EL OBSERVATORIO DEL TEJO / JULIÁN SÁNCHEZ
Apenas acaban las elecciones del pasado día 24M y ya estamos comenzando a presenciar las primeras “perlas” en dimes y diretes. Los odiados miembros del bipartidismo y la aborrecida “casta” van cada uno a la suya tratando de salva su famélico mobiliario de las devastadoras riadas sufrágicas. El cinismo y la hipocresía se erigen como el pan de cada día y es frecuente asistir a declaraciones contradictorias efectuadas criticando la actitud de este o aquel partido emergente que, entre otras cosas, acarrea la pretendida oportunidad de llevar a cabio la supuesta y pregonada regeneración democrática. Aun así, como para a enmarcar.
Que Cayo Lara, prácticamente desde su atalaya de la impotencia, venga a estas horas criticando a Ciudadanos alegando remilgos ideológicos como consecuencia de su pacto de gobierno con el PSOE de Andalucía, así como su posible acuerdo en el mismo sentido para el gobierno de la Comunidad de Madrid con el Partido Popular, ya raya en la majadería, cuando no en el estrambotismo. No se puede alegar la crítica del giro a la izquierda o derecha de nadie cuando su partido ha mantenido participación gubernativa con el PSOE en Andalucía y con el PP en Extremadura en fecha más que reciente, y tan frescos.
Lara alega un giro a la derecha del PSOE al pactar con ciudadanos en Andalucía. En similitud de razonamiento, debería alegar también un giro hacia la “izquierda” del PP al pactar con idéntica formación en Madrid, pero no, en este caso quien gira hacia la derecha es Ciudadanos, el PP se queda quieto. En este razonamiento de locos, me gustaría que el Sr. Lara me manifestase que partido giró hacia la derecha o la izquierda en los pactos de gobierno que mantuvo su formación en Andalucía y Extremadura, aunque me conozco la respuesta.
Si pactas malo, faltas al mandato ciudadano. Si no pactas, malo también, habida cuenta que los ciudadanos potencialmente te eligieron para que te mojases gobernando ¿En qué quedamos tía Lucy? ¿Me quedo soltera o busco novio?
Siguiendo el razonamiento de Lara, el coordinador de IU en la comunidad Andaluza, Antonio Maíllo, anunció, tras su última entrevista con Susana Díaz que “va a combatir desde el Parlamento Andaluz las políticas de derecha que, en su opinión, implica el pacto entre PSOE y Ciudadanos”. Pues fue una lástima que cuando compartieron responsabilidades de gobierno con el PSOE permaneciesen tan pasivos ante las barbaridades de un proceso de corrupción que resultaba afrentante a todo el país. ¿A eso llama Maíllo hacer una política de izquierdas?
La ciudadanía votó lo que votó y cada partido debe de actuar de acuerdo con el mensaje que transmitió al electorado en cuestión. Ciudadanos tiene, hoy por hoy, la especialísima misión de contribuir a la regeneración democrática del país, mucho antes que a su definición ideológica y en esas debe estar, digan lo que digan los Cayos Lara de turno, es su compromiso esencial y debe cumplirlo a rajatabla olvidándose, de momento, de otras apetencias partidistas.
Seguramente, y siempre en aras de la mejor estrategia de actuación, C’s deberá tragarse algún sapo en el almuerzo, pero siempre con la vista puesta en el mejor de los resultados. En Andalucía la labor del partido que lidera Juan Marín tendrá como misión específica la de controlar la responsabilidad en la capacidad de los socialistas para cumplir los compromisos adquiridos sobre políticas económicas, transparencia y estado del bienestar y su principal propósito vendrá a ser el promover y apoyar las comisiones de investigación que considere necesarias, sumándose a iniciativas como la petición de comparecencias, reactivación judicial de los procesos de corrupción, que no son pocos, y a la solicitud del expediente completo de la adjudicación de la mina de Aznalcóllar paralizada tras las sospechas judiciales, así como cuantos asuntos afecten a la transparencia y el control de los recursos públicos. No viene a ser nimia la cuestión si se hace bien.
