LA BITÁCORA DE BRAUDEL / JCPG
La verdad es que la sabiduría y la política tienen poco terreno en común. ¿Pueden estar juntas en una misma persona, o, en un grupo, en un equipo si empleamos la palabra al uso para justificar la injustificable ausencia del jerifalte el lunes por la noche donde tenía que estar? El mundo de la política está repleto de narcisismo. De un insoportable mirarse constantemente en el espejo. Y la ciudadanía parece extasiada cuando sus políticos exhiben nervios, sudores, poses artificiales y sonrisas forzadas ante las cámaras que transmiten la imagen a millones de personas. . La ciudadanía se regocija con el narcisismo. De hecho, la democracia posee elevadísimas dosis de narcisismo. A la gente no le gusta nada despertarse un día descubriendo que no sabe a dónde mirar para sentirse guapo. Cuando esto ocurre acaba echándole la culpa de los malos vientos al capitán. El narcisismo político, pues, opera como en un bucle.
Nos gusta verles sometidos a la necesidad de debatir. ¿Influirá esto en nuestro voto? Me resulta difícil pensar que efectivamente los debates orientan el voto. ¿no serán más bien los comentarios que los medios vierten a raíz de dichos debates los que influyen con más potencia? España parecía nadar en normalidad cuando los sábados por la noche te echaban el programa de José Luis Moreno. La Sexta ha venido a teñir de política el fin de semana, con el programa de la tertulia política el sábado por la noche y el de Ana Pastor los domingos. Tendríamos que refugiarnos en la literatura o en el amor para huir del politiqueo en fin de semana.
Al final haremos la reflexión adecuada para ir a votar. Siempre es mejor echarle las culpas de todo a la psicología del gobernante que a la realidad de las cosas políticas. ¡Necesitamos tanto que haya hombres malos y políticos incompetentes! Todo es mucho más fácil si el mal de muchos puede calmarse cortando unas pocas cabezas. Las cosas políticas se explican desde su específica lógica y no desde la teoría política. Los políticos-líderes, los políticos románticos son aquellos que pueden subirse sobre sus propios hombros porque han sabido aprovechar el viento a favor, han interpretado los sentimientos del ciudadano e incluso han sabido orientarlos. Con vientos favorables siempre hay magníficas travesías.
Pero llegará el momento de la derrota para algunos. Los políticos sin éxito nos dan pena, parecen atolondradas criaturas que danzan de aquí a allá, hablando más de la cuenta e interpretando un papel en una obra de teatro que carece de público. Es el narcisismo de la democracia: un sistema para todos que, aparentemente, se fija más en el candidato que en su programa, en las formas que en los fondos.
En Los Ruices, a 9 de diciembre de 2015.