EL OBSERVATORIO DEL TEJO / JULIÁN SÁNCHEZ
A estas alturas, y con lo que uno lleva recorrido, no le extrañan en modo alguno las controversias políticas que pululan en este tremendo país llamado España, llevadas a cabo por los distintos representantes políticos, independientemente del ámbito en el que desempeñen su chispeante y también necesaria labor, y mucho menos en vísperas de una campaña electoral como la que tenemos ahí mismo. En consecuencia, lo que realmente se emita mediante cualquier proclama o pronunciamiento, ya no suelo sentir siquiera mínimamente alterado el núcleo central de mi capacidad sorpresiva, sea cual fuere el asunto y la circunstancia que origine cualquier formulado de carácter sectario o, por decirlo de forma más suave, partidista.
Pese a lo mencionado, no puede dejar de llamarme la atención la coincidencia de criterios aportados por dos estamentos representativos de nuestro espectro político local, tal y como podemos considerar a sensibilidades estratégicas de características tan opuestas como podemos considerar al Partido Popular y a Izquierda Unida, al mostrarse tan contundentes y, al tiempo coincidentes, a la hora de rechazar los Presupuestos Generales del Ayuntamiento de Requena, sin apenas aportar razonamientos axiomáticos de cierta solidez a los motivos del rotundo rechazo.
Llama la atención la circunstancia de que ambas formaciones hagan pública su disconformidad a la hora de conferir su pronunciamiento negativo sobre los mentados presupuestos, los cuales ascienden, en lo referente a las partidas de ingresos a un montante de 13,088.518’60 € y, para fundamentar su rechazo, únicamente hagan referencia a diferencias en cantidades proporcionalmente tan poco significativas como viene a ser una presunta disminución de 17.000 € en una partida denominada “Otros programas sociales”, circunstancia que alega el P.P.
En cuanto a I.U., la formación izquierdista no viene a aducir disfunción contable en partida alguna, ni tampoco aprovecha para manifestar su visión sobre de que partida o partidas se debe o se puede recortar y que cantidad total, a efectos de aplicarlas a la realización de algún programa más acorde con su particular visión de los servicios básicos que debe asumir el Ayuntamiento, la crítica es simplemente generalista. En consecuencia, los ciudadanos que seguimos puntualmente las cuentas y la gestión de nuestro Ayuntamiento, entre otras causas porque somos parte de quienes las nutren con sus impuestos, nos quedamos sin conocer el verdadero carácter de su real concepto de aplicación, si es que en el fondo lo tienen, en la gestión de un patrimonio que es de todos y que a nuestro juicio debe ser gestionado con la mayor pulcritud por parte de cualquier gobierno, como también inspeccionado y vigilado, como por otra parte debe ser su real obligación, por todos los grupos de oposición. “Marxismo básico” (¿) es la denominación eufemística que otorga el partido izquierdista a la cuestión económica que marca, según ellos, la acción política y social.
También llama la atención la circunstancia de que ambas formaciones coincidan en la idea de que los presupuestos que acaban de aprobarse, se conforman en calidad de copia de los que en el ejercicio anterior presentó el Partido Popular. A estos efectos textualmente el partido de la gaviota manifiesta en su comunicado: “La explicación del presupuesto es muy sencilla, el Partido Socialista de Requena, propone continuar con todas las actuaciones que con mucho esfuerzo y trabajo definió el Partido Popular para hacer sostenible el Ayuntamiento de Requena…” Mientras que Izquierda Unida da su particular versión de la siguiente guisa: “En primer lugar destacar que casi todos los grupos políticos, incluido el de Izquierda Unida, calificaron estos presupuestos como continuistas…” y concluye: “… son copia de los que presentó el PP”. En consecuencia, aquí falla la lógica; si tan similares son ambos documentos, ¿por qué el Partido Popular no votó en el Pleno a favor de la aprobación de instrumento presupuestario?
