EL OBSERVATORIO DEL TEJO/JULIÁN SÁNCHEZ
Uno de los puntos más conflictivos, y que a la postre se presumía que iban a generar mayor debate, en lo referente al Orden del Día del Pleno de la Corporación Municipal de Requena del pasado jueves, vino a ser el correspondiente a la moción presentada por el Partido Popular, en solicitud de reprobación por el Pleno del actual conseller d’Educaciò, Investigaciò, Cultura i Esport Vicent Marzà. Aunque, en el anuncio del punto 14 del Orden del Día la petición se refería al Marzà como diputado, postulación que en un principio venía a resultar un poco imprecisa, en la explicación de la moción también se incluía, la solicitud al Presidente de la Generalitat de destitución en sus responsabilidades de conceller.
La verdad es que me quedé esperando una fundamentación más sólida que la que se efectuó en el Pleno por parte de la portavoz de Partido Popular en la defensa de la propuesta, porque lo cierto viene a ser que no resultó muy contundente y, para quien no conociese las famosas declaraciones del diputado castellonense, poca luz pudo arrojar dicha defensa a su conocimiento sobre la situación en cuestión.
En resumen, los diferentes grupos políticos del consistorio, exceptuando el portavoz de Requena y Aldeas, el cual apoyo sin fisuras la moción, no tuvieron dificultad alguna en mostrarse en contra del espíritu de la misma, aduciendo que dichas declaraciones se habían producido en el marco de lo establecido en el artículo 20 de la C.E., donde se ampara expresamente el derecho a la libertad de expresión.
El portavoz de Izquierda Unida, aprovechó la circunstancia propia de que el Magro pasa por Requena, y llevó las aguas a su molino personal, efectuando una comparativa un tanto sofista de la cuestión, aduciendo unas supuestas declaraciones del expresidente socialista Felipe González, bajo el comentario de que el exdirigente socialista también manifestó que “defendía la dictadura militar del Chile de Pinochet”, y se quedó tan fresco.
Lo más lamentable, a este respecto, vino a resultar que ningún miembro del Pleno le contradijese la afirmación, ni siquiera se elevó una voz en refutación desde la bancada socialista, y lo tuvieron muy fácil, habida cuenta que Felipe González Márquez nunca defendió la dictadura chilena, ni ninguna otra clase de dictadura en toda su vida.
Las declaraciones a las que supuestamente se refería el portavoz de IU, las efectuó González mediante el siguiente tenor: «Visité a dos condenados por la dictadura, que salieron después, en pleno estado de sitio en Chile. Pues el estado de sitio del Chile de Pinochet respetaba mucho más los derechos humanos que el paraíso de “paz y prosperidad” de Maduro«. No creo tener necesidad de traducir la intención de Felipe al efectuar el comentario, aunque también pueda entender que la comparación no alcance a ser del agrado de ciertos comunistas, quienes ven en Venezuela o Cuba los modelos propios de su aspiración política y social.
Volviendo al fondo del punto en cuestión, Constitución en mano, la reprobación solicitada al diputado Marzá por unas declaraciones efectuadas el 11 de septiembre del pasado año, cuando este señor no era ni siquiera diputado electo, realmente no se le ve fundamento alguno, pero si hacemos caso al dicho popular de que por la boca muere el pez, ya ha dejado impresa su tarjeta de visita para general conocimiento y, seguramente que si el Partido Popular, o cualquier otro grupo político instituido, se molestan en efectuar seguimiento a sus políticas futuras, es más que probable que podrán encontrar algún elemento con suficiente fundamento para reprobar o denunciar, puesto que la hoja de ruta aparenta estar establecida y no puede devenir nada raro que en nuestra Comunidad supuestamente se vaya acometiendo de forma gradual, una política educativa similar a la llevada a cabo en Cataluña a partir de los años ochenta.
La vicepresidenta Mónica Oltra, también componente de Compromís, ya dejó claro en su momento con una contundencia más que sistémica, el comentario de que no compartía las declaraciones de su hoy conseller, ni su partido tampoco, y esto realmente no puede contradecirlo nadie, puesto que la estrategia de la coalición pasa, hoy por hoy, por el abandono total de las tesis que defiende Marzá. Se trata de un posicionamiento destinado a rebajar el tono político y a suavizar la imagen en la que ha coincidido con quien, junto a ella, ha estado liderando Compromís, Enric Morera. En este sentido Oltra ha llegado a confesar últimamente que ya no se siente nacionalista. Como bien diría el propio Napoleón Bonaparte, perder una batalla para ganar una guerra.
