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Rquena (15/11/17).LOS COMBATIVOS REQUENENSES / Víctor Manuel Galán Tendero.

Un 7 de noviembre de 1917 el Comité Revolucionario Popular inició la toma del poder en la lejana capital de la Rusia en guerra, entonces llamada Petrogrado. El Palacio de Invierno, sede del gobierno, cayó en manos bolcheviques al día siguiente. Hasta hacía unos siete meses, la Rusia de calendario juliano y devota de iconos luminosos estaba gobernada por un emperador absolutista, el zar o césar de la Tercera Roma. Todo aquello se hundió cuando ni el arcángel San Miguel ni Nicolás II pudieron detener a los ejércitos de las Potencias Centrales. A muchos europeos les pareció estar asistiendo a una nueva Revolución francesa, destructora de un anacrónico antiguo régimen, sin entrar en mayores pormenores.

El Octubre Rojo causó animadversión y ganó simpatías en una Europa asolada por la Gran Guerra, cuando las uniones sagradas se vieron seriamente resquebrajadas en muchos países, cuando la defensa de la nación ya no legitimaba el horror de las trincheras ni validaba la desigualdad social. En la neutral España, gracias a la adhesión final de Italia a la Triple Entente, la bonanza exportadora de 1915 se trocó en una notable inflación en 1916-17, que mermó los salarios de los grupos trabajadores. Al malestar social se sumó el político, con unos partidos dinásticos en crisis. En el verano de 1917 la crisis parecía a punto de llevarse por delante la monarquía de Alfonso XIII, con reformistas, catalanistas, militares y huelguistas en acción.

Finalmente no se produjo en nuestro país ninguna Revolución de Febrero. Tampoco se llegó por ahora al Octubre Rojo y el trono perduró hasta 1931 con Primo de Rivera por medio. En una España inquieta, con ganas de saber y opinar crecientes, la prensa fue recibida como agua de mayo, y las cabeceras de los periódicos reprodujeron las opiniones de los variopintos grupos políticos. Cuando todavía la prensa matritense no había adquirido el predominio que más tarde lograría, la local daba el tono en muchas ciudades pequeñas, como la Requena inquieta por los problemas vitivinícolas.

La voz de Requena dio expresión, a comienzos de la década de 1920, a los republicanos de aquí. No pocos de ellos formaban parte de los sectores intermedios de la sociedad, en los que el comercio y las profesiones liberales tuvieron una notable importancia. Aquellos fervorosos patriotas españolas, tonantes contra la corrupción municipal que enturbiaba la regeneración nacional, eran admiradores sinceros de la Francia de la III República, la de los radicales que en la Gran Guerra decían simbolizar la lucha de la democracia contra la tiranía germana. Desde esta óptica, la Revolución Rusa (sin más matices) fue contemplada como la actualización de 1789, una idea que Lenin interpretó desde el marxismo: la Revolución Rusa haría posible y profundizaría la Declaración de los Derechos del Hombre de la Francesa.

Semejantes planteamientos no convirtieron, claro está, a los republicanos requenenses en bolcheviques, ni tan siquiera cuando no tuvieron más alternativa que adoptar la NEP. Fueron partidarios del cooperativismo que se practicaba en varias regiones de Italia y del crédito social al modo de Gran Bretaña, bien compatibles con la sociedad liberal-capitalista de medianos y pequeños propietarios. Defendieron la celebración del Primero de Mayo más en nombre de la dignidad humana que de una sociedad comunista. La aproximación del republicanismo al obrerismo no ha pasado desapercibida a la historiografía actual, y autores como Alfons Cucó destacaron el magisterio de los blasquistas sobre los anarquistas en la Valencia coetánea. En Requena, ciertas ideas y simpatías fueron compartidas por fuerzas políticas opuestas a la Monarquía. No en vano, lo más cercano aquí al Octubre Rojo lo llevaron a cabo anarquistas y socialistas revolucionarios en el verano de 1936.

Fuentes.

ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE REQUENA, Hemeroteca, La voz de Requena (años de 1920 a 1923).

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