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LA HISTORIA EN PÍLDORAS – Ignacio LAtorre Zacarés
A Salomé, que después de años de apalear al “Judas”, ahora tiene la responsabilidad de confeccionarlo. 

Ya se iniciaron las atronadoras mascletás que preconizan la pronta plantá de las Fallas. Quizás sorprenda saber que el más que posible precedente de las fallas fuera el lanzamiento de un judas a la hoguera y eso, desde luego, nos suena a los de la comarca. El diccionario de Terreros y Pandos de 1787 definió el “judas” como el muñeco que se quemaba el Sábado Santo y también en la víspera de San José. En origen, la falla era un fuego de víspera, pero desde que se echaron al fuego peleles y ardían personas en efigie la falla pasó a ser una práctica simbólica de carácter sancionador. Como la destrucción de un muñeco no se suele celebrar más de una vez por pueblo y año, podríamos decir que en Valencia y su área de influencia ya no queman judas porque ellos ya queman fallas que eran su precedente y poseían la misma finalidad. Sin embargo, en la comarca y aledaños (ya hablaremos de Fuenterrobles y Utiel) la costumbre ha sido la de quemar o destruir a los judas.

Monigotes los hubo y hay en San Antón, San Sebastián, la Candelaria, San Blas, San José, Carnaval, Pascua, los mayos, San Isidro o Navidad bajo diferentes denominaciones como La Mahoma, Lutero, peleles, la Zorra, diablos, los pablos, pero-palos, el vell i la vella, el ninot de mitja quaresma, peirotes, olentzero, el Volantín de Tudela, el Chinchoso de Villar del Arzobispo, el Celedón de Vitoria, la Marijaia de la Semana Grande de Bilbao o el bandido Miel Otxin en Lanz. A los propios judas se les llamaba como “pelindangos” en Fuenterrobles; “judas criticones” y “pelindangos criticones” en Barrio Arroyo; “futres” en Motilla del Palancar; “espantajo” en Henarejos y el muy singular nombre del “Riego” en Sinarcas (¿quizás en alusión al general constitucionalista del pronunciamiento de 1820?). En localidades manchegas y madrileñas prefieren los “peleles”.

Los judas son una de las manifestaciones antropológicas vinculadas a la Pascua que han poseído mucho vigor en la Meseta de Requena-Utiel y pueblos del Cabriel. Son muñecos de ropas viejas rellenas de paja que simbolizan al apóstol traidor y suicida y que eran y son colgados, apaleados y arrastrados por las calles en el Domingo de Resurrección, habitualmente, vinculándose con la procesión de El Encuentro.

Poseemos noticias antiguas de la cuelga del judas prácticamente en casi todos los pueblos y aldeas de la comarca, así como en los de la Serranía conquense y La Manchuela, aunque a veces su recuerdo sólo perduraba en los ancianos más mayores como el tío “Chale” de Villamalea, la Gaspara de Villarta o la “Morena” de Minglanilla.

En la actualidad, se sigue practicando el rito del judas en Venta del Moro, Sinarcas y Camporrobles y en pueblos del Cabriel como Salvacañete, Huerta del Marquesado, Cañete, Cardenete (ocasionalmente), Talayuelas, Landete (actualmente con alguna interrupción), Puebla del Salvador, Ledaña y Aliaguilla. En Requena, tras la pérdida de la tradición en la Guerra Civil, se recuperó, pero dentro del esquema de la Fiesta de la Vendimia y los Carnavales y, por tanto, descontextualizado.

Exponer a la vergüenza pública monigotes que después son destrozados no es sólo práctica peninsular (en Portugal se realiza la “queima do judas”), sino que es propio del folclore europeo como en Alemania, Bélgica y Francia donde se realiza la quema en la hoguera de “La Bruja”. Incluso en Egipto, se quema el “arusa” o los allembi con un singular parecido a nuestros judas. También se extendió el rito del judas a Canarias y a muchas poblaciones hispanoamericanas como Venezuela donde el verborreico presidente Maduro suele ser expuesto a tal humillación (en Miguelturra –Ciudad Real- escogieron a la “princesa del pueblo” Belén Esteban).

La nota positiva es que muchos de nuestros pueblos donde se ha conservado la tradición está en plena vitalidad, sin riesgo de perderse e incluso es una fiesta muy identitaria.

