecían por parte del ser humano, que ancestralmente ha utilizado esos lugares de excelentes suelos para ponerlos en cultivo, y por otro el devastador efecto que ha hecho en ello la enfermedad de la grafiosis. Dicha afección, originaria del oeste del continente asiático, la produce el ataque de un hongo denominado Ceratocystis ulmi que tapona el sistema vascular de la planta produciéndole la muerte. La propagación de la enfermedad es llevada a cabo por unos escarabajos barrenadores del género Scolytus que al penetrar en un árbol para alimentarse transportan las esporas del hongo procedentes de otro árbol enfermo de donde venía. Desde que apareció esta enfermedad en España, hacia los años 80 del pasado siglo, han ido desapareciendo la mayoría de olmedas de nuestro país; un auténtico desastre medioambiental.

Pasear por el entorno del balneario de Fuente Podrida permite además disfrutar de una comunidad ornítica muy completa asociada a los bosques de ribera. El tamaño de los árboles y la rica orla de vegetación que la acompaña proporcionan una excelente disponibilidad de recursos tróficos tanto en lo que se refiere a producción de granos y frutos como de insectos. Así según la época del año en que se prospecte el soto fluvial permitirá dar cobijo a unas especies u a otras. Así durante la primavera a las especies reproductoras como el pico picapinos, pito real, torcecuello, oropéndola, autillo, tórtola europea, chochín, petirrojo, ruiseñor común, ruiseñor bastardo, mirlo, curruca capirotada, zarcero común, papamoscas gris, herrerillo común o el escribano soteño, entre otras, se le añaden aquellas que paran aquí durante el paso migratorio. Serían los casos de aves como el bisbita arbóreo, el colirrojo real, la tarabilla norteña, la curruca mosquitera, la curruca zarcera, el mosquitero musical o el papamoscas cerrojillo, por ejemplo. Incluso en estas riberas arboladas o en otras del Cabriel se han llegado a ver aves menos habituales como el martinete, la garza imperial, el águila pescadora o el pequeño mosquitero silbador, entre una larga lista de especies.

El paraje de Fuente Podrida, un punto de referencia para la vida silvestre pero también para la hidrogeología. Son muy conocidas las propiedades medicinales de su manantial de aguas sulfuradas-cálcicas y sulfhídricas. El curioso nombre que tiene le viene por el mal olor que despiden sus aguas, como a huevo podrido. Allí en 1868 se inició la construcción de un balneario y de una hospedería para sus clientes en plena efervescencia de uso de este tipo de instalaciones en España.

4. Un precioso pájaro, el mosquitero musical. José Ventura.

Cabe decir que durante los siglos XVIII y XIX se produjeron muchos brotes de enfermedades infecciosas a lo largo y ancho del país. Ello hizo que se abrieran muchos establecimientos de este tipo, aislados en el campo y, en muchos casos, con aceptables resultados terapéuticos.  En el Valle del Cabriel tenemos dos ejemplos más. El primero de ellos a apenas unos kilómetros de Fuente Podrida, pero en el lado de Villatoya. Son los Baños de la Concepción. Y ya casi en la confluencia del Cabriel con el Júcar, los Hervideros de Cofrentes. Además cabe mencionar también el uso medicinal (especialmente para las afecciones de la piel) que los paisanos de Requena le han dado, y le siguen dando, a las aguas del manantial de Los Morenos, en la pedanía requenense de Los Duques y que forman parte también de la cuenca hidrográfica del Cabriel.

El río sigue su curso. Aguas abajo el Cabriel discurre entre laderas cubiertas de pinares que descienden desde las partidas de Ganaciendas y la rambla Carretera al norte por la parte valenciana y el entorno de la aldea de Cilanco y sus montes aledaños, en la vertiente albacetense. Un poco más adelante desagua en el cauce un elemento geológico de interés que tiene su origen en las inmediaciones de la aldea requenense de Penén de Albosa: la rambla de las Salinas. Se trata de un pequeño barranco de montaña que atraviesa un afloramiento del triásico donde abundan los yesos. Allí mismo aparece un pequeño manantial denominado Fuente Salada que era utilizado por los paisanos de Penén y de Los Isidros hasta no hace mucho para darse friegas en la piel por sus cualidades paliativas.