La tesis de aceptación del valencianismo que actualmente preconiza la actual vicepresidenta del Consell, viene a ser una posición esencialmente pragmática adoptada al efecto, por una parte, con la intención de llegar a un electorado más amplio y, por otra para tratar de evitar ataques del PP. En consecuencia, para no dar pólvora a los populares con las que le suelen dispararle a discreción y sin piedad.
Cuando a la Vicepresidenta le preguntan si resulta temerario, hoy por hoy, el efectuar declaraciones en la Comunidad Valenciana aduciendo el término països catalans, Oltra suele contestar siempre que «es absolutamente temerario, desgraciadamente, pero es así». “En Compromís no utilizamos el término “països catalans” nunca, a no ser en actos nuestros, con gente amiga y tal». Declaraciones estas que dejan entrever que la actitud de la vicepresidenta es quedar de momento agazapados en el valencianismo, hasta que gradualmente se vayan dando los condicionamientos oportunos para revertir dicha estrategia.
Cuando ha sido preguntada al efecto, Oltra siempre ha hablado de batalla perdida, pero es demasiado inteligente para preocuparse por ganar o perder una batalla, cuando realmente su objetivo directo ha sido siempre ganar la guerra y, para ello, asume que debe ser muy paciente.
A efectos de avanzar en el actual escenario, puede ser un arma más que efectiva el actual y polémico conseller Marzá, quien va a tener en sus manos la capacidad legal y reglamentaria de aplicar las políticas educativas de la comunidad en los próximos cuatro años, y, consecuentemente, ya nos ha dejado ver, a estos efectos, sus formas de pensamiento.
El adoctrinamiento en las escuelas infantiles puede constituirse como un arma letal a medio y largo plazo además de efectiva. En Cataluña se ha llevado a cabo un programa en este mismo sentido debidamente coordinado por las organizaciones independentistas Òminum Cultural y Vilaweb.cat, con el respaldo del Departamento de Educación de la Generalitat. Según la página oficial de dicho organismo público, en la actualidad 111 colegios de Primaria y 235 institutos de Secundaria participan en este proyecto “educativo” de prensa escolar, que defiende las tesis soberanistas de ruptura con la Constitución Española.
Precisamente viene a cuento comentar que uno de los artículos remitido a las escuelas, a efectos de desarrollar actividades con los alumnos, se refiere a la supuesta “oleada de ataques y agresiones contra la lengua (catalana) en el País Valencià y las Illes (Balears), donde los respectivos gobiernos del PP han impulsado políticas para reducir la presencia del catalán en el sistema educativo”(sic).
Dicho artículo aparece ilustrado con una fotografía de los ya expresidentes José Ramón Bauzá (Baleares), Alberto Fabra (Comunidad Valenciana) y Ramón Luis Valcárcel (Murcia), a los que se identifica como inspiradores de la presunta “persecución” del PP contra el catalán. Pese a que, tal y como somos conocedores en esta tierra, en Baleares y Comunidad Valenciana sigue vigente la inmersión lingüística en catalán en las escuelas, después de que fracasara el intento de Bauzá de llevar a cabo un modelo de educación trilingüe.
No resulta por ello raro que no tuviese mucha oposición por parte de Compromís el otorgar la Presidencia del Consell al socialista Ximo Piug, habida cuenta que los intereses de la coalición izquierdista pasan, muy especialmente, por la consecución de las responsabilidades propias de la educación y la cultura en la Comunidad para su formación, y que éstas sean precisamente atribuidas para su desempeño al independentista declarado Vicent Marzà.
Campo y tiempo van a tener nuestros munícipes y sus próceres para estar atentos a las próximas disposiciones del DOCV, seguramente en los próximos cuatro años van a ser dignas de estudio y consideración, pudiendo dar origen, no únicamente a las consabidas mociones, sino que, supuestamente a intervenciones de calado de muchísima más elevación. Advertidos están al respecto, de su capacidad y sagacidad dependerá quien se erija como vencedor de una guerra, que si llegase a perder, podría ocasionar un fraccionamiento tan grave como irrecuperable a la integridad territorial de nuestra propia Comunidad. Esperemos acontecimientos, simplemente porque en este ejido falta mucho por labrar.
Julián Sánchez