EL OBSERVATORIO DEL TEJO / JULIÁN SÁNCHEZ
El otro día me entretenía ojeando un análisis socio-religioso, en cuyo tenor se sostenía la teoría de que Europa es una de las zonas del planeta donde la secularización ha alcanzado sus más altas cotas. En consecuencia, la principal característica de la acepción popular de la religiosidad europea es de una debilidad manifiesta, como consecuencia de su coexistencia en un entorno más laico y más secularizado del que se suele dar en el resto del mundo.
Circunscribiéndonos a nuestro país, en el periodo de 1975 a 2002 ha pasado el número de practicantes del 58 al 28%, según estudio recogido por el sociólogo Miguel Requena, pero esta circunstancia de supuesta pérdida de fe, ha venido siendo ampliamente compensada, sobre todo en amplias masas emergentes de jóvenes quienes, parece evidente, al haberse socializado en un entorno cada vez más moderno, presentan tasas de secularización más altas y un nivel de religiosidad más bajo que las generaciones anteriores.
En este orden de cosas, es evidente que la naturaleza humana siempre se ha visto necesitada de confiarse a la protección de un ser superior a la hora de alcanzar un índice de seguridad en el intríngulis de su propia vida. La debilidad de los fundamentos de sus propias creencias les lleva a muchos de ellos a fabricar sus propios dioses en quienes verter su especial fervor y aquiescencia incondicional. Al efecto son sistemáticamente “evangelizados” mediante la pertinaz e interesada actitud proselitista de gran parte de los actuales y poderosos medios de comunicación. De esta guisa es fácil comprobar la fervorosa y categórica entrega a la adoración de ciertos actores, actrices, políticos y, sobre todo, figuras del deporte mundial, por parte de una masa ingente de adocenados, la mayoría adolescentes, muy especialmente dotados de una base cultural bastante incipiente.
El reciente affaire ocurrido entre el Real Madrid y su ex guardameta Iker Casillas ha puesto de manifiesto este fenómeno, cuya trascendencia ha traspasado la contención de nuestras propias fronteras, hasta llegar a ser considerada en modo superlativo por medios de la relevancia de la BBC británica o de la francesa L’Equipe, estamentos mediáticos donde se ha puesto el grito en el cielo, arguyendo un trato inmerecido a alguien de la notabilidad tan descomunal como acredita Iker Casillas en su trayectoria profesional con titulares como el siguiente: “Cuando el jefe traiciona al héroe” (BBC) O, también: “El Real Madrid, un club con poca clase” (L’Equipe), y no hagamos referencia a los miles de litros de tinta, o energía verbal vertida en diferentes medios autóctonos criticando la actitud de Florentino Pérez a la hora de discernir la continuidad o revocación de los contratos de los neo-dioses Iker Casillas y Sergio Ramos.
De nada vale considerar que la principal obligación del presidente de una entidad consiste en hacer viable en todo momento la continuidad económica de la sociedad y obtener por lo tanto la oportuna rentabilidad a cada ejercicio contable de la compañía a la que representa. En toda corporación seria han de establecerse criterios de rentabilidad, equilibrio presupuestario y objetividad en el establecimiento y desarrollo de la escala salarial de toda su plantilla, a los efectos de propiciar el máximo beneficio sobre el orden funcional de la propia empresa, procurando al tiempo la equidad y la justicia en el desarrollo de conjunto de toda su plantilla. En consecuencia, el equilibrio y el respeto a la norma establecida, es lo que deberá otorgar viabilidad futura al óptimo rendimiento de la empresa, estamento este que debe ser lo primero en salvaguardarse en todo el organigrama empresarial de origen interno.
Pues bien, siguiendo los criterios de análisis objetivos establecidos al efecto por empresas especializadas, el neo-dios Iker Casillas, renovado con carácter indefinido por el anterior presidente Ramón Calderón, en las últimas competiciones deportivas nacionales e internacionales en que participó con el Real Madrid, se vino a constatar que se había producido una bajada de rendimiento del de Móstoles, efectuado sobre una escala del 1 al 10, acreditado en los 5 puntos, quedando por tanto en situación de valoración media con relación a sus homónimos colegas actuantes en los distintos equipos de la liga BBVA.
En consecuencia, la primera obligación del presidente del club, ante tal circunstancia, y siempre actuando sobre la salvaguarda de los intereses de la entidad y de su ingente masa social, debió de consistir en poner solución a la disfunción observada utilizando las oportunas vías correctoras al efecto, comenzando por el fichaje de otro guardameta que propiciase las oportunas garantías de fiabilidad a los efectos de acceder a guardar la inviolabilidad, con la mayor garantía posible, de la portería de su primera plantilla, acción que emprendió negociando la incorporación al club del portero internacional del Manchester United, David de Gea. Pero esta circunstancia no vino a ser del agrado del neo-dios Casillas, quien no aceptó de buen grado la supuesta suplencia y pedía gestionar en consecuencia su salida del Club, no de cualquier forma, sino percibiendo todos sus estipendios pendientes hasta la finalización del contrato que tenía en vigor hasta dos años después. Como estos nuevos dioses, no pagan a Hacienda como el resto de los humanos, toda vez que es el propio Real Madrid quien debería hacerse cargo también de los correspondientes impuestos, la salida de Casillas habría de suponer, entre unas y otras consideraciones, el dispendio, por parte del propio club de unos veintidós millones netos de euros, dejando al propio Casillas libre para fichar por quien le viniera en gana y además cobrando también.
