Requena (04/09/19) Rosana Gutiérrez Tapia
En éstas fechas es imposible dejar de pensar en el nuevo curso. En navidades cambiamos de año, pero ahora, en septiembre, es cuando realmente comienza todo. Nuestros genes se organizan para planificar proyectos, trabajos, dietas, gimnasio, lecturas, nuevas colecciones, series, etc…y si además, eres padre el 50% de esa energía se centra en preparar la vuelta al cole de tus hijos, con todos los gastos económicos, emocionales y físicos que eso conlleva. Seguro que alguna vez pensaste que la paga extra debía ser este mes.
A mí, personalmente, me influye bastante la vuelta al cole porque soy profesora y de nuevo debo buscar cómo crear esa curiosidad en mis alumnos para motivar el crecimiento, no sólo intelectual, sino personal. Hacerles ver su grandeza, despertar en ellos las ganas de sacar toda esa riqueza interior que ya poseen. Bucear en sus despertadores de atención, pienso, que es lo más difícil, porque pasa por dar ejemplo.
Nadie puede dar lo que no tiene, y si no tienes ilusión, creatividad, ganas de aprender, de superarte, poco puedes ofrecer, y menos aún cuando los docentes combatimos en batalla constante con niños y jóvenes que nadan «on line» como los peces en el agua, con un mundo de colores y sonidos en sus pantallas, que nada tienen que ver con la fría pizarra en un aula con luces fluorescentes…y con una rapidez inmediata, que contrasta con el lento aprendizaje y la persistencia para adquirir nuevas habilidades.
Palabras como “esfuerzo” y “disciplina”, suenan drásticas y duras, chocan con el paradigma de bienestar impuesto por nuestra época actual. En cambio, todos sabemos por experiencia, como decían muy bien nuestros abuelos: “El que algo quiere, algo le cuesta” y aunque sea para hacer aquello que más te gusta, e incluso que más deseas, tienes que pagar un precio. No creo que exigir hoy a nuestros jóvenes una disciplina les dañe, sino todo lo contrario, sinceramente pienso que cuando les enseñas el valor del esfuerzo, y máxime si es con tu propio ejemplo, en el fondo, te lo agradecen aunque no sea explícitamente.
Os animo padres y profes, adultos de todas las edades, a ser un ejemplo vivo a estos niños y jóvenes que no dejan de mirarnos, porque lo quieran o no, como homínidos que son, aprenden mirando, observando, porque así funciona nuestro cerebro por las llamadas “neuronas espejo.”
No tengamos miedo a hablar de esfuerzo, de disciplina porque gracias a ello conseguiremos todo aquello que nos propongamos.
Intentemos, un curso más, poner el foco en despertar nuestra grandeza, que afloren nuestros sueños y que los proyectos que de ellos deriven lleguen a buen puerto por una buena planificación, haciendo grupo, buscando apoyo, coronando la cima de un curso que ya nos ha caído encima como un alud, casi sin darnos cuenta.
Os deseo de corazón un nuevo curso lleno de oportunidades donde la paz que nos viene del interior, esa que se crea en el silencio, en la lectura tranquila, a solas, nos despierte esa grandeza y seamos foco de luz para aquellos que nos rodean.
Entre todos podemos hacer que el paradigma del bienestar tenga consecuencias reales en una sociedad que agoniza por la rapidez, el miedo al fracaso, demasiadas críticas y la destrucción del planeta.
“Quien dedica tiempo a mejorarse a sí mismo, no tiene tiempo para criticar a los demás.”
Santa Teresa de Calcuta.