Con relación al acuerdo con Cristina Cifuentes para la gobernabilidad de la comunidad de Madrid, el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, ha avisado al PP madrileño que sus condiciones para lograr un acuerdo que facilite la investidura de Cifuentes son las mismas que han permitido que su partido llegue a un acuerdo con el PSOE en Andalucía. La idea viene a ser cerrar un concierto sobre la regeneración democrática, precisando que el PP se ha comprometido «verbalmente» a firmar el documento de su partido contra la corrupción.
Esta es la labor encomendada a Ciudadanos para el inmediato futuro. No se trata de destruir al PSOE ni al PP, se trata de regenerarlos para volverlos a una situación lógica en aras al futuro de la vida política y social en nuestro país y para ello es necesario erradicar definitivamente la corrupción y los malos hábitos antidemocráticos y, en ello parecen estar. Esperemos que no quede todo en una simple declaración de voluntades incumplida, que al final se transforme en papel mojado, sería ampliamente decepcionante.
En nuestra Comunidad (de momento, porque a partir de ahora parece ser que será conocida bajo la denominación de “país”), la cosa va como va. Tras dos semanas de negociaciones tensas, de vaivenes y suspensiones, rupturas y apaños, las transacciones parecen haber acabado definitivamente mediante la firma por parte de PSPV, Compromís y Podemos del “Acuerdo del Botànic”, un programa conjunto que desarrollará el próximo gobierno de la Generalitat, el cual saldrá de las reuniones que mantendrán entre los equipos de Ximo Puig y Mònica Oltra, toda vez que el partido de Pablo Iglesias, que en Valencia encabeza Antonio Montiel, ha dejado claro que no entrará en el Consell, pero lo respaldará para aplicar estas medidas.
Me da la impresión que en Valencia, al igual que en el Ayuntamiento de Madrid, la legislatura va a presentarse algo más que movidita, al tiempo. Nunca las coaliciones de gobierno han resultado en este país muy operativas y, en esta ocasión, tras las divergencias con que la “criatura” nace, el futuro no aparenta muy diáfano. Me gustaría equivocarme, pero la entente de Puig con Oltra, abrazos públicos aparte, no me parece muy consistente. Y en referencia a Madrid, conociendo el talante de Antonio Miguel Carmona, no le veo muy acorde hacia la política radical que va a imponer la septuagenaria Manuela Carmena, aparenta más bien otra nueva trágala impuesta por razones estratégicas de la “superioridad”, cuya circunstancia ha sido muy criticada por los valores señeros del partido, tal y como podemos considerar a Felipe González, Joaquín Leguina, Francisco Vazquez o, hasta el represaliado Tomás Gómez. En definitiva, que no está dicha la última palabra en toda la legislatura sobre un caso u otro. Esperemos acontecimientos.
Y en referencia a nuestra tierra, centinela alerta. Hago mías las palabras que en esta misma página en su personal bitácora efectúa el profesor Juan Carlos Pérez en su artículo de la pasada semana titulado “Ansia viva”, en relación al tan de moda “nacionalismo de izquierda” Pérez manifiesta: “Si el socialismo hispano recala en el nacionalismo perderá su esencia. El precio será la sangría de votos. A menos que compita en nacionalismo con Compromís. Por otro lado, traicionaría a la misma ideología de izquierda al aliarse con un partido conservador. No se puede calificar de otra cosa a un partido nacionalista; antes la llengua y la tradició que la igualdad; si un día se da tal diatriba, elegirán la llengua y la tradició; no es la primera vez. Si hay alguna duda, miremos a Esquerra Republicana de Cataluña, alineada con la burguesía recalcitrante de Mas. Privatización tras privatización, desestructuración social, enriquecimiento de unos pocos; pero Esquerra traga, porque le importa poco: busca su objetivo separatista, aunque sea costa de las personas. Puro ultra-conservadurismo”.
Convivencia con llengua y tradició, toda la que quieran, pero con esencial respeto hacia lo del otro, así como a la voluntad de la mayoría de los ciudadanos de nuestra comarca para ser lo que deseamos ser. Las imposiciones no casan con la democracia, y la democracia es única y genérica, no variopinta y unilateral. Que les conste.
Julián Sánchez