¿Por qué los judas? En el mundo rural es recurrente el ritual en el que se destruye un muñeco confeccionado con material desechable en ciclos festivos asociados al calendario eclesiástico con la intencionalidad del exorcismo y expulsión del mal. Van rellenos de material combustible porque su fin es la quema como verdadero chivo expiatorio de los males del pueblo. En Hispanoamérica, antes de su eliminación se le somete al judas a la lectura de su testamento, sentencia o sermón donde se describen sus pecados como los males de la sociedad local. Se convierte en un cierto acto de justicia popular como en Talayuelas, cuando reaccionaron a la sentencia que liberaba al etarra De Juana Chaos colgándolo como judas, ya que la justicia oficial no fue la esperada.

“A de Juana hemos colgado

pues a pulso se lo ha ganado

por librarse de la cárcel

en los huesos se ha quedado.

La sentencia del jurado

a todos ha decepcionado

pues no podemos permitir

que a las víctimas se las traten así.”

Los judas son afeados conscientemente para representar un personaje histriónico-burlesco, pero también para simbolizar la encarnación del mal. Había localidades que eran pelirrojos como símbolo de maldición. Incluso, en pueblos de Madrid donde convivían judas y peleles, al que se afea es el judas, no al pelele.

Antiguamente, en Salvacañete se les rellenaba con espliego y en Requena con ceniza, piedras o inmundicias para utilizarlo a modo de cucañas, desprendiendo su contenido de desperdicios sobre los muchachos (ahora es en carnavales con confeti y chuches). En Ledaña se rellenaban de espartillo que es la mata sobrante que crece junto con la rosa del azafrán después de ser recogido en noviembre. En la Puebla del Salvador se esmeran en el acabado de cabeza y manos. En su interior podía haber sorpresas como agua, huevos podridos, harina y hasta gatos o conejos que salían corriendo cuando se empezaba a bandear el judas. En Casillas de Ranera se le introducían masclets, como en Talayuelas donde es la fiesta actual más querida por los jóvenes y se disparan muchos cohetes rateros desde el Miércoles Santo, quemando toda la pólvora con el judas en una especie de gran cordá.

En muchas de nuestras localidades, los judas son confeccionados por los quintos (y ahora también “quintas”) como un verdadero rito de paso, donde el joven cobra protagonismo en la etapa de transición de la pubertad que abandona y la fase de adulto que abrazará con su vuelta al pueblo, tras el paso por el servicio militar.

En otras localidades eran diferentes familias, generalmente las mismas ya que tenían cierta “gracia” para confeccionarlos y los colgaban en sus casas como en Mira los Eliseos, los Tutos o la tía Queveda o los “Melero” en Henarejos y Encarna Orozco en Ledaña. Singular es el caso de Villarta, Ledaña y Cardenete donde los judas eran confeccionados exclusivamente por mujeres, quizás por influencia del “manteo del pelele” manchego y madrileño que es exclusivamente femenino.

En Venta del Moro, Sinarcas, Camporrobles, Talayuelas, Salvacañete se exhibe o cuelga aún hoy en día sólo un judas; sin embargo, en otros pueblos colgaban varios, incluso muchos judas como en Cardenete que se exhibían en la misma calle; en Utiel unos ocho judas o hasta la veintena de Puebla del Salvador.

Y no sólo judas, porque también había judesas como en Casas de Moya, Enguídanos, Alcalá de la Vega, Ledaña, Villalpardo, Castillejo de Iniesta, Fuenterrobles, Puebla del Salvador, Aliaguilla, Ledaña y Villar de Olmos. En esta última aldea se ponía una patata abierta para la judesa y dos patatas y una zanahoria para el hombre.

Son muchas las poblaciones en que con la excusa del monigote se da rienda libre a la crítica social, satírica o lúdica. En Sinarcas y Camporrobles se aprovecha el judas para poner a la exhibición pública críticas de carácter local que en el caso de Camporrobles son varios folios y que en el año 2017 los quintos han aprovechado para quejarse del alguacil, de algunos vecinos quejicosos o críticos con ellos, de los gamberros, etc. En Iniesta aún recuerdan aquel de “Judas soy y Judas sigo siendo, pero más Judas son los que me están viendo”. En la Puebla del Salvador se llegó a recrear la boda real de la Infanta Elena y el incidente “genital” del jugador de fútbol Butragueño. En Utiel, Martínez Ortiz recordaba las críticas a los mediadores del vino (“Por no pagar el vino”) como acto de justicia popular.

