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Diariamente somos conscientes de que la sociedad y los elementos que nos rodean están en constante cambio, desde el elemento más insignificante hasta el más importante.

Cambia la organización en las estanterías del supermercado, cambian las fachadas de los edificios, cambian las modas, cambia el clima, la política… y somos conscientes de esos cambios, pero a veces, nos cuesta reaccionar ante uno de los cambios más importantes para nosotros mismos; los cambios en nuestro cuerpo. Me refiero a esos cambios físicos por los que todos pasamos de forma inevitable que son costosos de asimilar y que tanto malestar provocan a algunos de nosotros.

Nuestro cuerpo está en constante cambio desde el minuto cero hasta el último minuto. Pero en ocasiones, en la adolescencia, que es cuando estos cambios son más profundos y notorios y nuestra personalidad es más vulnerable a los comentarios, las burlas o las modas, surgen dudas e inseguridades que pueden hacer peligrar nuestro estado de salud. Ahí es donde padres y familiares, profesores y amigos, y si fuera necesario, profesionales de la conducta debemos intervenir.

Prevenir…ES CURAR:
Cómo se debe actuar en casa para prevenir trastornos de la alimentación.

1. Comer variado y cantidades razonables diariamente.

2. Hablar con el adolescente sobre la importancia de una buena alimentación (incluso las grasas en cantidades razonables son buenas para nuestro organismo).

3. Controlar el peso del adolescente basándonos en la fórmula de «índice de masa
corporal», (peso (en kilogramos)/ estatura x estatura (en metros) = IMC)
Se habla de obesidad cuando el IMC sobrepasa 30, de 30 a 40 se considera a la
persona obesa, y más de 40, de gran obeso.
Se habla de sobrepeso cuando el IMC está entre 27 y 30.
Se habla de normopeso cuando el IMC está entre 20 y 25, por debajo de estos
valores habría un problema de falta de peso.

4. Vigilar las conductas alimentarias del adolescente.

5. Investigar el por qué de las conductas de alimentación del adolescente (burlas a él u otro compañero, superación o mejora en los deportes, imita modelos de conductas…)

6. Día concreto en la semana donde la comida sea menos sana (fritos, carne…) 7. Si come correctamente ¡PREMIO! (social, material)

Cuando hablamos de trastorno de la alimentación nos referimos a una variedad de trastornos, la característica común de todos los trastornos alimentarios es que en todos se dan comportamientos anormales de alimentación, ya sea por exceso o por defecto.

Los principales trastornos de alimentación son: anorexia, bulimia, ortorexia, vigorexia, comer de forma compulsiva.

¿Qué hacer si sospechamos que nuestro hijo o hija podría estar sufriendo uno de los trastorno de alimentación?

1. Hablar con el niño o niña de todo aquello que hemos estado observando sobre su alimentación. Podemos tratar de averiguar si cree que tiene un problema de alimentación. Preguntarle por sus sentimientos (¿lo estás pasando mal?, ¿tienes problemas con tus compañeros? ¿Te preocupa algo de forma especial?…). Bajo ningún concepto hay que menospreciar al niño o niña por sus nuevas actitudes o comportamientos en relación con la comida, debemos adoptar una postura de comprensión y empatía hacia lo que piensa y siente el niño o niña, siempre tenemos que mostrar interés por todo aquello que puede que le esté preocupando y facilitar el dialogo para que pueda expresar sus miedos y dificultades.

2. Necesitamos crear un buen clima de confianza para que el niño o niña nos reconozca que hay un problema, esto puede costar días, por lo tanto no debemos perder la calma y tenemos que mostrarnos muy accesibles.

3. En caso de que nos demos cuenta de que el problema se agrava, tenemos que ponernos en marcha sin dramatizar: el diagnóstico de estas enfermedades es grave pero se pueden superar con la ayuda profesional adecuada.

«Si sólo tenemos un cuerpo; alimentémoslo bien y nos devolverá el favor».

Virginia Berlanga salón, psicóloga col, 11904
Dpto. Psicología Clínica
Centros Psicopedagógicos Gabaldón.
www.centropsicopedagogicogabaldon.com

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