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CUADERNO DE CAMPO. LA NATURALEZA EN LA MESETA DE REQUENA-UTIEL / JAVIER ARMERO IRANZO

Hace unos días, en una de mis habituales visitas a los estanques de riego que hay en la carretera de El Pontón a El Azagador (Requena) pude observar la presencia de cinco especies diferentes de patos. Concretamente contabilicé 72 ánades azulones, 7 cucharas comunes, 4 patos colorados, 4 porrones europeos y 1 silbón europeo. No está nada mal para una localidad de interior, pensé. Esto ocurrió el pasado domingo 6 de marzo.

Cinco especies de anátidas en una comarca donde predominan los viñedos, en la zona central, y los pinares en su periferia. Desde luego fue una observación interesante, no tanto por el número de especies o de individuos, ya que estos no son comparables a los que se cuentan en los humedales del litoral valenciano, sino por lo que pudiera tener de exótico en unos ambientes, en principio, poco propicios para su registro.

Siempre me han gustado los patos, la verdad, y al ver estas aves descansando en El Pontón, pensé que podía dedicar un capítulo de nuestro Cuaderno de Campo a contar alguna cosa que a los lectores les pudiera interesar acerca de su biología y su estatus en La Meseta de Requena-Utiel. Y lo hago ahora, bien metidos en marzo, porque considero que este mes es uno de los mejores, por no decir el mejor, para poder observar más especies diferentes en nuestra contornada. En estos momentos la mayoría de ellos, se encuentran inmersos de lleno en los viajes migratorios que les conducirán a los lugares habituales de cría y que, en la mayoría de casos, se sitúan en los países del centro o incluso del norte del continente europeo. Hablemos, pues, de patos.

Hasta 18 especies diferentes de patos se han podido observar en la comarca o en sus inmediaciones en los últimos 25 años por distintos miembros de la delegación en La Meseta de Requena-Utiel de la Societat Valenciana d’Ornitologia. Estoy seguro que estos datos sorprenderán a más de uno, incluso a algún ornitólogo contrastado que tiende a pensar que estas aves tan sólo se presentan en los ricos humedales costeros valencianos. Desde luego, esta lista de anátidas llama mucho la atención.

En realidad, de todas estas sólo dos especies han llegado a reproducirse en la demarcación (y de ellas, apenas una lo hace habitualmente; el ánade azulón). El resto de patos que tenemos en nuestra comarca son de presencia temporal ya que se han podido observar en distintos parajes pero siempre en fechas atribuibles a la invernada o al paso migratorio hacia otras localidades, o incluso a la dispersión desde algún recinto en donde se hallaba encerrado. Vamos a desglosar la situación de cada una de ellas aquí.

Empezaré hablando por el ánade azulón Anasplatyrhynchos. También llamado ánade real, es el pato más conocido por todos los paisanos. Habita los principales cauces fluviales donde llega a criar al amparo de la vegetación ribereña. Es especialmente numeroso en los ríos Cabriel y Magro. En este último, en un estudio sobre su comunidad de aves en su curso alto (desde Caudete de las Fuentes al embalse de Forata) entre los años 2001 y 2010 se obtuvieron unos índices de abundancia ligeramente superiores a los dos individuos por cada kilómetro de cauce en época reproductora; habiendo tramos entre las poblaciones de Requena y Hortunas donde su presencia en el río es realmente alta. En otros períodos, sin embargo, su presencia en el río baja notablemente, debido sobre todo a la dispersión de los jóvenes indígenas hacia otras localidades y al agrupamiento de los adultos en estanques de riego, como estos citados de El Pontón. Precisamente en estos balsones se congregan todos los años en torno a un centenar de individuos (aunque las cifras oscilan mucho según la cantidad de agua que tenga almacenada cada temporada).

El azulón es un pato tan poco exigente en cuanto al tipo de ambiente que ocupa que no es raro verlo ocupar desde grandes embalses hasta aguazales menores como tollos de ramblas, lavajos, o incluso, depuradoras de aguas residuales que presenten una cierta lámina de agua.