Lo más socorrido es colgar los muñecos con cuerdas de un lado al otro de la calle o en balcones y ventanas enfrentados, especialmente allí por donde pasa la Procesión del Encuentro o la plaza de la iglesia donde se inicia y culmina la procesión. En ocasiones, en postes y palos o dispuestos en sillas, mesas, carros, atados a un árbol, farolas, rejas o a las propias enramadas como en Jaraguas…. En Venta del Moro elegimos el lugar más elevado de la población, el campanario, para que el descenso a los infiernos sea más terrible.

En muchas poblaciones el encuentro de la Virgen con el Niño en la procesión es la señal esperada para que se dé rienda suelta a los deseos de justicia popular con el judas. Incluso, los judas se bandean al propio paso de la procesión como era el caso de Fuentelespino (no sin quejas de los curas) y así se sigue realizando en Cañete, donde la acción se denomina “pegar judazos”, y la gente se tiene que refugiar hasta debajo de las andas. En la Puebla del Salvador, la procesión se denomina directamente “de los Judas” y el encuentro de las imágenes da carta blanca a los muchachos para destrozar los judas mientras pasa la procesión. En alguna localidad y por excepción se guardaban y no destrozaban como en Jaraguas, Fuenterrobles, Villamalea, la Graja y algunos judas de Villalpardo.

Dentro de este auto de fe paródico, el suplicio más común es apalear el judas y quemarlo. En Venta del Moro lo despeñamos desde el campanario y los niños armados de varas lo apalean y arrastran durante unos quinientos metros hasta la rambla perseguido por la muchedumbre que va destrozando el muñeco. Finalmente, se procede a quemarlo mientras los guachos siguen dándole varazos.

En otros pueblos, se opta por el manteo hasta deshacerlo como en Cardenete, Motilla o Landete. En pueblos de Guadalajara se le pegaba un tiro antes de quemarlo para que no quedaran dudas.

Pero créanme, la ceremonia impresionante de suplicio es en Albalate de las Nogueras, donde el judas se instala en la punta de un tronco de madera elevadísimo, sostenido por otros postes en la base en forma de “x” llamados “tijeretas”. Retiradas las tijeretas y cuerda se produce una caída espectacular despedazando el judas que después se quema. Vídeos haylos en internet donde poder verlos.

Muchas veces son los niños los que tienen reservado el rol de ejecutar la justicia popular, otorgándoles ya una funcionalidad dentro de la comunidad vecinal: hoy los apaleáis, mañana los confeccionaréis.

El ritual suele ir acompañado de tañido de campanas la noche del Sábado de Gloria y de hogueras de quintos. Revisten especial interés las enramadas y “pinos” con diversos componentes como sabina, serpentinas, naranjas, incluso bizcochos como en Talayuelas, madalenas como en Castillejo y flores de papel. Destaca el arco de Camporrobles, el chozo de El Herrumblar o el ramode Cardenete. En Mira se ponían “aleluyas” que eran coronas con flores y ramas de desmayo y se dejaban en las casas de la moza por los amigos del pretendiente. El recurso a los cereales como adorno es general en La Manchuela. En Iniesta se llamaban “albricias” y en Villanueva de la Jara “macollas”, ambas iban dirigidas a las novias de los mozos que las colocaban y las dos se hacían con manojos de trigo. En Minglanilla si las albricias eran de trigo es que te querían y si no te querían eran con cebada.

Los que optaron por otras veredas fueron Fuenterrobles que, olvidado el judas, plantó la primera falla mayor en la comarca en 1943 (además de una infantil en 1942) y Utiel que plantó sus primeras fallas un 17 de marzo de 1945 y que continúan haciéndolo con sus comisiones y barrios (Puerta del Sol, Puerta de las Eras y plaza de San Juan). Y como les dije, generalmente sólo se quema un muñeco por año y población, así que ahí tienen a sus judas.

Me confieso que soy más partidario de los “judas” (¿y cómo no si soy de Venta del Moro?), pero quemen ustedes algo, lo que sea, porque hay que renovarse y eliminar lo malo (que abunda, créanme).

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