Este tipo de suelos son bastante habituales en los montes a partir de este sector del Cabriel, donde existen numerosas intercalaciones de yesos en sustratos margosos o arcillosos, y que posibilitan la existencia de una vegetación gipsícola de sumo interés a lo largo de su recorrido final. Se trata de formaciones arbustivas de escasa cobertura compuestas con plantas más bien raras a nivel de la Comunitat Valenciana o al menos poco frecuentes en la mayoría de sus paisajes como Limonium cofrentanum, Gipsophyla struthium, Ononis tridentata, Ononis fruticosa, Moricandia moricanidoides, Lepidium subulatum, Launaea fragilis, Launaea pumila, Helianthenum squamatum, Fumana hispidula, Fumana scoparia, Jurinea pinnata, Frankenia thymifolia, Herniaria fruticosa, Boleum asperum, Thymus loscosii, Hedysarum confertum, Serratula leucantha, Reseda stricta, Iberis saxatilis subespecie cinerea, entre otras.

Para que se dé este tipo de vegetación tan exclusiva han de concurrir dos factores que aquí, en el Cabriel, se dan. Por un lado la existencia de más o menos cantidad de yesos en el sustrato (sulfato de calcio) y, por otro, unas condiciones de baja pluviosidad y alta evapotranspiración vegetal. Cabe decir que en el Valle del Cabriel este tipo de formaciones alternan o incluso se integran con espartales, comunidades florísticas presididas por el esparto Stipa tenacissima.

Desgraciadamente este tipo de formaciones vegetales tan exclusivos e interesantes desde el punto de vista científico y de la conservación no son apenas conocidos, ni mucho menos valorados, por las gentes del campo e incluso por los administradores del medio natural por lo que muchas veces están demasiado expuestas a impactos ambientales.

5. Un valioso endemismo, Limonium cofrentanum. Iván Moya

Plantas asociadas a los afloramientos gipsícolas, especies rupícolas, plantas del soto fluvial y también de los pinares aledaños. Un jardín botánico de los más completos de todo el este ibérico concurren en el Cabriel. Un lujo a nuestro alcance y que cabe conocer y apreciar. Y ahora prosigamos con la ruta.

La rambla Salada desemboca junto la finca agroganadera de El Saladar, cuyo nombre no ofrece ninguna duda del tipo de ambiente geológico que presenta. El río va zigzagueando dejando las ásperas sierras de La Monterilla, del Asno y las Peñas Negras en Las Derrubiadas requenenses y las más suaves lomas que bajan de La Manchuela por la parte castellana. Allí aparecen fincas agrícolas como La Lentiscosa o La Golfilla enclavadas en unos parajes de indudable valor paisajístico y ambiental. La desembocadura de la rambla Caballero queda ya atrás y de la que se hablará convenientemente en el próximo Cuaderno de Campo al abordar en su conjunto a la Albosa y su extensa cuenca hidrográfica.

Desde luego este sector del bajo Cabriel destaca por la inmensidad de sus paisajes apenas transitados por algunos agricultores o excursionistas. El estudio de sus valores florísticos y zoológicos da para mucho. Una perfecta invitación para abordarlos que no defraudará a ninguno.

El río se encamina ya hacia otras dos desembocaduras importantes de sus empinadas laderas montañosas. Desde la parte valenciana tenemos la del barranco de las Salinas de Hórtola del que ya se trató en exclusiva en uno de los primeros ensayos sobre naturaleza comarcal que se escribieron para esta revista digital. Y por la vertiente albacetense hace lo propio la rambla Campiñana, que viene desde las mismas inmediaciones del casco urbano de las Casas de Ves en lo alto de la planicie pseudoesteparia que tanto me agrada. Este barrancazo termina de forma abrupta con unos cantiles muy interesantes en su parte derecha que hacen casi confluencia con el trozo del término municipal de Requena que se dispone en la orilla sur del río. Allí, refugiada en el roquedo, no se hace raro escuchar el arrullo característico de un ave en decadencia por casi toda la geografía valenciana como es la paloma zurita.

