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Requena (23/01/18). La Historia en Píldoras – Ignacio Latorre Zacarés
A Esperanza Valero, en permanente estado de desvelo por la cultura mireña.

Les voy a decir la verdad. Iba a escribirles la “píldora” varias veces prometida sobre las antiguas pelarzas y violencias entre Mira, Camporrobles y Requena, pero entre los papeles ya vistos sobre el pleito entre estas poblaciones me surge una vieja historia y… ¡stop y cambio de dirección!.

Periódicamente, reviso los catálogos de otros archivos buscando documentación recién inventariada sobre la comarca y así, indagando sobre Mira, me apareció en su día en el Archivo Histórico Nacional una catalogación de un documento de 1520 con esta referencia: “Probanza hecha en Requena por el licenciado Diego de Almodóvar, sobre un mineral con oro hallado en Mira.” Localizado el documento, nos disponemos a leerlo y nos surge una rocambolesca historia propia de un febril guionista de series de misterio, nigromantes y alquimistas. Si fuera un buen versificador como don Rafael Muñoz, les romanceaba la historia como él bien ha hecho con Cervantes y su “amigo” requenense de cautiverio argelino Francisco López; pero como no es el caso, que uno es poeta de los de abrocharse la bragueta, se lo narro en prosa para lo que dispongo de un poco más de aptitud.

Estamos en octubre de 1520, cuando Mira aún era aldea de Requena, aunque ya buscaba desesperadamente su independencia que compraría en 1537. Además, justamente ese mismo mes, Mira comunicaba a Requena que los comuneros del marquesado de Moya estaban en la localidad. Será entonces cuando por Requena corrían los rumores de que en Mira había una mina dorada y plateada de la que se estaba extrayendo valiosos metales preciosos. Inmediatamente, el justicia mayor de Requena, el licenciado Diego de Almodóvar, inició una serie de pesquisas en busca de la verdad, dado que el asunto no era banal y, de ser cierto, era competencia del mismísimo rey.

Así pues, el licenciado citó a una serie de testigos y, a través de sus declaraciones, nos enteramos de esta curiosa historia acaecida en Mira. Entre los declarantes estaba el propio jefe de la banda, Pedro Hornero. Les cuento:

El mireño Pedro Hornero estaba cavando en el paraje de Las Calzadas, en el término de Mira, distante de media a una legua de la localidad, cuando halló un mineral de color amarillo y otro blanco, semejante a las tonalidades del oro y la plata. Pedro cogió minerales y se los llevó a su casa. Por otros testigos nos enteramos que para cerciorarse de lo que llevaba entre manos, le entregó a fray Juan, ermitaño de San Bartolomé de Utiel, los minerales extraídos. El ermitaño a su vez se los dio al clérigo requenense Lope Ximénez que buscó en Requena al alquimista Maximiliano de Recamonte. Maximiliano (que poseía nombre de emperador) realizó sus complejas comprobaciones como el mismo explica y proporcionó la buena noticia de que separado el mineral del metal, de dieciséis onzas de la piedra podría extraerse media pieza de oro de dieciséis quilates y que también se extraía metal de plata. Aún es más, pues Pedro Hornero creyó ver también alumbre que tenía usos varios (como en farmacopea y actualmente de desodorante).

Pedro Hornero se puso manos a la obra junto con seis vecinos más de Mira para extraer el oro y plata de forma subrepticia y sin informar a las autoridades. Necesitaba la ayuda porque la extracción no era fácil, ya que salía mucha agua de la mina que habría que drenar y también había una gran cantidad de tierra. Todo lo que extrajeron lo guardaron en Mira en un lugar que había declarado Hornero (querían “el oro y el moro”).

Pero Pedro Hornero no se fió de la primera comprobación del alquimista requenense y junto con un tal Cárdenas que estaba en Requena se dirigieron a la ciudad de Valencia, concretamente al lado de Santa Catalina, donde vivía otro alquimista, Juan de Córdoba, que realizó otros tests, convirtiéndose el mineral en pura ceniza. Pero como el asunto no era para tomárselo a broma, pues iba mucho dinero de por medio, buscaron otra comprobación por parte del alquimista requenense Maximiliano, sin intermediarios esta vez, pero éste renunció a realizar otra comprobación, pues les dijo que para que iban a gastarse dinero en experimentos complicados si él veía que el mineral era el mismo que el entregado por el clérigo Lope Ximénez y se necesitaba para su depuración tiempo y dinero.

Pedro Hornero, pertinaz, no cejó en su empeño y llevó los minerales a otro alquimista de Utiel del que desconocemos el nombre. El utielano realizó unas comprobaciones diferentes, pues convirtió el mineral en varitas redondas y finalmente se ennegreció el supuesto metal y la respuesta fue algo así como que valía menos que la primera rebanada del pan de molde.

El gozo de los mireños en un pozo y encima interrogados por la autoridad.

Pero otra documentación del Archivo Municipal de Requena nos proporciona más información del singular Pedro Hornero. Sabemos que el conseguidor formaba parte del concejo aldeano de Mira como alcalde ordinario. Pero por otra declaración proporcionada por Luis Ruiz, representante de la villa de Mira en el pleito contra Requena entablado en 1542, describió a nuestro particular Pedro Hornero muy malamente. Nada menos que dijo que era un hombre “agorero” y que “cree en sus sueños” y engaña a los vecinos “porque dize vio una noche un tesoro e que fue a sacallo e vio una culebra que le dijo toma este tesoro que tuyo es e que vio infinitas barras de oro y que les dizo más tomalo que poco vivirás”. Asimismo, Luis Ruiz nos informó que Hornero en realidad tenía toda su hacienda, mujer e hijos en Camporrobles.

¿Sería calcopirita lo que descubrirían? Ésta es una mena de cobre que puede confundirse con el oro y por eso la apodan “oro loco” u “oro de los tontos”. No lo sabemos, pero sí que conocemos que la historia del oro de Mira tuvo su repercusión y llevó de cabeza a unos cuantos. Y todo ello me recuerda historias de no hace mucho tiempo de la comarca cuando un zahorí decía que había algún metal precioso bajo la tierra y varios amigos se ponían a excavar durante días. Y de ahí topónimos como “Tesorillo” de los que hay varios en la zona y la copla popular “oros, copas, espadas y bastos, son instrumentos que sacan los cuartos”, aplicada al juego, pero que también cabe en el caso mireño. Sin embargo, a Pedro Hornero el tesoro no se lo señaló ningún zahorí, sino directamente una culebra y eso es un asunto muy serio.

No sabemos si queda oro en la tierra de Mira, ese pueblo comarcano que no se movió de donde todos estábamos (en la provincia de Cuenca), pero si les digo que la población bien vale un reposado paseo por su histórico casco urbano, que para eso este año ha tenido bastantes opciones de ser elegido en la televisión manchega como el pueblo más bonito de Castilla-La Mancha.

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