La otra especie de anátida que ha llegado a criar en la comarca es el tarro blanco Tadorna tadorna. En realidad, y que se sepa, sólo lo ha hecho en una ocasión, y fue precisamente durante la temporada pasada en los estanques de El Pontón. Fue una sorpresa agradable poder confirmar que la continuada presencia de una pareja de estas grandes y blancas aves durante el invierno y primavera de 2014 culminó con la crianza de ocho pollitos que pudieron salir adelante a lo largo del verano. ¡Qué magnífica noticia! Hasta entonces esta bonita especie apenas se había citado en alguna ocasión esporádica en este sitio siendo su estatus aquí como migrante ocasional raro.

Hay que hacer constar que el tarro blanco es un ave muy escasa como reproductora en toda la Comunitat Valenciana, y que según los censos de aves acuáticas que se llevan a cabo por todos sus humedales año tras año y coordinados por la propia Generalitat Valenciana, apenas han llegado a criar  una media de 11 parejas por temporada en el período comprendido entre 1984 y 2004. Además, en lo que respecta a la provincia de Valencia sólo se había confirmado su reproducción en el Parque Natural de La Albufera.

El tarro blanco tiene una particularidad muy reseñable a la hora de criar ya que lo hace en agujeros, que pueden tener hasta dos metros de profundidad, y que él mismo excava o incluso aprovecha utilizando huras de conejos. Quizás esto último haya podido ocurrir en El Pontón, donde el lagomorfo es un animal muy habitual en el entorno inmediato de los balsones de riego.

Del resto de anátidas citadas en la comarca destacan aquellas que su presencia en ella es más o menos habitual pero sujeta a un período de tiempo muy concreto y atribuible bien a los pasos migratorios o bien a la invernada. En cualquier caso, hablamos de patos con una presencia numérica muy pequeña; la mayoría de veces de apenas unas pocas unidades.

Entre todos ellos podemos distinguir dos tipos en función de su anatomía y modo de alimentación: los patos de superficie y los buceadores. Los primeros, donde estaría también el ánade azulón, lo integrarían las siguientes especies: ánade friso Anas strepera, ánade rabudo Anas acuta, cuchara común Anas clypeata, silbón europeo Anas penelope, cerceta común Anas crecca y cerceta carretona Anas querquedula. El cuerpo de estos, que es más alargado, flota en el agua ligeramente sumergido. Suelen mostrar la cola claramente levantada. Cuando despegan el vuelo, lo hacen verticalmente sin apenas dificultad. En el agua obtienen su alimento de una manera característica ya que sumergen la parte anterior de su cuerpo totalmente apuntando las partes traseras hacia el cielo.

En cuanto a los patos buceadores se han podido citar en la Meseta de Requena-Utiel, o en sus inmediaciones las siguientes especies: pato colorado Netta rufina, porrón europeo Aythya ferina, porrón moñudo Aythya fuligula y porrón pardo Aythya nyroca. El cuerpo de todos ellos es claramente más rechoncho que el de los de superficie y tienen las patas en una posición más atrasada, por lo que en tierra mantienen una posición más erguida. Para echarse al vuelo deben correr primero por el agua para tomar impulso. Además presentan una línea de flotación más hundida en el agua y su cola se mantiene al mismo nivel que la superficie. Para alimentarse se sumergen completamente buceando a la perfección durante bastante tiempo.

El estatus poblacional de cada una de estas especies es diferente ya que hay patos mucho más habituales que otros y que se presentan en la comarca en la mayoría de temporadas (como son los casos de los ánades frisos, los cucharas, las cercetas comunes, los patos colorados o los porrones europeos, principalmente),  mientras que otros son realmente más raros pasando varios años sin poder contemplar ni un solo ejemplar, como ocurre sobre todo con los silbones, los porrones moñudos o los pardos. En este último caso apenas se dispone de una única cita obtenida en la laguna de Talayuelas durante las pascuas de 2014. Hay que tener en cuenta de que se trata de una de las aves más amenazadas, y por tanto, escasas de todas las que habitan la península ibérica y su presencia temporal en esta zona húmeda en compañía de un grupo de porrones europeos fue realmente muy importante.

Algunas de estas aves se quedan a pasar el invierno o parte de él en la comarca, huyendo de los fríos intensos que se registran en sus localidades de cría situadas en latitudes mucho más norteñas. Pero la mayoría de observaciones, sin embargo, se acumulan durante las semanas en que las aves se dirigen, bien hacia sus tradicionales cuarteles de invernada, principalmente en las lagunas del centro y sur de España, o bien hacia sus feudos reproductores de la Europa central o septentrional. Así, y si hay suerte de que paren a descansar en nuestros humedales podemos contemplar especies raras en Requena-Utiel pero características de las lejanas taigas y tundras como son el ánade rabudo, el porrón moñudo, o incluso el silbón europeo, como el que pude observar en El Pontón hace unos días.