La realidad de la manufactura de este presupuesto es una cuestión bastante simple que no admite ni la menor controversia, pese a que la velada estrategia y el empecinamiento de nuestros políticos intente propiciar otra impresión. Del mismo modo que la política aplicada por el gobierno de Mariano Rajoy vino a efectuarse como un segmento de continuidad de la aplicada anteriormente por el de José Luis Rodríguez Zapatero, simplemente porque ambas vinieron a ser diseñadas por el ente superior europeo responsable de su administración y control, política que deberá inapelablemente ser continuada, quiérase o no, aunque se produjese el caso de encabezar el próximo gobierno el ciudadano Albert Rivera o el propio Pablo Iglesias, (el caso de Grecia o el más reciente de Portugal son los exponentes más determinantes), la política presupuestaria que hoy se debe aplicar en el Ayuntamiento de Requena, siempre con los pequeños matices que cada sensibilidad pueda aportar, viene diseñada mediante la normativa establecida por el Ministerio de Hacienda en lo referente al programa de liquidación de deuda en los municipios españoles, programa al que nuestro Ayuntamiento solicitó acogerse durante el mandato anterior que regentaba el Partido Popular, con intención de poder hacer frente a su insostenible nivel de endeudamiento.
Dicho plan, establecido bajo la denominación de Fondo Social, acogido al Fondo de Liquidez Autonómico y cuyas características vienen determinadas de antemano por la normativa en que se articulan dichas modalidades, entre las que podríamos destacar la concesión de un préstamo a diez años de amortización, más dos de carencia, para atender los pagos a proveedores. De ahí, se puede colegir, que cuando la formación Requena Participa hace mención, con muy buen criterio a mi juicio pese a que esta manifestación irrite a los de I.U, a la afirmación propia de que en sentido presupuestario “penas se dispone de margen de actuación”, están diciendo la plena verdad, habida cuenta que el grueso de la contabilización de las partidas de ingresos se encuentra destinado legal y reglamentariamente al capítulo I correspondiente a gastos de personal. Si a ello añadimos los aprovisionamientos directamente finalistas que se han de destinar a la cobertura de las obras y los servicios que el Ayuntamiento debe afrontar, más las cantidades que se deben designar a la disminución de la deuda, especialmente el préstamo concertado por Hacienda, todo lo que se puede efectuar con un presupuesto como este se reduce de facto a meros matices, otra cosa es la demagogia que se pretenda emplear en ello.
Mientras que el Capital Vivo (endeudamiento financiero) del Ayuntamiento no se reduzca por debajo del 75% de la deuda, la normativa no va a permitir que el ente local se endeude ni un céntimo por encima de porcentaje mentado. Si se cumple este año la perspectiva, es posible que en el próximo se pueda actuar con algo más de margen, en otro caso, legalmente imposible.
No suceden estas cosas únicamente en nuestro Ayuntamiento. A cualquier observador medianamente versado en economía, lo primero que llama la atención al asistir a los disparates mitineros que se efectúan en las propuestas socioeconómicas de los partidos políticos contendientes, lanzado con una alegría casi suicida propuestas que asombran, pero dándose al tiempo la circunstancia de que ningún dirigente partidista demuestra fehacientemente de donde van a sacar los recursos para llevar a cabo esas políticas que, para que sean efectivas, deberían de ser sustanciadas únicamente por dos vertientes; o mediante una subida abismal de los impuestos, circunstancia que redundaría gravemente en el empleo y el consumo, o reduciendo drásticamente otras prestaciones sociales, una y otra circunstancia prácticamente inviables, si queremos seguir instalados en los actuales parámetros que eviten nuestro precipicio al vacío. Simplemente, porque la cuadratura del círculo todavía no ha sido establecida, ni los milagros humanos, tampoco.
Examinando los documentos de los Presupuestos Municipales del Ayuntamiento de Requena correspondientes al anterior y actual ejercicio, se observa claramente que ambos han sido realizados siguiendo los condicionamientos establecidos por la normativa del PS, que al efecto promulgó en Ministerio de Hacienda, exactamente igual que la mecánica que tuvieron que emplear en el pasado ejercicio los gobernantes del Partido Popular entonces en ejercicio de gobierno, de ahí su similitud básica, y todo lo demás dejémoslo al juego de los chascarrillos y a los dimes y diretes en que tan a gusto se dirimen por buena parte de nuestros políticos actuales.
Lo más significativo de todo lo expuesto, es que en el fondo de lo trascendente, lo que está en juego viene a ser la gestión de los recursos que aportamos todos los ciudadanos/as para hacer efectivo nuestro bienestar social; “marxismo básico” como llaman algunos, o convivencia vecinal, como denominaríamos otros. Llámese como se quiera, lo cierto viene a ser que muchos nos gustaría que ante una propuesta de gestión, en lugar de la consabida crítica etérea, se opusiera a la cuestión una contrapartida de alternativa sólida y palpable, si es que realmente la llegan a concebir de esta manera los políticos opositores.
Julián Sánchez