6. Finca de El Saladar junto al río Cabriel (Requena)

En este tramo del Cabriel se dan las condiciones para que crezca un soto fluvial realmente interesante formado predominantemente por uno arbolillos de escaso porte: los tarays. Pocos lugares hay en la comarca que alberguen un tarajal en tan bien estructurado y conservado como éste. Aquí en esta zona se llegan a citar nada menos que tres especies diferentes Tamarix canariensis, Tamarix africana y Tamarix gallica. Éste último aporta un indudable valor biogeográfico al Valle del Cabriel y motivó que se declarara Microrreserva de Flora un paraje muy concreto donde esta especie llega a abundar como es el Ciscar, prácticamente en la confluencia del barranco de las Salinas de Hórtola con el río.

Los tarays son árboles de hoja perenne de porte irregular y de follaje poco denso. Presentan unas hojillas típicamente escuamiformes, es decir, dispuestas a modo de escamas que confieren a las ramillas un aspecto liviano y ciertamente peculiar.  Suelen crecer en terrenos húmedos más o menos salinos y a escasa altitud; de hecho los de aquí se sitúan apenas a 350 metros sobre el nivel del mar. Otro valioso elemento más para engrosar la larga lista de tesoros de un espacio natural sin igual.

Tras recorrer las orillas, flanqueadas al norte por la sierra de la Noria y la Peña Marañal y al sur por las muelas gredosas del Sapo y de las Hoyas, el Cabriel llega a Casas del Río; una bonita aldea, partida en dos barrios (uno a cada lado del puente), y perteneciente al término municipal de Requena.

Qué paz se respira aquí. Un pueblecito bonito como pocos y en donde destaca una noria hidráulica con la que se extrae agua del cauce y poder así regar una fértil pero ya en decadencia huerta periurbana. Poco queda ya del esplendor de sus campos de melocotoneros, conocidos en toda la comarca por su sabor intenso. La despoblación ha hecho mella también en estos andurriales y hoy apenas quedan 33 personas, una décima parte de la que llegó a tener cuando se segregó del municipio de Cofrentes y se anexionó de Requena en 1851.

7. Cerro Agrás, el volcán de Cofrentes».

A poco más de dos kilómetros aguas debajo de la pedanía, en concreto a partir del caserío de Penén del Río, el cauce entra ya en término de Cofrentes. No cambia demasiado de paisaje, si acaso decir que apenas ya tiene vegas cultivadas en sus riberas ya que el monte llega prácticamente al agua. El entorno es seco y con profusión de ambientes gipsícolas. Especialmente significativo en este sentido es el barranco de La Desuncida, que viene desde los altos de la Chirrichana. Su interpretación es de lo más didáctico e interesante que existe en relación a la flora adaptada a los ambientes salinos y yesíferos de la zona. Otro rincón esperando ser conocido por los botánicos.

Y al otro lado del río, el collado de Vives y, sobre todo, el barranco del Nacimiento imponen su poderosa presencia. La fisonomía abrupta, quebrada y poco accesible de este último enclave lo hace ideal para que sea utilizado por animales tan variopintos como cabras monteses, murciélagos, garduñas  y algunas aves rupícolas. Por esas mismas vertientes del Cabriel, pero ya en las proximidades del casco urbano de Cofrentes destacan la central hidroeléctrica de Basta y el balneario de Los Hervideros, dos infraestructuras de muy diferentes características y aprovechamientos.

Pero quizás el referente geográfico de más singularidad del valle cofrentino del Cabriel se halla en la otra vertiente del río y poco antes de que éste aboque sus aguas en otro gran curso fluvial valenciano como es el Júcar. Se trata de un volcán: el cerro Agrás. En realidad sólo ocupa su parte más alta de este monte situado junto la carretera nacional 330 y a tan sólo un kilómetro y medio al noroeste del pueblo.

El cerro Agrás es uno de los pocos ejemplos de vulcanismo que se conocen en la Comunitat Valenciana. Hay evidencias que el volcán se desarrolló aquí, en este cerro, hace entre 2,6 y 1 millón de años aproximadamente. De hecho tan sólo se sabe de fenómenos similares relativamente recientes en Picassent y, especialmente, en las islas Columbretes, donde se distinguen muy bien los restos de las calderas y otros elementos volcánicos.