¿Quién es capaz de contradecir a un dios? Nadie, y ya se encargan de ello, los manipuladores de la prensa propiciando al efecto el proyectar a las masas de fieles enfervorecidos ante las puertas del Bernabéu induciendo los mantras y soflamas pertinentes: “Florentino dimisión”. “Iker dios”. “Ramos no se vende”. Y Florentino Pérez, el “ser superior” el hombre imperturbable y siempre frío, apareció pálido y afligido ante el ataque de la ingente masa de mil quinientos adolescentes a quienes no preocupaba lo más mínimo el desahucio de su vecino producido hasta ayer mismo, ni que su padre hubiese ingresado supuestamente en el paro. Se había efectuado una grave ofensa a sus “dioses” y ello no podía tolerarse, costase lo que costase.
Estos mismos adolescentes que se acuestan cada noche hincados de hinojos ante la imperturbable imagen de su neo-dios musitando fervorosamente su remachada oración: “Ikerito de mi vida/ dulce y buena compañía/ guarda con fe nuestra puerta/ por la noche y por el día”. Estos mismos adolescentes quienes fervorizan su culto ante sus idolatrados fetiches haciendo la señal de reverencia en cuanto salen o entran al terreno de juego, imponen, debidamente adoctrinados por mor de la superior inspiración mediática, su personal voluntad a toda una entidad de más de cien años de existencia y más de 90.000 socios, lanzando su inapelable veredicto “Iker dios…” “Ramos no se vende…” “Florentino dimisión…” y a fe que el veredicto se cumplió, al menos en parte.
Y ¿ahora qué? ¿Cómo van a ser las futuras negociaciones con los próximos dioses del Olimpo de Chamartín? ¿Tendrá que convocar Florentino Pérez al Sanedrín de los Adolescentes para solicitarles aquiescencia sobre cuál va a ser, o va a dejar de a ser, el núcleo de la negociación a la hora de fichar o renovar? O, por el contrario ¿deberá de dejar en manos de la asamblea de adolescentes la fijación en cada momento del importe salarial a destinar hacia el desempeño profesional futuro de su personal y vigente dios?
Lo único cierto tras la resolución del periplo, viene a ser que hoy tanto Casillas como Ramos son bastante más ricos y que, por el contrario, el Real Madrid se ha empobrecido un poco más en su economía, simplemente por encontrarse en la parte contraria que ambos dioses de la cuenta de resultados del balance de situación del ejercicio fiscal. Ahora tendremos que escuchar paradójicamente a los solemnes acólitos de los nuevos dioses volver a protestar ante las puertas de los estadios clamando por el inasumible coste de las entradas o los abonos. Que alguien me explique cómo se efectúa la cuadratura de este círculo, porque mi mente no acaba de comprender una estupidez humana elevada a ese nivel de potencia.
Si la norma se vulnera por voluntad, la anarquía se impone por sistema. En una sociedad lo importante debe ser siempre la pervivencia de la propia entidad, todos los demás, desde el presidente al último de sus subalternos deben de aceptar su propio rol y ser fieles a su desarrollo, subordinando siempre el interés subjetivo al empresarial. La inviolabilidad del sistema deviene como estamento básico a la hora de ofrecer seriedad y credibilidad pública. Cuando alguien dentro del método vulnera el rol superior que le corresponde, lo normal viene a ser que el sistema se resienta y, en consecuencia, sus derivaciones pueden ser imprevisibles.
Florentino Pérez, en los casos de Casillas y Ramos debió mantenerse imperturbable, y responder con firmeza ante el sainete intencionadamente ensamblado por la interesada acción sus principales enemigos mediáticos. Cediendo únicamente ha podido crear un precedente que puede perjudicar a la propia entidad en próximos acontecimientos de magnitud similar.
Nadie es imprescindible en una gran entidad, por lo que, siguiendo la filosofía de la nueva acepción de teología secular al uso, a dios muerto, dios puesto. Lo único insustituible e innegociable debe ser la prevalencia de la propia entidad y esta debe estar muy por encima de la voluntad de cualquier santo, se llame éste Iker, Sergio o Florentino y esto es algo que siempre tuvo presente el formidable Santiago Bernabéu: “Por encima del Real Madrid, nada ni nadie”. Por eso sigue siendo considerado universalmente como el más grande de todos los presidentes deportivos hasta hoy conocidos.
Julián Sánchez