Para cerrar este Cuaderno de Campo dedicado a las anátidas quería nombrar otras aves que sorprendentemente se han podido citar en la demarcación por diversos motivos y que elevan el número de especies de esta familia hasta las 18. La primera de ellas es el ánsar común Anser anser, la más grande de todas y que pudo confirmarse su presencia en el embalse de Contreras durante el mes de enero de 2001, en plena invernada. Fue, desde luego, una cita anecdótica, teniendo en cuenta que la población invernante en España se ha calculado en una media de 122.000 ejemplares de media para el intervalo 2008-2010. El ánsar se distribuye en esas fechas sobre todo por las marismas del Guadalquivir y por los humedales de Tierra de Campos, especialmente las lagunas de Villafáfila en la provincia de Zamora, y de Boada y la Nava, en la de Palencia. Además, y en relación con la variedad doméstica de este ganso salvaje, se pudo observar la presencia de una oca que vino por sus propios medios al estanque grande de El Pontón en 2014 y permaneció varios meses asentada allí.

Más raros son los avistamientos, otra vez en los estanques de El Pontón, de otras especies de patos cuya procedencia es ajena a los ecosistemas naturales que se dan en el continente europeo, y que por tanto son considerados como aves exóticas, y que por distintos motivos han llegado a presentarse en libertad en este enclave. Dos de ellas son de origen americano, la malvasía canela Oxyura jamaicensis y el pato joyuyo Aix sponsa, con dos únicas citas de un solo ejemplar cada una. Para el primer caso hay que decir que la presencia de estas aves en Europa se remonta a la década de 1960 cuando se introdujo en el Reino Unido y desde donde rápidamente se expandió por humedales de otros países europeos, entre ellos España (lo que ha supuesto un gravísimo problema por hibridación de la malvasía cabeciblanca Oxyura leucocephala, una de nuestras anátidas más amenazadas).

El joyuyo, por su parte, también ha sido introducido como ave ornamental desde el siglo XVIII, y en Gran Bretaña vive actualmente en estado salvaje. La procedencia del ejemplar visto en Requena es desconocida pero quizás provenga de algún núcleo zoológico del que haya podido escapar. Eso mismo ocurrió con una tercera especie, el tarro canelo Tadorna ferruginea, que aunque ha llegado a criar de manera natural en humedales andaluces, con toda seguridad se sabe que el origen de las aves observadas en libertad en ciertos lugares de la contornada, como el propio estanque de El Pontón, el embalse de Buseo en Chera o incluso la laguna de Talayuelas ha sido por un escape de un recinto cerrado.  Concretamente durante el año 2007 se vieron varios ejemplares que procedían del parque zoológico denominado Fauna Ibérica que estaba ubicado en las inmediaciones de la pedanía requenense de El Rebollar.

Dejo para el final de este informe el excepcional registro de una verdadera rareza en el panorama ornitológico ya no comarcal, sino incluso nacional. Se trata de la cita de un ejemplar híbrido entre cuchara común Anas clypeata y una cerceta aliazul Anas discors (pato de origen americano, que de tanto en tanto se cita en la península ibérica como especie divagante). Ocurrió, como no, en los estanques de El Pontón en 2013 y lo descubrió mi buen amigo y experto ornitólogo local Pablo Ruiz Pallardó. Y fue, en un mes de marzo, como en el que estamos. Y es que, insisto, el mes de marzo es realmente muy bueno para observar patos aquí.

Aprovecho estas líneas para animar a los lectores a que salgan estas pascuas al campo, y en especial a nuestros modestos pero valiosos espacios palustres. Allí ahora se congregan aves acuáticas de todos los estatus fenológicos posibles. Tardías invernantes que aprovechan estos días para preparar el viaje que les llevarán al norte; las primeras estivales, que acaban de aparecer con la primavera recién estrenada; y sobre todo, las aves migrantes, que como la mayoría de anátidas que hemos presentado aquí, descansan y cogen fuerzas para proseguir su aventura de miles y miles de kilómetros.

Es mes de marzo. Buen momento para ello. Aprovéchelo. Disfrútelo.

JAVIER ARMERO IRANZO

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