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Requena (10/05/18) . LOS COMBATIVOS REQUENENSES – Víctor Manuel Galán Tendero.

Las facturas, siempre necesarias, pueden comprometer gravemente al que las paga, especialmente en ciertos momentos de tribulación política, cuando las simpatías se decantan hacia un partido u otro. En España algo sabemos al respecto. Finalizada la guerra de la Independencia, no llegó la paz a nuestro país, que se vio envuelto en los combates entre absolutistas y liberales. En 1814 Fernando VII, cuya conducta ante Napoleón había sido reprobable, prescindió de la Constitución elaborada en Cádiz y gobernó de forma absoluta hasta 1820, cuando el movimiento liberal logró imponerse tras no pocas peripecias. Durante el Trienio, las pugnas no se detuvieron, y se potenció la milicia urbana, la fuerza cívica de inspiración liberal encargada de mantener el orden público.

En Requena no se conservan por motivos políticos las actas municipales del Trienio, cuyas autoridades fueron calificadas de ominosas por los absolutistas, pero sí la documentación coetánea de su pósito, el socorrido almacén municipal de cereales para tiempos de escasez y dispensador de crédito agrario del que tanto se abusó. No pocos descubiertos, pagos imprevistos y deudas municipales inaplazables se acostumbraron a cargar desde el siglo XVI sobre sus fondos, empleados de una manera muy distinta de la prevista.

En 1821 los secretarios municipales intervinieron en la gestión del pósito, que a aquellas alturas del tiempo presentaba un balance desolador. El volumen de entrada de fanegas de granos bajó de 1.529 a 723 entre 1820-21 y 1821-22. A pesar de ello, se requirió a su depositario o gestor Miguel Laguna para que costeara el mantenimiento de la milicia.

El 26 de febrero de 1821, el jefe político de la provincia de Cuenca exigió, con el beneplácito de la diputación, el valor de 400 fusiles al pósito requenense. Se tuvo noticia a 5 de marzo que a Cuenca llegaron 120, estimados en 1.860 reales. Cada fusil, por tanto, no excedería de los 15 reales y medio, un precio muy razonable si tenemos en cuenta que en 1825 un fusil británico costaba en plazas comerciales como Alicante unos 42 reales, 39 uno francés y 38 uno español.

Para conseguir las cartucheras y los correajes se recurrió a los oficios artesanales de la ciudad de Valencia, cuyos maestros dispensaron 600 cartucheras y porta-bayonetas el 4 de abril. Aun así, se encargaron en los días sucesivos 250 cartucheras más.

El armamento y provisión del batallón miliciano local costó al final unos 25.743 reales, que en teoría la diputación provincial debía reintegrar al ayuntamiento constitucional, cuyos alcaldes eran en aquellos momentos Francisco Antonio Herrero y Román Ortiz. El prometido reintegro nunca llegó.

En 1823 dio la vuelta la tortilla política, con la irrupción de los Cien Mil Hijos de San Luis, bien secundados por las partidas absolutistas, y se procedió a lo que se llamó la feliz restauración del legítimo gobierno, que no tardó en cargar contra los liberales. En 1824 se actuó contra los responsables de una supuesta malversación de fondos del pósito, elemento que sirvió de denigración de la causa liberal en Requena, una vez repuesta la anacrónica Contaduría General de Pósitos del Reino el 4 de marzo de aquel año, nada atenta a la realidad socio-económica del país.

El 31 de agosto el corregidor citó en audiencia al ayuntamiento constitucional del 21, pero muchos de sus integrantes tuvieron la prudencia de no presentarse. La Contaduría apremió a presentar las cuentas del pósito el 19 de agosto de 1825, cuando varios pudientes en deuda con el mismo aprovecharon las sucesivas moratorias para no pagar.

Quien al final pagó el pato fue el pobre de Miguel Laguna, procediéndose contra sus bienes, al menos por la suma de 15.355 reales, en sus viviendas e inmuebles de las calles San Carlos y Las Cruces, en los que tuvo la prudencia de no dejar objetos de singular valor material.

Claro que en 1824-25 no se tuvo empacho desde el pósito requenense en suministrar a las fuerzas del general Rafael Sampere y a la división realista de Aragón, sin ulteriores persecuciones ni ajustes de cuentas. Ya se sabe que una de las reglas aritméticas de la política partidista es la de la doble vara de medir.

ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE REQUENA.

Libro de cuentas del pósito de 1817 a 1830, nº. 3557.

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