8. Cenizas volcánicas y lapilli en el cerro Agrás».

Un volcán en erupción es una manifestación ciertamente espectacular de la poderosa energía interna de la Tierra por lo que lugares como éstos, tan escasos en nuestro entorno inmediato, constituyen por sí mismos unos lugares excepcionales de elevado valor patrimonial. Las razones de que existan aquí los restos de un antiguo volcán estriban en que se sitúa sobre una fractura antigua y profunda prácticamente en el límite entre los dominios del sistema Ibérico con las cordilleras Béticas, y precisamente, en un lugar donde la corteza continental es relativamente fina.

Dando un paseo por lo que queda del volcán de Cofrentes se pueden apreciar muy bien rocas magmáticas volcánicas de dos tipos principales. Por un lado piroclastos de mediano y gran tamaño, especialmente lapillis y alguna bomba volcánica sobre un lecho de cenizas negras. Y por otro restos de antiguas coladas de lava que bajaban por sus laderas.

Pero no sólo en el cerro Agrás se aparecen restos del antiguo vulcanismo local sino que a poca distancia también se llega apreciar. Concretamente, al pie del mismo cerro, en el pico del Fraile hay un segundo afloramiento, y más conocido todavía es el que aparece en el mismo cerro donde se sitúa el bonito castillo de Cofrentes. Un motivo más a tener en cuenta si se quiere visitar esta pintoresca localidad del interior valenciano.

Por fin el río encara ya su recta final antes de unir su caudal con el del Júcar. El Cabriel atraviesa un magnífico tarajal a poca distancia ya del embalse de Embarcaderos. Posiblemente, éste sea uno de los mejores tramos de bosque de ribera, y en concreto de tarajal, ya no sólo del Valle del Cabriel sino de toda la Comunitat Valenciana.

9. Embalse de Embarcaderos (Cofrentes).

Termina la travesía que se empezó, hace un par de capítulos, en el embalse de Contreras y termina hoy en otro denominado Embarcaderos; mucho más pequeño pero de importancia local por la diversidad de aves de ecología palustre que presenta. Ahora en invierno no es nada raro ver allí especies poco habituales en las tierras del interior como fochas, cormoranes grandes, somormujos lavancos o incluso aguiluchos laguneros. De hecho de esta última especie se ha confirmado su reproducción aquí en los últimos años, siendo uno de los contadísimos lugares en los que lo hace de todo el ámbito autonómico.

Además garzas reales y garcetas comunes en invierno,  y carriceros comunes y tordales en verano, entre otras muchas especies, incrementan el valor ornitológico de este enclave. La presencia de amplias áreas cubiertas por carrizos favorece la existencia de una comunidad ornitológica propia de humedales realmente a tener en cuenta.

Volcanes, bosques de ribera, aves acuáticas y, en definitiva, un paisaje sublime. Nutrias, blenios de río, galápagos leprosos y tantas y tantas especies propias de un cauce mediterráneo bien conservado. Eso es lo que aporta Cofrentes a la sociedad. Y la verdad sea dicha: no se entiende como el tramo del río a su paso por su término municipal no fuera incluido en el Parque Natural de las Hoces del Cabriel en su día. Ni como ahora tampoco lo ha sido en la recién creada Reserva de la Biosfera. No será por falta de valores naturales que lo justifiquen, desde luego. Errores que se hicieron en su día y con la inercia de la ignorancia y de la burocracia se va arrastrando.

Fin del capítulo y fin de la trilogía dedicada a uno de los mejores espacios naturales de la España mediterránea. Quedan muchísimos temas por tratar pero lo mejor es que se vayan descubriendo por la propia experiencia del visitante.

No obstante, la Reserva de la Biosfera da más de sí. La rambla Albosa y otros pequeños barrancos afluentes llenan de biodiversidad y encanto muchos parajes comarcales que se abordarán en las próximas semanas. De momento, en estas cortas vacaciones navideñas cabe ponerse las botas de monte y caminar por alguno de esos estupendos parajes que hemos conocido someramente.

El río Cabriel, un orgullo tenerlo tan cerca. ¡Felices Fiestas!

JAVIER ARMERO IRANZO

Agradezco a Iván Moya y a José Ventura la aportación de sus magníficas fotografías.

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